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jueves, 31 de diciembre de 2009

Apocalipsis 11

Los dos testigos

1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir y se me dijo: «Levántate y mide el templo de Dios[a] y el altar y a los que adoran en él.

La medición del templo debe entenderse como signo de la protección especial de Dios a su pueblo. El templo de Jerusalén ya había sido destruido en el año 70 d.C. por el ejército romano.

En este pasaje bíblico, básicamente encontramos el ministerio de los dos testigos, el martirio de los dos testigos y la resurrección de los dos testigos.

Los eventos tendrán lugar en Jerusalén y el momento será durante la primera mitad de la tribulación, es decir durante tres años y medio. Israel, durante ese tiempo, estará nuevamente adorando a Dios en el reconstruido templo de Jerusalén, templo que será reedificado bajo la protección del Anticristo, cuyo verdadero carácter todavía no se habrá manifestado.

En este pasaje bíblico encontramos que Juan recibe la orden de medir el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Esta acción simboliza una evaluación que hace Dios de lo que estaba sucediendo dentro del templo con los sacrificios y demás ritos que allí se llevaban a cabo. El resultado de la evaluación es que en el templo no había adoración sincera a Dios. Todo lo que estaba aconteciendo era simplemente una manifestación de orgullo nacional por parte de Israel.

Otra forma de verlo es que la medida significa la obtención de un titulo de propiedad.

2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles. Ellos hollarán la ciudad santa[b] cuarenta y dos meses.[c]

Notamos también que Juan fue prohibido expresamente de medir todo lo que quedaba fuera del templo. La razón para esto es porque Dios ya había decidido que la ciudad de Jerusalén será hollada por los gentiles. Durante este tiempo, Jerusalén no verá otra cosa sino ejército tras ejército de potencias gentiles que marcharán a través de ella. Esta condición prevalecerá hasta que venga el Señor Jesucristo por segunda vez, al final de la segunda parte de la tribulación.

La ciudad santa: Jerusalén. Cuarenta y dos meses: equivale a 1260 días o tres años y medio que es la mitad de siete años. Así como el número siete simboliza lo perfecto y completo, la mitad simboliza lo contrario.

3 Y ordenaré a mis dos testigos[d] que profeticen por mil doscientos sesenta días,[e] vestidos con ropas ásperas».[f]

Los dos testigos no son identificados; sus características corresponden en parte a las del gobernante Zorobabel y el sacerdote Josué, y en parte a las de Elías y Moisés, pero aquí parecen representar al pueblo de Dios en su condición de testigo-mártir.

Parecería, también, que esos dos testigos podrían ser Moisés y Elías por las siguientes razones:

Primero, porque Moisés tuvo ya el poder para convertir el agua en sangre y traer sobre la tierra las diez plagas con las cuales Dios castigó a Egipto. Por su lado, Elías tuvo ya el poder para hacer que no llueva por tres años y medio durante el reinado de Acab. Los dos testigos harán las mismas señales durante su ministerio en la tierra.

Segundo, porque la tradición judía espera que tanto Moisés como Elías regresen en el futuro. Si los dos testigos fueran Moisés y Elías sería el cumplimiento de este anhelo.

Tercero, porque tanto Moisés como Elías aparecieron junto a Jesús en la transfiguración aseverando que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías de Israel. No sería extraño que sean los mismos quienes anuncien la salvación en Cristo Jesús durante la primera mitad de la tribulación.

Cuarto, porque tanto Moisés como Elías usaron medios sobrenaturales para llamar al pueblo al arrepentimiento. Los dos testigos también utilizarán medios sobrenaturales para llamar a la gente al arrepentimiento.

Ropas ásperas: o cilicio. Los testigos estaban vestidos con ropas ásperas como símbolo de su llamado a la conversión.

Dios levantará dos testigos que tendrán tal poder en su predicación que no pasarán desapercibidos a nivel mundial. Nadie podrá ignorarlos y todos sabrán acerca de las buenas nuevas de salvación en Cristo, Jesús. Por medio de los dos testigos, la gente de Jerusalén sabrá que Jesús, aquel que nació en Belén hace tanto tiempo atrás y que murió y resucitó, es el Mesías tan añorado por los judíos de todos los tiempos.

Estos dos testigos no dejarán de predicar por mil doscientos sesenta días, o tres años y medio. La vestimenta de los testigos será muy especial, el silicio, simboliza que su mensaje no será necesariamente motivo de regocijo por cuanto tiene que ver con el juicio de Dios que está a la puerta para todos aquellos que persistan en su rechazo a Jesús como el Mesías de Israel.

Hay quienes dicen que además de Moisés, el otro testigo es Elías. Leer Malaquias 4:5-6.

4 Estos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están de pie delante del Dios de la tierra.[g]

El pasaje bíblico dice que los dos testigos serán los dos olivos. Esto significa que tendrán todo el poder del Espíritu Santo para predicar con denuedo.

También dice que los dos testigos serán los candeleros que están en pié delante de Dios. Esto significa que arrojan la luz de la verdad divina en medio de las tinieblas espirituales en las cuales estará sumido el mundo en aquella época.

5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos y devora a sus enemigos; si alguno quiere hacerles daño, debe morir de la misma manera.

Además de todo esto, los dos testigos tendrán poderes especiales dados por Dios para su auto protección. Podrán defenderse de sus opositores por medio de fuego que saldrá de su boca y si alguien quiere causarles algún daño, morirá de la forma como quiso dañar a los dos testigos.

También los dos testigos tendrán el poder para hacer tres tipos de señales sobrenaturales.

6 Estos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva en los días de su profecía;[h] y tienen poder sobre las aguas, para convertirlas en sangre[i] y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quieran.

Podrán hacer que no llueva, podrán convertir las aguas en sangre y podrán herir a la tierra con toda plaga cuántas veces quieran.

7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia[j] que sube del abismo[k] hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará.

Al final de su ministerio, que, como dijimos, durará tres años y medio, el Anticristo hará guerra contra estos dos testigos y los vencerá y los matará.

8 Sus cadáveres estarán en la plaza de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.[l]

La gran ciudad... donde... nuestro Señor fue crucificado: es decir, Jerusalén, que aquí aparece como la ciudad rebelde a Dios por excelencia. Por eso se identifica con Sodoma y con Egipto, lugares de perversión e idolatría.

Orgulloso de haberlos matado, expondrá sus cadáveres como trofeos de guerra en la plaza de Jerusalén.

9 Gentes de todo pueblo, tribu, lengua y nación verán sus cadáveres por tres días y medio y no permitirán que sean sepultados.

Este macabro espectáculo durará tres días y medio, tiempo suficiente para que a todo el mundo conste cuan poderoso es el Anticristo y cuán grandioso es para este perverso ser, haberse desecho de esos dos poderosos testigos de Dios. La humanidad de aquella época estará tan contenta por el acontecimiento que lo celebrará como si fuera Navidad.

10 Los habitantes de la tierra se regocijarán sobre ellos, se alegrarán y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra.

De la alegría por haber terminado con los dos testigos se agasajarán con regalos los unos a los otros. Por fin habrán acabado con esos molestos predicadores que anunciaban que Jesús es el Mesías, y no el Anticristo. Pero como dice el popular refrán, quien ríe al último ríe mejor. Después de tres días y medio, sucederá algo realmente maravilloso.

11 Pero después de tres días y medio el espíritu de vida enviado por Dios entró en ellos, se levantaron sobre sus pies[m] y cayó gran temor sobre los que los vieron.

Los cadáveres de los dos testigos, ya en avanzado estado de descomposición allí en la plaza de Jerusalén, de pronto, volverán a la vida. Recuperarán el aliento, se erguirán tan poderosos y saludables como eran antes y esto a la vista de todo el mundo. Será Dios quien envíe espíritu de vida para volver a la vida a estos dos testigos. Los testigos se levantarán sobre sus pies y caminarán como si nada hubiera acontecido. Esto traerá gran temor a los habitantes del mundo, pero aún así, no creerán en el mensaje de estos dos testigos.

12 Entonces oyeron una gran voz del cielo, que les decía: «¡Subid acá!» Y subieron al cielo en una nube,[n] y los vieron sus enemigos.

Como si lo que hasta este momento suceda fuera poco, acontecerá otro hecho maravilloso. Del cielo se oirá una orden: Subid acá. Y automáticamente los dos testigos resucitados serán ascendidos al cielo, ante la mirada estupefacta de sus enemigos. Aquí es cuando comenzará el horror del juicio de Dios sobre todos aquellos que rehusaron creer en Jesús como el Mesías y Salvador.

13 En aquella hora hubo un gran terremoto[o] y la décima parte de la ciudad se derrumbó. Por el terremoto murieron siete mil hombres. Los demás se aterrorizaron y dieron gloria al Dios del cielo.[p]

Habrá un gran terremoto sobre Jerusalén que destruirá por completo a la décima parte de la ciudad. Las víctimas ascenderán a siete mil hombres. Los sobrevivientes quedarán aterrorizados y darán gloria a Dios del cielo, pero lamentablemente para ellos será demasiado tarde, porque no tomaron su decisión cuando era el tiempo oportuno. Ahora solos les queda sufrir la consecuencia de esa fatal decisión.

14 El segundo ay pasó. He aquí que el tercer ay viene pronto.[q]

La séptima trompeta
15 [r] El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían:
«Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo;
y él reinará por los siglos de los siglos».[
s]

Cuando el ángel toque la séptima trompeta acontecerán los siguientes eventos.

Primero, se escuchará una proclama de victoria. Las grandes voces provendrán de las huestes celestiales que en coro anunciarán que los reinos del mundo pertenecen a Dios y a Cristo. Por ahora, los reinos del mundo pertenecen a Satanás. Esa fue una de las funestas consecuencias de la entrada del pecado en el mundo. Satanás ofreció a Cristo los reinos del mundo, si postrado le adoraba, pero Cristo rechazó la oferta y en su lugar murió en la cruz, resucitó de entre los muertos y retornó victorioso a la gloria de su padre donde está actualmente hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.

16 Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios,[t]

17 diciendo:
«Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres, que eras y que has de venir,[
u
] porque has tomado tu gran poder y has reinado.

Los veinticuatro ancianos se levantarán de sus tronos y se postrarán sobre sus rostros en adoración a Dios. La adoración tendrá un triple propósito.

Número uno, por el reinado supremo de Cristo.

Número dos, por el juicio justo de Cristo y.

Número tres por la retribución oportuna de Cristo.

18 Las naciones se airaron y tu ira ha venido:[v] el tiempo de juzgar a los muertos,
de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre,
a los pequeños y a los grandes,[
w
] y de destruir a los que destruyen la tierra».

19 El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el Arca de su pacto[x] se dejó ver en el templo. Hubo relámpagos, voces,[y] truenos, un terremoto y granizo grande.[z]

Aquí encontramos una proclamación de la fidelidad de Dios. Lo que tenemos aquí es el arca del pacto que se veía en el templo, el símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo.

Footnotes:

  1. Apocalipsis 11:1 Cf. Ez 40.3; Zac 2.1-2. La medición del templo debe entenderse como signo de la protección especial de Dios a su pueblo. El templo de Jerusalén ya había sido destruido en el año 70 d.C. por el ejército romano.
  2. Apocalipsis 11:2 La ciudad santa: Jerusalén. Cf. Is 63.18; Dn 8.13; Lc 21.24.
  3. Apocalipsis 11:2 Cuarenta y dos meses: Ap 13.5; equivale a 1260 días (v. 3; Ap 12.6) o tres años y medio (Ap 12.14), que es la mitad de siete años. Así como el número siete simboliza lo perfecto y completo, la mitad simboliza lo contrario; véase Ap 1.4 nota h, y cf. Dn 7.25; 12.7.
  4. Apocalipsis 11:3 Los dos testigos no son identificados; sus características corresponden en parte a las del gobernante Zorobabel y el sacerdote Josué (Zac 3.1--4.14), y en parte a las de Elías y Moisés (véanse 11.6 y notas correspondientes), pero aquí parecen representar al pueblo de Dios en su condición de testigo-mártir.
  5. Apocalipsis 11:3 Mil doscientos sesenta días: Véase 11.2 nota c.
  6. Apocalipsis 11:3 Ropas ásperas: o cilicio. Los testigos estaban vestidos con ropas ásperas como símbolo de su llamado a la conversión.
  7. Apocalipsis 11:4 Alusión a Zac 4.1-3,11-14.
  8. Apocalipsis 11:6 A fin de que no llueva...: Cf. la acción de Elías en 1 R 17.1, cuando la sequía duró un tiempo igual al que se anuncia aquí en 11.3 (cf. Lc 4.25; Stg 5.17).
  9. Apocalipsis 11:6 Para convertirlas en sangre: Cf. la acción de Moisés en Ex 7.17-24.
  10. Apocalipsis 11:7 La bestia: Cf. Ap 13.1-7; 17.8, y también Dn 7.7,21.
  11. Apocalipsis 11:7 Del abismo: Véase Ap 9.1 nota b.
  12. Apocalipsis 11:8 La gran ciudad... donde... nuestro Señor fue crucificado: es decir, Jerusalén, que aquí aparece como la ciudad rebelde a Dios por excelencia. Por eso se identifica con Sodoma y con Egipto, lugares de perversión e idolatría. Cf. Is 1.10; 3.9.
  13. Apocalipsis 11:11 El espíritu de vida... entró en ellos, se levantaron sobre sus pies: cf. Ez 37.5,10.
  14. Apocalipsis 11:12 2 R 2.11.
  15. Apocalipsis 11:13 Ap 6.12; 16.18.
  16. Apocalipsis 11:13 Dieron gloria al Dios del cielo: o alabaron a Dios; Ap 14.7; 15.4.
  17. Apocalipsis 11:14 Ap 9.12; véase 8.13 nota n.
  18. Apocalipsis 11:15 Cuando el séptimo ángel tocó la trompeta, se alzaron grandes voces en el cielo que cantaban un himno de triunfo por el establecimiento final del reino eterno de Dios y de su Cristo.
  19. Apocalipsis 11:15 Ap 10.7. Cf. Dn 2.44; 7.14,27; cf. también Ex 15.18.
  20. Apocalipsis 11:16 Cf. Ap 4.9-11, donde se presenta una escena semejante a la de 11.16-18.
  21. Apocalipsis 11:17 En diversos ms. no aparece: y que has de venir.
  22. Apocalipsis 11:18 Sal 2.1-6.
  23. Apocalipsis 11:18 Ap 19.5; cf. Sal 115.13.
  24. Apocalipsis 11:19 El Arca de su pacto simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo (Ex 25.10-22; cf. Ap 21.3,22).
  25. Apocalipsis 11:19 Voces: o estruendos.
  26. Apocalipsis 11:19 Ap 8.5; 16.18-21.

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