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sábado, 16 de enero de 2010

Romanos 7


Analogía tomada del matrimonio

Los dos temas de Romanos capitulo 7 son 1) la relación del creyente con la ley y 2) la absoluta incapacidad de la ley para santificar. Comparemos Romanos capítulo 7 con Romanos capítulo 6:





Romanos 6


Romanos 7


Palabra Clave del Capítulo


PECADO
(ver versículos 1, 2, 6, 7, 10-23) 11 veces


LEY
(ver versículos 1-14, 16, 22, 25) 18 veces


La Relación del Creyente


La Relación del Creyente con el Pecado


La Relación del Creyente con la Ley


Dominio


El pecado domina (6:14)


La ley domina (7:1)


Muerte


Yo morí al pecado (6:2)


Yo morí a la ley (7:1)


Libertad


Libre del pecado (6:8)


Libre (libertado) de la ley (7:3,6)


Novedad


Andar en VIDA nueva (6:4)


Servir en un régimen nuevo del ESPÍRITU (7:6)


Fruto de la Carne
Fruto del Espíritu
(VIDA de Dios)


Romanos 6:21
Romanos 6:22


Romanos 7:5
Romanos 7:4

Para tener victoria en la vida cristiana, el creyente tiene que SABER, CONSIDERAR y PRESENTAR (ver apuntes de Romanos 6). La fe en la obra terminada de Cristo es clave. La tendencia humana es tratar de vivir la vida cristiana en la carne, por obras, por nuestro propio esfuerzo humano, por nuestro afán y desvelo, por nuestras luchas y contiendas, haciendo resoluciones, tratando de seguir reglas, normas y programas, etc. Mientras más tratamos, tanto más fallamos. El tema de Romanos capítulo 7 es que la santificación (santidad) por medio de la ley no da resultado. Ver Gálatas 3:1-5.

Debemos recordar la afirmación que Pablo hace en Romanos 6:14 –“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Esto implica que si estuviéramos bajo la ley, el pecado tendría dominio sobre nosotros. ¿Qué significa GRACIA y qué significa LEY?

Gracia significa que Dios hace algo por mí; ley significa que yo hago algo por Dios. Dios pone sobre mí ciertas demandas santas y rectas: eso es ley. Ahora, si ley significa que Dios requiere de mí que yo cumpla algo, entonces liberación de la ley significa que ÉL ya no requiere eso de mí, SINO QUE ÉL MISMO LO PROVEE. La ley implica que Dios requiere que yo haga algo para ÉL; liberación de la ley implica que ÉL me exime de hacer aquello, y que en gracia, ÉL Mismo lo hace. El tema de Romanos 7 es que el hombre en la carne trató de hacer algo para Dios. Tan pronto como tú tratas de agradar a Dios de esa manera, te pones bajo la ley, y la experiencia de Romanos 7 empieza a ser tuya. El problema no es la ley (ver Romanos 7:12); el problema es el hombre pecador (Romanos 7:14; 8:7).

1 ¿Acaso ignoráis, hermanos (hablo con los que conocen de leyes), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que este vive?

Al usar esta analogía, Pablo pone de manifiesto que Cristo también nos libera de la Ley. Parece referirse a la ley de Moisés, conocida por los lectores originales de la epístola; algunos consideran que esta expresión se refiere a la ley del imperio romano.

“Dominio” significa estar bajo el señorío de la ley. La ley es señor sobre el hombre (gobierna al hombre), de modo que el hombre está sometido a la ley mientras vive. EL ESTÁ BAJO LA LEY MIENTRAS VIVE. Hay una sola cosa que puede romper la relación del hombre con la ley: MUERTE.

2 La mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras este vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley que la unía a su marido.

3 Así que, si en vida del marido se une a otro hombre, será llamada adúltera; pero si su marido muere, es libre de esa ley, de tal manera que si se une a otro marido, no será adúltera.

Mujer casada” – tiene un marido y está sujeta a él. “Está sujeta” significa “unidos” (cuando dos personas se casan, ellos están unidos de por vida; están unidos el uno al otro hasta que la muerte los separe – ver Mateo 19:5-6). El matrimonio es un COMPROMISO hasta que una de las dos personas muere (ver 1 Corintios 7:39). Nadie puede ser libertado de la ley del matrimonio hasta que ocurre esta muerte.

El matrimonio es un compromiso de por vida. Mientras el marido viva, ella no es libre para casarse con otra persona o para iniciar una relación con otra persona—esto sería adulterio. Si su marido muere, entonces ella es libre (1 Corintios 7:39). La muerte termina con la relación y permite una nueva relación. Para ver la enseñanza del Señor en cuanto al matrimonio y al divorcio, ver Lucas 16:18 (entre muchos otros lugares). El punto principal de esta ilustración es el siguiente: LA MUERTE ACABA LA RELACIÓN Y HACE POSIBLE UNA NUEVA RELACIÓN.

4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

Estoy atado por la ley. La ley tiene dominio sobre mí. ¿Cómo puedo ser rescatado y puesto en libertad? En la muerte de Cristo, YO MORÍ: Yo morí a la ley. La ley no puede morir, pero yo morí. Mi muerte hace posible una nueva relación con un nuevo marido: “Para que seáis de Otro, del que resucitó de los muertos”. Por cuanto yo morí con Cristo, yo estoy LIBRE DE LA LEY. Por cuanto estoy vivo en Cristo, puedo ser UNIDO A ÉL EN UNA MARAVILLOSA RELACIÓN. Dios ha hecho posible (por SU gracia) que fuéramos desatados de la ley y fuéramos juntados a Jesucristo (en UNIÓN con ÉL). Ahora Cristo tiene dominio sobre mí, no la ley. La ley es un marido terrible –estricto, inflexible, severo, rígido, exigente e inconmovible. El Señor es un marido maravilloso—misericordioso, bondadoso y ÉL, por Su poder y por Su vida, me CAPACITA para agradarle. Tal como una relación matrimonial produce FRUTO (hijos), así mi matrimonio con Cristo produce fruto (ver Romanos 6:22; Gálatas 5:22-23). Ver también Juan 15:1-7; “fruto” “más fruto” “mucho fruto”.

Note que hay una sola mujer, en tanto que hay dos maridos. La mujer está en una posición muy difícil, porque ella solo puede ser la esposa de uno de los dos y, desafortunadamente, ella está casada con el menos deseable. El hombre con el cual está casada es un buen hombre; pero el problema está en que el marido y la mujer son totalmente inadecuados el uno para el otro. El es un hombre muy meticuloso, sumamente preciso; ella, por otra parte, es muy despreocupada. Con él todo es preciso y exacto; con ella todo es informal e improvisado. El quiere que todas las cosas sean metódicas, mientras que ella toma las cosas como vienen. ¿Cómo puede haber felicidad en un hogar como ese?

El marido es también tan estricto. El está continuamente exigiéndole algo a su esposa. Sin embargo, no se le pueden encontrar faltas a él, porque como marido, él tiene derecho a esperar algo de su mujer; y todas sus demandas son perfectamente legítimas. Nada malo hay en el hombre y nada malo hay con sus demandas; el problema es que él no tiene la mujer adecuada para cumplirlas. La pobre mujer está muy atribulada. Ella está consciente de que a menudo comete faltas, pero, al vivir con semejante marido, parece que todo lo que ella dice o hace está mal. ¿Hay alguna esperanza para ella? Si solo estuviese desposada con ese otro Hombre, todo estaría bien. El no es menos exigente que su marido, pero él también le ayuda mucho. Ella desearía mucho desposarse con ÉL, pero su marido vive aún. ¿Qué puede hacer? Ella está sujeta por ley a su marido, y a menos que él muera, ella no puede casarse legítimamente con ese otro Hombre.

El primer marido es la Ley; el segundo marido es Cristo; y tú eres la mujer. La Ley requiere mucho, pero no ofrece ninguna ayuda para cumplir sus exigencias. El Señor Jesús requiere aún más (Mateo 5:21-48), pero lo que Él requiere de nosotros, Él mismo procede a efectuarlo en nosotros. La Ley nos hace demandas, pero nos deja sin ayuda para cumplirlas; Cristo hace demandas, pero ÉL Mismo las cumple en nosotros. No es sorprendente que la mujer desee librarse del primer marido para poder desposarse con aquel otro Hombre. Pero su única esperanza de liberación reside en la muerte del primer marido, y éste se aferra tenazmente a la vida. En realidad, no hay la más mínima esperanza de que muera (Mateo 5:18). La Ley permanecerá por toda la eternidad. Si la Ley nunca dejará de ser, ¿cómo podré unirme algún día a Cristo? ¿Cómo puedo casarme en segundas nupcias, si mi primer marido no quiere morir? Hay una única salida. Si él no quiere morir, yo puedo morir; y si yo muero, la relación matrimonial está disuelta. Los versículos 1-3 muestran que el marido debe morir, pero en el versículo 4 vemos que en realidad es la mujer la que muere. La Ley no se va, pero yo sí y mediante la muerte me libro de la Ley. ¿Cómo muero? Cuando Cristo fue crucificado, yo fui crucificado con ÉL. Esto fue hecho para siempre en el Monte Calvario.

Pero si yo estoy muerto, ¿cómo me puedo casar con otro? En la muerte de Cristo, yo morí y en la resurrección de Cristo, yo VIVO. De modo que puedo unirme en matrimonio a Cristo.

El creyente está desposado con Cristo. Es una RELACIÓN DE AMOR y no una RELACIÓN DE LEY (LEGAL). El Cristianismo consiste en esta relación de amor (vinculado a Cristo y en unión con ÉL). El Cristianismo no es una RELIGIÓN, es una relación con una PERSONA, el Hijo de Dios (Juan 17:3). No es hacer algo, sino es conocer a Alguien (Juan 17:3; 1 Juan 2:3-4). No es un conjunto de reglas y no es un sistema de moral. Es una relación única e íntima con el único verdadero Dios y con Jesucristo, a quien ÉL ha enviado.

Muchos en nuestros días han perdido la visión de esta verdad. Para muchos la vida Cristiana ha degenerado en otro sistema religioso legal. Es común que la gente se vea envuelta en reglamentos y regulaciones y requerimientos y obligaciones. Es fácil que uno piense que la vida Cristiana consiste en leer la Biblia y en orar y en testificar y en memorizar y en hacer ciertas cosas y en dejar de hacer ciertas cosas. Sabemos como debería vivir un Cristiano, sabemos como debería actuar un Cristiano, sabemos como debería hablar un Cristiano, sabemos como debería pensar un Cristiano, sabemos la clase de cosas que un Cristiano debería hacer y sabemos la clase de cosas que un Cristiano no debería hacer, Y SIN DARNOS CUENTA, LA VIDA CRISTIANA HA PERDIDO EXACTAMENTE LO QUE LA DIFERENCIA DE CUALQUIER OTRA RELIGIÓN. No hemos comprendido el verdadero sentido.

Para enfatizar ésto, veamos lo que la Biblia no dice:

Filipenses 1:21 – Para mi vivir en Cristo es ganancia: leer mi Biblia, memorizar las Escrituras, orar minutos diariamente y testificar en cada oportunidad.

Filipenses 3:8 – Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia de tratar de cuidar mi lengua, tratar de vencer mis malos hábitos y tratar de tener mis devocionales diarios.

Filipenses 3:10 – A fin de hacer ésto y evitar hacer aquello y obligarme a testificar y evitar toda apariencia de mal.

Apocalipsis 2:4 – Pero tengo contra ti que has dejado tu programa de lectura diaria de la Biblia y has quebrantado tus resoluciones de Año Nuevo y has fallado en guardar los 10 Mandamientos.

2 Corintios 5:9 – Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, cuidar nuestra compostura, seguir nuestra dieta, memorizar versículos, tener suficiente descanso y no ver demasiados malos programas de televisión.

¿Qué es lo que dicen realmente estos versículos? El énfasis en los versículos mencionados está en CONOCER y AMAR y AGRADAR a una PERSONA. Lee Colosenses 1:9-12 con cuidado. Nota el énfasis de esta gran oración: conocer Su voluntad (v.9), andar con ÉL (v.10), agradarle a ÉL (v.10), crecer en el conocimiento de ÉL (v.10), ser fortalecido por ÉL (v.11), tener gozo en ÉL (v.12), dar gracias a ÉL (v.12).

Pensemos nuevamente en la relación matrimonial. Hay muchas cosas que el marido debe hacer y hay muchas cosas que el marido no tiene que hacer. Hay tareas que él debe ejecutar, hay responsabilidades que él debe llevar y hay obligaciones que él debe cumplir. Pero, ¿por qué hace él todas estas cosas? PORQUE EL HA DECIDIDO AMAR A UNA PERSONA –es decir, a su esposa. La esposa hace muchas cosas: ¿POR QUÉ hace ella todas esas cosas? ¿Porque su esposo le ha dado una larga lista de DEBES y NO DEBES? No. Ella hace estas cosas porque está respondiendo al amor de su esposo. La relación matrimonial se basa en el amor, no en la ley.

¿De qué se trata entonces la vida cristiana? La Vida Cristiana simplemente es conocer a una Persona, a Jesús, amarlo a ÉL, buscar agradarle a ÉL, andar con ÉL, honrarle a ÉL, obedecerle a ÉL, agradecerle a ÉL, gozarse en ÉL, deleitarse en ÉL, confiar en ÉL, crecer en ÉL, hablar con ÉL, hablar a otros acerca de ÉL, permanecer en ÉL, aprender de ÉL, aprender acerca de ÉL, estar a Sus pies y disfrutar de Su presencia.

Al vivir cada día, ¿estamos andando con una Persona y disfrutando SU presencia o estamos siguiendo una rutina religiosa legal? Si tenemos realmente esa relación de amor íntima y única con el Señor Jesucristo, ésto cambiará entonces todo lo que hagamos. Esto cambiará la ORACIÓN (orar es hablar a la Persona que amo). Esto cambiará nuestro ESTUDIO DE LA BIBLIA (deseo conocer mejor a esta Persona). Esto cambiará el TESTIFICAR (deseo que otros conozcan a esta Persona maravillosa. Deseo que otros conozcan al Cristo que yo conozco y amo). Compare Apocalipsis 2:2-4.

¿Estamos caminando con una Persona o estamos ocupados con una religión? A la luz de Juan 17:3, ¿podemos decir de corazón: “YO CONOZCO A ESTA PERSONA COMO A MI SALVADOR, MI SEÑOR, MI AMIGO, MI SOBERANO MAESTRO, MI AYUDADOR, MI PASTOR, MI COMPAÑERO SIEMPRE-PRESENTE… (y tantas cosas más que podrían decirse)”?

5 Mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas, estimuladas por la Ley, obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.

El versículo 4 habla sobre el fruto de la nueva relación; el versículo 5 mira el fruto que se producía bajo la antigua relación. En unión con Cristo y permaneciendo en ÉL, puedo llevar fruto para Dios (v.4). En la carne (ver Romanos 8:8-9), las pasiones pecaminosas que eran (excitadas) por la ley, obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte (v.5). Comparar también Romanos 6:21 (el fruto de la vida vieja) y Romanos 6:22 (el fruto de la vida nueva). La ley nunca podrá vencer mis pasiones. Solo puede excitar mis pasiones. Note las palabras que están unidas en este versículo: LEY— PECADO —MUERTE y compare luego con Romanos 8:2.

6 Pero ahora estamos libres de la Ley, por haber muerto para aquella a la que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.

“Pero ahora (ahora que somos salvos y que estamos EN CRISTO), hemos sido (tiempo pasado) librados (soltados, relevados, compare 7:2 y 7:3 “libre”) de la ley por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos (atados), de modo que sirvamos (como esclavos de Dios—Romanos 6:22) bajo el régimen nuevo del Espíritu (compare Romanos 8:2) y no bajo el régimen viejo de la letra (una referencia a la ley)”. La ley nunca puede libertar a una persona. Necesitamos el Espíritu de Dios y la vida de Dios. El creyente puede decir, “Yo morí a la ley por la muerte de Cristo y yo vivo para servir a Dios por la resurrección de Cristo”. Pablo lo dijo de esta manera, “Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios” (Gálatas 2:19 y ver también Gálatas 2:20). ¿Has descubierto el maravilloso hecho de que como creyente en Cristo tú has MUERTO a la ley y que VIVES para Dios?

El pecado que habita en mí

7 ¿Qué, pues, diremos? ¿La Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; y tampoco conocería la codicia, si la Ley no dijera: «No codiciarás».

No conocí el pecado: o lo que es el pecado. Génesis 3.21-22. Hablando en primera persona, Pablo describe en 7.7-25 la situación de la humanidad antes que Jesucristo realizara su obra salvadora. Algunos consideran que la sección 7.14-25 se refiere al cristiano que no vive según el Espíritu.

Note lo que se nos ha dicho hasta ahora acerca de la ley en este capítulo:

Versículo 2 - sujeto por la ley . . . libre (relevado) de la ley
Versículo 3 – libre de la ley
Versículo 4 – muerto a la ley
Versículo 5 – la ley excita nuestras pasiones pecaminosas
Versículo 6 – libres (relevados). . . estábamos (sujetos)

La ley suena como algo horrible. Cuán terrible debe ser la ley que yo necesite ser librado de ella y necesite ser rescatado de ella. Me tiene sujeto y atado. Excita mis pasiones pecaminosas.

La ley parece ser algo muy malo, pero no lo es, y Pablo corrige esta idea equivocada: “¿LA LEY ES PECADO?” ¿La ley es algo malo, pecaminoso, malvado? ¡DIOS NO LO PERMITA! ¡Que perezca tal pensamiento! ¡Que no sea así! El verdadero problema no es con la ley. ¡No culpes a la ley! (La pregunta es contestada en realidad en Romanos 7:12. La ley es, en efecto, lo opuesto al pecado).

Ver la ilustración del espejo bajo Romanos 3:20 de estos apuntes. El propósito del espejo es mostrar a la persona que su cara está sucia. El problema no es el espejo, sino la cara de la persona. El espejo no está sucio en absoluto. Pero el espejo revela la suciedad que hay en la cara. No puedes culpar al espejo por la cara sucia. “Pero”, significa “por el contrario”. La ley no es pecado, pero revela el pecado (Romanos 3:20). El espejo no está sucio, pero revela la suciedad. “No conocí el pecado”. Pablo ignoraba su propio pecado. (Antes de que apareciera el espejo, la persona pensaba que tenía una cara limpia). Tal como el espejo muestra la suciedad, así la ley muestra (y convence de) el pecado.

Pablo da un ejemplo específico de cómo la ley revela el pecado. Su ilustración es el Décimo Mandamiento. “Codiciar” significa “deseo intenso, tener un fuerte deseo por lo que otros tienen, avaricia, un gran anhelo por lo que pertenece a otro”. Parafraseando: “Yo habría sido ignorante de este desagradable pecado de codicia que había en mí, a no ser por el hecho de que Dios tiene un excelente espejo, hecho especialmente para revelar la avaricia de mi propio corazón, es decir, el Décimo Mandamiento (Éxodo 20:17): “NO CODICIARÁS (NO TENDRÁS UN DESEO VEHEMENTE POR COSAS QUE PERTENECEN A OTROS)”. Dios tiene un espejo muy especial para mostrar esa clase especial de suciedad, la suciedad de la codicia, y este espejo se llama el Décimo Mandamiento.

8 Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda codicia porque sin la Ley, el pecado está muerto.

“Mas el pecado (el verdadero culpable), tomando ocasión (oportunidad) por el mandamiento (el Décimo Mandamiento), produjo (causó) en mí toda (toda clase de) codicia (anhelo, un fuerte y ardiente deseo, pasión); porque sin la ley (antes de que viniera el mandamiento) el pecado está muerto (inactivo, sin vida, dormido, mostrando poca actividad)”. Sin el espejo, la persona no se da cuenta de su cara sucia, pero cuando aparece el espejo, esa suciedad parece cobrar vida. “Guau, mira esa suciedad”. Estaba allí todo el tiempo, pero el espejo lo hizo tomar conciencia de ella. Piensa en una serpiente enrollada durmiendo al sol. Está inactiva y casi parece muerta. Pero si vienes y la golpeas y molestas, esa serpiente realmente cobra vida (es puesta en actividad). Esto es lo que la ley hace con el pecado.

Ilustración: Piensa en el Segundo Mandamiento en Éxodo 20:4. Este mandamiento es santo y justo y bueno. Nada tiene de malo. Pero cuando el hombre pecador es confrontado con un mandamiento santo, ¿qué es lo que hace naturalmente? Se rebela y subleva en su contra. Dios dice TU DEBES y el rebelde responde ¡NO QUIERO! Dios dice TU NO DEBES y el rebelde dice ¡POR CIERTO QUE QUIERO! Así tenemos el trágico relato de Éxodo 32:7-8. El pecado de idolatría siempre estuvo en sus corazones, pero el mandamiento lo despertó. El pecado de idolatría estaba muerto e inactivo y dormido antes de que el mandamiento fuese dado. No habían tenido antes el hábito de hacer becerros de oro. La ley despertó e incitó el pecado. ¿Podemos culpar al Segundo Mandamiento por el becerro de oro? ¡Dios no lo permita!

9 Y yo sin la Ley vivía en un tiempo; pero al venir el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.

“En un tiempo” se refiere al tiempo antes de que Pablo fuese confrontado con la ley de Dios, al tiempo antes de que viniera la ley. “Vivía” conlleva el significado de inalterado, despreocupado, no darse cuenta de la grave sentencia de muerte que pendía sobre él. Todo parecía en orden (como la persona con la cara sucia que aún no se había mirado en el espejo. Todo parecía bien, pero no estaba bien. El problema está, aún cuando yo todavía no me doy cuenta). “El pecado revivió” significa “el pecado volvió a la vida, volvió a vivir” (es una palabra que se usa para la resurrección). El mandamiento hace revivir el pecado y resucita el pecado (tal como la serpiente que repentinamente volvió a la vida). “Yo morí” –de improviso me di cuenta que soy un trasgresor de la ley y los trasgresores de la ley merecen la muerte. Por lo cual la ley es llamada “el ministerio de muerte” y “el ministerio de condenación” (2 Corintios 3:7,9). La santa ley de Dios convence y “mata” al pecador.

10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte,

“Era para vida” – Esta expresión es explicada en Mateo 19:16-17 y en Lucas 10:25-28. Todo lo que una persona necesita hacer para VIVIR y para heredar la vida eterna es guardar la ley. Pero tiene que guardarla perfecta y completamente y tiene que hacerlo así durante toda su vida. El problema es que ninguna persona jamás ha hecho ésto y ningún pecador jamás hará esto. Los que tienen sus caras limpias, no tienen que temer al espejo. El problema es que ninguno de nosotros tenemos una cara limpia. Todos somos pecadores, de modo que la ley nos condena a todos. “A mí me resultó para muerte”—Cuando fui confrontado con la ley, me di cuenta de mi pecaminosa desobediencia.

11 porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por él me mató.

¿Quién es responsable por engañarte y matarte? ¿Quién es el verdadero culpable? ¿Quién es el verdadero engañador y el verdadero homicida? EL PECADO.

Hebreos 3:13—EL PECADO, el engañador
Santiago 1:15 – El PECADO, el homicida

El pecado tomó ventaja de la ley, se aprovechó de la ley.

12 De manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.

Este versículo es la conclusión de la sección (la conclusión es indicada por las palabras “de manera que”) y responde a la pregunta surgida en el versículo 7. El problema no es la ley. La ley es una imagen perfecta del Dios que la dio. (Es un excelente espejo. Puede mostrarme mi suciedad, pero no me puede limpiar). La ley es santa, pero no me puede hacer santo. La ley nunca puede santificar. Sólo puede mostrarme cuán impío soy. La ley es justa, pero nunca podrá justificarme (Romanos 3:20; Gálatas 2:16). Solo me puede condenar. La ley es buena, pero nunca puede hacerme bueno. Solo puede mostrarme mi miseria (Romanos 7:24) y el mal que mora en mí (Romanos 7:17-21).

13 Entonces, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien, el pecado, para mostrarse como pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que el pecado, por medio del mandamiento, llegara a ser extremadamente pecaminoso.

Vemos nuevamente que el verdadero culpable es el pecado. La ley no trae la muerte, EL PECADO LO HACE (Santiago 1:15; Romanos 6:23). No culpes a la ley. El verdadero enemigo es el pecado.

Pero el pecado usa lo que es bueno (la ley). “Sobremanera pecaminoso” significa “extremadamente pecaminoso”. La ley aumenta el pecado (la suciedad estaba allí todo el tiempo, pero yo no pensaba que tenía un problema hasta que me miré al espejo, y entonces pareció extremadamente sucio). Cuando quiera que nos miremos al lado de algo SANTO, nos veremos a nosotros mismos como absolutamente pecaminosos (comparar Isaías 6:1-5). Al lado de la SANTA LEY de Dios, nosotros aparecemos como totalmente impíos.

Note las tres cosas que la ley hace respecto al pecado:

La ley REVELA EL PECADO (como un espejo) –v.7; Romanos 3:20

La ley DESPIERTA EL PECADO (ilustración de la serpiente) –v.5, 9

La ley a AUMENTA EL PECADO –v.13 y comparar con 1 Co.15:56

14 Sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido al pecado.

Yo soy carnal: o débil. Pablo usa con frecuencia los términos carne, carnal, en oposición a espíritu, espiritual. Con ellos puede designar diversas realidades. En general, el término carne, aplicado al ser humano, no designa una parte de él, sino a toda la persona desde el punto de vista de su debilidad física o moral. En Romanos predomina el uso de esta palabra para designar a la persona en su debilidad moral, sujeta al pecado y a la muerte.

La ley es espiritual. No hay problema con la ley. La ley no es carnal. El verdadero problema SOY YO. En el versículo 14 el pronombre “YO” es enfático. Yo soy carnal, vendido al pecado (soy un esclavo del pecado). Note cuántas veces el pronombre “yo” es repetido en los versículos siguientes. Note también que en el versículo 14 Pablo dice “Yo soy carnal”. El no está hablando de su estado pasado, cuando era inconverso, sino de su condición presente. ¿Cómo es posible que un cristiano sea carnal, un esclavo del pecado?

Ante todo debemos reconocer que hay un sentido en el cual el verdadero creyente no es carnal. Romanos 8:9 dice “no vivís según la carne, sino según el Espíritu”. Pablo se refiere a su vida no salva como el tiempo en que estaba “en la carne” (ver Romanos 7:5). En otras palabras, hablando posicionalmente, un verdadero creyente (una persona salva) ya no está en el reino de la carne, sino en el reino del Espíritu (Romanos 8:9): El está en Cristo y Cristo está en él. Posicionalmente así mismo, la persona salva ya no es esclava del pecado, como hemos visto en Romanos 6:17-18; 6:22. Sin embargo, en Romanos 7:14 Pablo no se está refiriendo a su gloriosa posición, sino a su condición presente. Se está refiriendo a su experiencia actual al vivir la vida cristiana. Y es posible que un verdadero cristiano tenga un ANDAR carnal (1 Corintios 3:1-4). Esto no significa que la vida cristiana de Pablo estuviera marcada y caracterizada por la carnalidad. Esto se contradice con todo lo que sabemos sobre el apóstol. Pero debemos decir que Romanos 7:15-24 fue la experiencia muy real del apóstol y todo creyente honesto debe confesar que de un modo u otro, él también ha tenido las mismas experiencias y que ha pasado por las mismas luchas que el apóstol describe aquí.

La esclavitud que estaba experimentando Pablo es explicada en los siguientes versículos:

15 Lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso hago.

“Porque” –esto explica la expresión “vendido al pecado” (esclavo del pecado) del v.14. ¿Qué es un esclavo? Un esclavo es una persona que está bajo el dominio de otro, y por ésto no puede hacer, lo que quiere hacer; y tiene que hacer, lo que no quiere hacer, incluso, lo que odia hacer. Un ejemplo de ésto serían los hijos de Israel que sufrían bajo la esclavitud en Egipto. El esclavo israelita estaba obligado a hacer ladrillos. El no quería hacer esto, pero tenía que hacerlo. El quería hacer otras cosas, pero no podía hacer lo que quería. Del mismo modo, la persona que es esclava del pecado está en una lucha desconcertante (“no entiendo”, “no comprendo, estoy perplejo”). Lo que él quiere hacer, no lo hace. Lo que detesta hacer, eso hace. No puedo hacer, lo que quiero hacer; y tengo que hacer, lo que odio hacer.

16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la Ley es buena.

“Apruebo” =estar de acuerdo. Esta persona está de acuerdo con la ley. Ejemplo: “No codiciarás”. “Estoy de acuerdo. Esta es una buena ley. El mandamiento de Dios contra la codicia es santo y recto y bueno. Digo ¡AMEN! a ello. No quiero codiciar. Yo se que codiciar es malo. Odio la codicia, ¡PERO NO PUEDO HACER OTRA COSA QUE CODICIAR! Soy un esclavo de este pecado”.

17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que está en mí.

Aquí tenemos el problema del pecado que mora en mí, un gran problema que enfrenta todo creyente. Es interesante cómo Pablo hace una diferencia entre él y el pecado que mora en él: “NO YO. . . SINO EL PECADO”. Esto indica que Pablo está escribiendo desde la perspectiva de una persona salva. El yo pecaminoso no es su verdadero yo. Pablo era un hombre nuevo en Cristo, pero el viejo Pablo era responsable del pecado. Pablo no está tratando de desligarse de su responsabilidad por sus acciones, sino está distinguiendo entre las dos naturalezas, como también lo hace en el v.20.

Romanos 7:17 – “ya no soy yo, sino el pecado”. Esto es ¡EL GRITO DE DERROTA!

Gálatas 2:20 – “ya no yo, sino Cristo”. Esto es ¡EL GRITO DE VICTORIA!

18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

Literalmente podría traducirse: “Ninguna cosa buena mora en mí”. Esta es una frase dura, pero todo creyente necesita ver ésto y creerlo. ¿Por qué tenemos el paréntesis que contiene las palabras, “esto es, en mi carne”? Esto es otro indicio de que Pablo estaba escribiendo desde la perspectiva de una persona salva, no de una persona no regenerada. Pablo tenía que hacer esta aclaración entre paréntesis, porque él sabía que, además de su carne pecaminosa, algo (Alguien) muy bueno moraba en él (ver Romanos 8:9). “Querer” significa “desear, tener la voluntad de”. Yo quiero hacer el bien, yo quiero tener victoria sobre el pecado, yo quiero guardar la santa ley de Dios y obedecer la Palabra de Dios, pero yo NO TENGO PODER para hacerlo. Soy inhábil. Soy impotente. No puedo hacerlo. ¡Soy absolutamente INCAPAZ de vivir la vida cristiana! ¿Has hecho este descubrimiento? La nueva criatura en Cristo tiene la voluntad de hacer lo que es bueno y justo pero no tiene poder. El poder no está en nosotros mismos, sino se encuentra solo en Dios el Espíritu Santo (Filipenses 2:13).

19 No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

El pensamiento es el mismo que en el versículo 15. El bien que quiero hacer, no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso hago. Todos estos versículos describen la lucha de quienes son verdaderos creyentes. Las personas no regeneradas no tienen esta clase de lucha, porque ellos tienen solo una naturaleza (una naturaleza corrupta, pecaminosa). Ellos desean el mal y lo hacen (a menos que sean reprimidos por otros medios). Ellos odian lo que es bueno y justo y lo evitan. Las personas no salvas pecan y lo hacen con gusto. El creyente peca y odia hacerlo. El deseo de hacer bien, tal como lo encontramos en el v.20, es el deseo del “hombre nuevo” y no el deseo del hombre inconverso.

20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí.

Está en mí: En los pasajes anteriores, el pecado es personificado como un amo respecto de sus esclavos; aquí es como una fuerza maligna que vive en el ser humano y que desata una lucha contra el espíritu.

El pensamiento es paralelo al v.17. Soy incapaz de quebrar el poder del pecado que mora en mí. No puedo hacerlo. De igual manera, nada podían hacer los israelitas para romper el poder que los egipcios tenían sobre ellos. ¿Qué es lo que necesitaban? UN LIBERTADOR. Alguien que pudiera rescatarlos de la esclavitud por SU PODER.

21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí,

Esta ley es la “ley del pecado y de la muerte” que también es mencionada en 7:23; 7:25 y 8:2. Yo no quiero codiciar; yo quiero contentarme, pero ese pecado de codicia está en mí (en mi corazón) y como soy esclavo de ese pecado, tengo que codiciar. Yo no quiero, pero lo hago.

22 pues según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;

Estas palabras son inapropiadas en la boca de un hombre no regenerado. Solo un hombre salvo se deleita en la ley de Dios (como David, Salmo 19:7-10; Salmo 119:35).

“Deleitar” significa estar de acuerdo (comparar v.16 “consentir”). “Yo estoy felizmente de acuerdo con la ley de Dios”. Estoy de acuerdo con la ley de Dios y deseo sinceramente obedecerla, pero soy un esclavo y un cautivo del pecado (v.23).

23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

Note la gran batalla y conflicto y lucha que está teniendo lugar (Gálatas 5:17). Note quién está luchando en esta contienda:


Por un lado


Por el otro lado


El que está de acuerdo con la ley de Dios y se deleita en ella (v.16,22)


El pecado morador (v.17, 20)


El que odia el pecado (v.15)


La carne, en la cual nada bueno hay (v.18)


El que quiere y desea hacer bien (v.18, 19)


El mal siempre-presente (v.21)


“El hombre interior” (v.22)


El “hombre miserable” (v.24)


La “mente” renovada (v.23, 25)


La carne que está bajo la ley del pecado y la muerte (v. 23, 25).

¿Quién está ganando esta guerra? El versículo 23 dice que yo ya he perdido. Soy un prisionero de guerra. Un cautivo. ¡Estoy vencido!

24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?

¿Quién... cuerpo de muerte?: puede también traducirse ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?

“Miserable de mí” significa “desventurado”. Ver las mismas palabras en Apocalipsis 3:17. ¡Un hombre miserable en una condición miserable! Todo creyente necesita llegar al punto en que reconoce su propia miseria. Tenemos que ver nuestra desesperada necesidad, aún como creyentes. Dios nos lleva a las profundidades de la desesperación, no para dejarnos allí, sino para llevarnos a las alturas de Su gracia. El hombre miserable es un cautivo y un esclavo del pecado –queriendo hacer lo que es recto, pero no teniendo el poder para hacer el bien y termina haciendo lo que detesta.

“¿Quién me librará?” En este clamor por un LIBERTADOR, note que él no dice: ¿QUÉ DEBO HACER? o ¿CÓMO ME LIBERTO A MÍ MISMO? No, esta persona ha llegado al final de sí misma. La dependencia de sí MISMO lo ha llevado solo al fracaso y a la derrota. Ha descubierto que por sí mismo es totalmente incapaz, impotente y sin esperanza, y finalmente clama por liberación fuera de sí mismo. La ley no le puede ayudar. La ley no puede hacerlo santo. La ley no lo puede santificar. El clama por el SEÑOR, no por la ley. La ley no es cumplida por nosotros; es cumplida EN NOSOTROS (como veremos en Romanos 8:4) por el poder del Espíritu Santo, cuyo fruto es AMOR, que es el cumplimiento de la ley (Gálatas 5:22; Romanos 13:8-10).

“Este cuerpo de muerte” – comparar Romanos 6:6—“cuerpo de pecado”; Romanos 7:23 “la ley del pecado que está en mis miembros”. Nuestros cuerpos aún no han sido redimidos (ver Romanos 8:23). El cuerpo es el cuartel general del pecado morador y los miembros del cuerpo son los instrumentos del pecado morador (comparar 6:13).

25 ¡Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro! Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne, a la ley del pecado.

El Señor Jesucristo es el gran Libertador (Romanos 11:26 y 2 Corintios 1:10). La palabra “gracias” es una palabra de fe. “Yo creo que Jesucristo es mi gran Libertador del pecado. ¡Gracias! Yo creo que ya no soy esclavo del pecado. ¡Gracias! Yo creo que ya no soy prisionero del pecado, sino que soy prisionero de Jesucristo. ¡Gracias! Mi ayuda no viene de MÍ MISMO, sino de mi SALVADOR. ¡Gracias!” La victoria no viene por medio de nuestros programas carnales ni por métodos de auto-ayuda. La victoria solo viene por y en el Dios viviente: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14).

La última parte del versículo 25 concluye y resume los versículos 15-24 (“así que”). Con la mente sirvo a la ley de Dios (ver v.22), mas con la carne a la ley del pecado (ver v.23).

Pensamientos Adicionales en Romanos Capítulo 7

Las palabras clave: “LEY” “YO”
La pregunte clave: ¿Cómo puedo vivir una vida santa?
La sorprendente respuesta:Yo no puedo” (v.15, v.18).

Hay dos grandes lecciones que toda persona necesita aprender. La primera lección se relaciona con la salvación; la segunda lección se relaciona con el vivir la vida cristiana:

Lección # 1— YO NO PUEDO SALVARME A MÍ MISMO (necesito un Libertador, Alguien que pueda salvarme). Ver Tito 3:5; Efesios 2:8-9; Jeremías 13:23; etc.

En mi vida debo llegar al punto en que reconozca que soy un pecador y que estoy desvalido y sin esperanza (Romanos 5:6 “sin poder”). El Señor tiene que hacerlo todo. Debo dejar de tratar y debo empezar a confiar. Yo tengo que creer; Dios tiene que salvar.

Lección # 2 – YO NO PUEDO VIVIR LA VIDA CRISTIANA (necesito un Libertador, Alguien que pueda salvarme del poder del pecado que mora en mí).

Yo confié en Cristo para salvación y yo soy salvo. Inmediatamente yo amo a Cristo y deseo agradarle y servirle y hacer Su voluntad y andar en Sus caminos. Al principio las cosas parecen ir muy bien, pero pronto empiezo a tener problemas con el pecado. No puedo entender el motivo. A veces parece que estoy perdiendo más veces que ganando. Parece que hay más fracasos que victorias. En Romanos 7 la lucha es muy real. Finalmente llego al punto en que me doy cuenta de que “YO NO PUEDO”. “No puedo hacer el bien” (v.18). No tengo lo necesario para vivir la Vida Cristiana. No puedo hacerlo. Y esto es exactamente lo que Dios quería que yo descubriera. Ver Juan 15:5. Tal como necesité a Dios para la salvación, así necesito a Dios para la santificación (para vivir una vida separada y santa). Es la VIDA de Dios (Gálatas 2:20); es la GRACIA de Dios (1 Corintios 15:10); es la OBRA de Dios (Filipenses 2:13); es el PODER de Dios (Colosenses 1:29; Filipenses 3:10) y es la VICTORIA de Dios (2 Crónicas 20:15, 17).

OTROS PUNTOS DE VISTA RESPECTO A

ROMANOS CAPÍTULO 7, VERSÍCULOS 14-25

1) Hay un punto de vista que dice que el hombre descrito en Romanos 7:14-25 es el hombre no regenerado (el hombre no salvo)

Los siguientes puntos son un fuerte argumento en contra de esta opinión:

a) El tiempo presente del versículo 14 (“yo soy”) indica que Pablo ha hecho una transición desde su experiencia como no regenerado de los versículos 7-13, hasta su experiencia presente como creyente.

b) Este hombre “según el hombre interior, se deleita en la ley de Dios” (v.22), en tanto que la mente carnal del hombre no salvo es enemistad contra Dios y no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede (Romanos 8:7). Enemistad es lo contrario de deleitarse, de modo que el hombre de 7:22 no “está en la carne” y su mente, no es “la mente de la carne”.

c) En 7:25 dice, “con MI MENTE sirvo a la ley de Dios”, lo cual, ciertamente, no es una descripción de la mente de la carne descrita en Romanos 8:5-7.

d) La persona descrita en 7:14-25 es una persona que quiere hacer el bien (v.15, 18, 19, 21), y el mal que hace, lo hace en contra de su deseo y voluntad (v. 16, 19, 20). Ciertamente que ésto no se corresponde con el hombre no salvo descrito en Romanos 8:5-8.

e) Todo verdadero creyente conoce demasiado bien la lucha con el pecado que mora en él y puede identificarse muy bien con el hombre descrito en Romanos 7:14-25. El hombre no regenerado, que solo posee la naturaleza de Adán, no tiene esta clase de lucha. La contradicción existe solo en el creyente. La persona no salva no tiene este conflicto entre las dos naturalezas, porque tiene solamente una naturaleza (para pelear, son necesarios dos).

f) El clamor de 7:24 no es el clamor de una persona no salva que quiere ser salva de la pena del pecado; es el clamor de una persona salva que quiere ser salva del PODER pecado que mora en ella.

Los cristianos no deben abandonar Romanos 7 para entrar en Romanos 8, sino que los cristianos deben permanecer durante toda su experiencia cristiana en Romanos 7. Estos versículos describen simplemente el conflicto entre las dos naturalezas en el hijo de Dios. De modo que ellos dirían que Romanos 7:14-25 describe la experiencia normal, propuesta por Dios, de la persona salva mientras esté en este cuerpo.

Ante todo, debemos decir que hay mucha verdad en esta opinión. Es cierto que el creyente tendrá un conflicto entre las dos naturalezas mientras viva en este cuerpo. La naturaleza pecaminosa nunca será erradicada o desarraigada. Hay ciertas cosas en este pasaje de Romanos 7, que siempre deben ser ciertas en cuanto al creyente. Mientras más maduramos en la fe, tanto más conscientes deberíamos estar de nuestra propia miseria y pecaminosidad (v.24). Mientras más crecemos en el Señor, tanto más conoceremos la plaga de nuestro propio corazón (1 Reyes 8:38) y nuestra propia perversidad. También deberíamos tener conciencia siempre de nuestra total incapacidad de hacer lo justo en y por nosotros mismos. No tenemos el poder para realizar lo que es bueno (v.18). Sin Cristo, nada podemos hacer (Juan 15:5), y esto siempre será así. De modo que estamos de acuerdo con estos hombres Reformados en que siempre debemos permanecer en Romanos 7, en el sentido de reconocer nuestra pecaminosidad e incapacidad y nuestra necesidad, momento tras momento, de un Libertador, que es Cristo Jesús.

Romanos 7 describe a un hombre que, en contra de su voluntad, FALLA EN HACER LO BUENO Y, EN CAMBIO, HACE LO MALO (Romanos 7:19). Esta puede ser la experiencia común de los cristianos, pero sería absurdo decir que ésta es la experiencia que Dios tiene para una persona salva. Esto sería contrario a todas las Escrituras que enseñan que el creyente es responsable no solo de querer la voluntad de Dios, sino también de hacerla (Filipenses 2:13; Santiago 1:22). Ciertamente, la vida cristiana normal que Dios quiere para nosotros, no es una de fracasos y de derrotas y de total frustración. No es el deseo de Dios que nosotros fallemos en hacer el bien que queremos hacer, y no es la voluntad de Dios que hagamos el mal que detestamos hacer. Romanos 7 nos lleva al punto en que clamamos “YO NO PUEDO”, pero Romanos 8 nos da la respuesta, “DIOS PUEDE”. Yo no puedo cumplir la ley (Romanos 7:22-24), pero la ley puede ser cumplida EN MÍ por el poder de Dios (Romanos 8:4). Así, técnicamente, no es que el creyente deja Romanos 7 para ir a Romanos 8, sino quizás sea mejor decir que Romanos 7 nos lleva a Romanos 8. Romanos 7 nos enseña lecciones valiosas acerca de nosotros mismos—acerca de nuestra impotencia y pecaminosidad e incapacidad de agradar a Dios por nosotros mismos. Que nunca olvidemos estas lecciones.

La vida cristiana que Dios tiene para sus creyentes, no es una vida de hacer el mal que odio y fallar en hacer el bien que quiero (Romanos 7:19). El propósito de Dios para la vida cristiana no es una vida de cautividad y esclavitud al pecado (Romanos 7:23). Cristo vino para darnos libertad (Juan 8:31-36). No es el deseo de Dios que vivamos en perpetua derrota y fracaso y frustración, por días sin fin. No, el propósito de Dios para la vida cristiana se despliega en muchos pasajes, incluyendo los siguientes: Colosenses 1:10-12; 1 Juan 3:18, 22; Efesios 4:1-3; Filipenses 4:1-9; 1 Corintios 15:10; Gálatas 2:20; 5:22-23; etc.

Romanos 6

Muertos al pecado


Romanos capítulo 6 trata con la SANTIFICACIÓN. La palabra “santificación” significa “consagración” (ser apartado para el servicio de Dios). Esta palabra se encuentra en Romanos 6:19, 22.

Dios me ha salvado de la PENA del pecado – ésto es la JUSTIFICACIÓN (Romanos 1-5).

Dios me está salvando del PODER del pecado – ésto es la SANTIFICACIÓN (Romanos 6-8).

Dios me salvará de la PRESENCIA del pecado cuando mi salvación sea completada – ésto es la GLORIFICACIÓN (Romanos 8).

De manera que Romanos 6 trata con estas preguntas importantes: ¿Cómo debo vivir la vida cristiana? ¿Cómo puedo tener victoria y dominio sobre el pecado? ¿Cómo puedo vivir una vida consagrada al servicio del Señor Jesucristo? ¿Cómo puedo ser libre de la esclavitud del pecado? ¿Qué tengo que hacer para vivir una vida que agrade a Dios?

Si alguien preguntara, “¿Qué debo hacer para ser salvo?” o “¿Qué debo hacer para ser justificado?” ciertamente querríamos dar a esa persona la respuesta que Dios tiene en la Biblia (comparar Hechos 16:30-31). De igual manera, si un creyente preguntara, “¿Qué tengo que hacer para vivir la vida cristiana?” deberíamos poder dar claras respuestas de la Palabra de Dios. Las respuestas se encuentran en Romanos capítulo 6. La tragedia es que demasiados cristianos no entienden los principios de Dios de victoria y santidad. En vez de seguir los principios de Dios, ellos siguen varios programas carnales y métodos carnales. Ellos intentan técnicas de auto perfeccionamiento. Ellos intentan con técnicas de auto disciplina. Ellos intentan con la confesión de pecados (lo que está bien y es correcto, ver 1 Juan 1:8-10), pero la confesión no parece impedir el pecar y caen en un ciclo de pecar-confesar-pecar-confesar-pecar-confesar (confesando constantemente sus pecados, sin ser capaces de abandonar sus pecados). Se esfuerzan, trabajan, luchan para hacerlo mejor, etc. pero siempre es la misma vieja historia – DERROTA. Pablo lo describe bien en Romanos 7:14-18: Las cosas que quiero hacer, no las hago y las cosas que detesto, esas cosas hago. Deseo hacer la voluntad de Dios, pero no puedo hacer lo que es recto. Mientras más asiduamente trato, tanto más parezco fracasar.

Hagamos un breve examen para ver de qué trata Romanos 6:

v.1 – no continuar en el pecado;
v.2 – no vivir en el pecado;
v.4 – andar en novedad de vida;
v.6 – no servir al pecado (no ser esclavo del pecado);
v. 10-11 – vivir para Dios;
v.12 – no permitir que el pecado reine sobre nosotros;
v.13 – servir a Dios con nuestros miembros;
v. 14 – no estar bajo el dominio del pecado;
versículos 19 y 20 – santidad

Sí, estos versículos hablan de la vida cristiana, de nuestra relación con el pecado, de cómo tener victoria, etc.

¿Qué debo hacer para vivir una vida santa? Escudriñemos Romanos 6 para buscar mandamientos. Es interesante que el primer verdadero mandamiento no se encuentra sino hasta el versículo 11 – “CONSIDERAOS”. En estos versículos el énfasis no está sobre HACER, sino sobre SABER (ver Romanos 6:3, 6, 9, 16; 7:1). Para tener victoria, debo SABER ciertas cosas. No es que yo necesite HACER ALGO, sino que yo necesito SABER ALGO.

Las tres palabras clave de Romanos 6 son éstas: 1) SABER (v. 3, 6, 9); 2) CONSIDERAR (v.11); 3) PRESENTAR (v.13). Primero, el creyente tiene que SABER LOS HECHOS. Estos hechos están centralizados en la muerte y resurrección de Cristo (los hechos de la justificación también se centralizaban en los mismos hechos del evangelio – Romanos 4:25). Estos hechos se centran en lo que Cristo ya ha realizado por Su muerte y resurrección (SU OBRA TERMINADA). El énfasis no está en lo que yo hago, sino en lo que Cristo ya ha hecho. Segundo, el creyente tiene que CONSIDERAR o CONTAR CON ESOS HECHOS (considerar que son verdad). Le fe es la clave. La fe fija la mirada en los hechos de la Palabra de Dios y los considera ser la verdad. La fe dice “Amén” a los hechos de la Palabra de Dios. La fe dice, “Sí, es cierto. Yo estoy muerto al pecado y vivo para Dios. Me gozo en ese hecho” (comparar versículo 11). Tercero, el creyente en Cristo debe PRESENTAR o someter sus miembros a Dios como alguien que está VIVO DE ENTRE LOS MUERTOS (versículo 13). Como una nueva criatura en Cristo, él se da cuenta de que debe presentar para el servicio del Rey de Reyes todo lo que tiene.

Es necesario observar los tiempos de los verbos en Romanos 6:1-14. No dice que somos (presente) o que seremos (futuro) o que deberíamos (indicando que es algo que debemos hacer nosotros), sino que hemos muerto (pasado) al pecado.

1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?

“Pues” = por lo tanto. Esta palabra nos enlaza con el final del capítulo 5 (ver especialmente 5:20, que habla de la gracia que sobreabunda al pecado).

“¿Perseveraremos en el pecado?” - ¿Continuaré abundando en el pecado, para que abunde la gracia? Los que no entienden la gracia de Dios pueden razonar de la siguiente manera: Si la gracia de Dios es magnificada por el pecado, entonces yo realmente pecaré, para que yo pueda mostrar más abundantemente la asombrosa gracia de Dios. Si la gracia de Dios es magnificada por un pecador desdichado como yo, entonces me haré aún más malvado, para que la gracia de Dios sea aún más asombrosa.

Así es como el hombre natural (1 Corintios 2:14) vuelve la gracia de Dios en lascivia (una conducta vergonzosa, un desenfrenado libertinaje (Judas 1:4): “Si, como ustedes los cristianos dicen, una persona es salva por gracia y no por alguna obra (no por lo bueno que pueda ser) y si la persona salva es salva para siempre, entonces me parece que una vez que la persona es salva, puede vivir como quiera. Si una persona no es salva por cuán buena sea, y una persona salva no se pierde por cuán mala sea, ¿qué le impedirá ser mala? ¿Por qué no puede continuar en pecado para mostrar a todos cuán benevolente y perdonador Dios puede ser con Su malvado hijo?”

Todo verdadero creyente que conoce la gracia de Dios, debería responder a ésto de una sola manera: ¡QUE ESTO NUNCA SEA ASÍ! ¡DIOS NO LO PERMITA! ¡PEREZCA ESE PENSAMIENTO!

Los que conocen verdaderamente la gracia de Dios, no la usan como licencia para pecar. La gracia de Dios nos enseña lo contrario (ver Tito 2:11-12). Las profundidades que ya han alcanzado nuestra maldad y miseria son ciertamente lo suficiente como para magnificar a nuestro bondadoso Dios y no hay necesidad de agregar pecado sobre pecado. Ya hemos pecado lo suficiente (ver 1 Pedro 4:3). Ya hemos explorado las profundidades de la depravación y no necesitamos penetrar más profundamente en la inmundicia y en el fango del pecado. Por lo demás, el libro de 1 Juan enseña que aquellos que continuamente practican el pecado, nunca han nacido de Dios (ver 1 Juan 3:6, 8, 9; 5:18). El verdadero hijo de Dios odia el pecado y desea ser libre de su terrible esclavitud. Ciertamente no desea continuar en ello.

2 ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

Pablo recurre a la figura de la muerte para simbolizar la separación total respecto del pecado, desarrollada en los versículos 3-5 en relación con el bautismo. También ver Romanos 3:8.

“Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”

Note que este versículo no es un mandamiento. Pablo no está diciendo, “Tienes que morir al pecado”. Este versículo es la declaración de UN HECHO: El hecho es éste: Yo, (coloca tu propio nombre si eres un creyente), MORÍ AL PECADO”. Nota también que esto no es algo que sucederá, sino es algo que ya sucedió (tiempo pasado). Ya está hecho. Ya se ha efectuado. Yo morí al pecado. Ten cuidado de andar por el HECHO y no por la EXPERIENCIA. Nuestra experiencia personal a menudo parece contradecir este hecho. Mi experiencia (la manera en que vivo) muchas veces me dice que estoy muy vivo al pecado, pero Dios dice que yo morí a él. La persona no salva está muerta para Dios (Efesios 2:1—no hay vínculo, no hay contacto vital) y vive para el pecado. La persona salva está muerta al pecado y vive para Dios (comparar versículo 11). El pecado ya no tiene derechos sobre su vida. Dios tiene todos los derechos sobre su vida, de hecho, DIOS ES SU VIDA. (Ver Colosenses 3:3-4).

No debemos confundir nuestra relación al pecado con su presencia. Distíngase el hecho revelado de que morimos, de nuestra experiencia de liberación. Porque no estamos muriendo al pecado por nuestras experiencias: ya morimos a él en la muerte de Cristo. Porque el hecho de que morimos al pecado es una palabra revelada divinamente acerca de nosotros y no podemos negarla. La presencia del pecado “en nuestros miembros” hará que el hecho de que morimos a él sea difícil de percibir y retener: pero Dios lo dice. Y a Su tiempo lo explicará todo a nuestra fe.

La muerte del creyente al pecado incluye nuestra UNIÓN con Jesucristo, como se explicará en los versículos siguientes. Hemos sido identificados de tal manera con Jesucristo, que SU muerte al pecado (versículo 10) ha llegado a ser nuestra muerte al pecado. Nosotros morimos al pecado en ÉL.

3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?,

El bautismo representa el hecho por el cual el creyente se incorpora a Cristo y se une a su muerte, a su resurrección y a su vida nueva. Colosenses 2.12 y Gálatas 3:27.

Note la palabra clava “SABER”. Pablo está comunicando un hecho que el creyente necesita saber y que debe tomar en cuenta. No ignores este hecho. Créelo.

Todos los” = todos nosotros. Esto ha sucedido a todo aquel que es un verdadero creyente en Cristo. Los únicos que no han sido bautizados en Jesucristo son aquellos que no son salvos.

Bautizados en Cristo Jesús”. Esto no es bautismo en agua, sino bautismo en Cristo Jesús. Alguien ha dicho bien que en Romanos 6 no hay una gota de agua. El bautismo del cual está hablando Pablo en Romanos 6, es un BAUTISMO REAL y no un BAUTISMO RITUAL. Este bautismo real ocurre en el momento en que una persona es salva y es una obra que solo Dios puede realizar. El bautismo ritual (bautismo en agua) tiene lugar después de que una persona es salva y su propósito es ser un símbolo del bautismo real (una ilustración de lo que me sucedió en el momento en que fui salvo). El “bautismo en Jesucristo” es mencionado también en Gálatas 3:26-27. El resultado de este bautismo es que el creyente está “EN CRISTO” (ver Gálatas 3:28; 2 Corintios 5:17; Romanos 8:1; etc.) La palabra bautismo viene de un verbo que significa “sumergir, bañar, zambullir, poner algo dentro de algo y así identificarlo totalmente con algo”. El creyente ha sido sumergido en Jesucristo y ha sido puesto en el Hijo de Dios con el resultado de que él está “EN CRISTO”. Allí es donde ha sido puesto (colocado, instalado). Por ello a menudo nos referimos a la POSICIÓN EN CRISTO del creyente.

Hay dos grandes verdades que se repiten una y otra vez en el Nuevo Testamento: 1) BAUTISMO 2) MORADOR. El bautismo me pone en Dios y el morar pone a Dios en mí. El Señor predijo esta relación en Juan 14:20 – “vosotros en MÍ” (BAUTISMO) y “YO en vosotros” (MORAR)” y ver también Juan 17:21, 23, 26.

BAUTISMO EN CRISTO JESÚS:

Si yo he sido BAUTIZADO EN JESUCRISTO, ésto significa que yo he sido. . .

  1. bautizado en SU muerte (Romanos 6:3)
  2. bautizado en SU sepultura (Romanos 6:4)
  3. bautizado en SU resurrección (Romanos 6:4-5)
  4. bautizado en SU cuerpo, la Iglesia (1 Corintios 12:13)

La HISTORIA de Cristo ha llegado a ser mi historia, porque yo estoy EN CRISTO. De modo que Su muerte, es mi muerte; Su sepultura, es mi sepultura; Su resurrección, es mi resurrección y Su ascensión, es mi ascensión (ver Efesios 1:20-21; 2:6 – En Cristo estoy sentado en lugares celestiales). El cristiano está tan estrechamente identificado en y con Cristo, que el Señor Jesús pudo decir a Saulo de Tarso, “¿POR QUÉ ME PERSIGUES?” (Hechos 9:4). Cuando el CUERPO (la iglesia) es herida, la CABEZA lo siente.

El bautismo en agua es una FIGURA de esta gloriosa relación y posición que el creyente tiene EN CRISTO. Considera lo siguiente:

1. Por cuanto estoy EN CRISTO, yo he sido identificado con ÉL en Su muerte, sepultura y resurrección (Romanos 6:3-4), de modo que el bautismo es una figura del hecho de que yo morí con ÉL y que resucité con ÉL (Gálatas 2:20).

2. Por cuanto estoy EN CRISTO, yo soy una nueva criatura (2 Corintios 5:14-17), de modo que el bautismo en agua es una figura del hecho de que yo tengo una nueva vida y un nuevo andar (Efesios 2:10 y Romanos 6:4).

3. Por cuanto estoy EN CRISTO, yo soy un miembro de Su cuerpo, la iglesia (1 Corintios 12:13), de modo que el bautismo en agua ha de dar testimonio del hecho de que yo soy ahora un miembro del cuerpo de Cristo y que estoy identificado con una asamblea local de creyentes (ver Hechos 2:41-42).

4. Por cuanto estoy EN CRISTO, yo tengo perdón de pecados (Efesios 1:7), de modo que el bautismo es una figura simbólica de que mis pecados han sido lavados (comparar Hechos 2:38; 22:16).

5. Por cuanto estoy EN CRISTO, yo ya no estoy bajo condenación (Romanos 8:1), de modo que el bautismo da testimonio del hecho de que yo estoy libre de culpa y que tengo una buena conciencia hacia Dios (1 Pedro 3:21).

4 porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Se alude a la forma generalmente usada entonces de celebrar el bautismo, sumergiendo a la persona en el agua.

“Somos sepultados juntamente con Él”. ¿Cuál es el significado de la sepultura de Cristo? Considera estos dos hechos:

1) LA SEPULTURA DE CRISTO MIRA HACIA SU MUERTE EN LA CRUZ. La sepultura de Cristo está relacionada con Su muerte, tal como lo indica Romanos 6:3-4. Decir que alguien ha sido sepultado, es decir que alguien murió. “Mi padre fue sepultado la semana pasada” (esto significa que “mi padre murió”). Normalmente, las únicas personas que son sepultadas son personas muertas. Lázaro fue sepultado (Juan 11), porque él había muerto. La sepultura de Cristo fue la gran demostración de que Cristo había muerto realmente. Compare el argumento de 1 Corintios 15:3-5 que primero presenta un informe y luego lo confirma con la prueba: Cristo murió por nuestros pecados. La prueba: Él fue sepultado. Cristo resucitó de los muertos. La prueba: ÉL fue visto.

2) LA SEPULTURA DE CRISTO MIRA HACIA SU RESURRECCIÓN. Cristo fue sepultado realmente y Su cuerpo muerto fue puesto realmente en la tumba. El glorioso hecho de Su resurrección quedó demostrado a todos cuando Su cuerpo, que había sido sepultado, DE REPENTE HABÍA DESAPARECIDO. Se había ido. “”No está aquí…ved el lugar donde fue puesto el Señor” (Mateo 28:6). Ven, mira el lugar donde fue sepultado.

De modo que, cuando pienses en la sepultura de Cristo, recuerda siempre ésto: 1) que ese cuerpo en el sepulcro estaba realmente muerto; 2) tres días después, ese cuerpo en el sepulcro se había ido realmente. Cristo había resucitado y estaba vivo para siempre.

5 Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

No hemos sido identificados con Cristo solamente en Su muerte, sino también en Su resurrección. Cristo murió y, en ÉL, yo también morí. Cristo fue resucitado de los muertos (Romanos 6:4) y en Cristo yo también fui resucitado. Esta idea se repite en el versículo 5: “plantados juntamente” = unidos. Mi andar debe corresponder a mi posición en Cristo (Romanos 6:5). En Cristo tengo una NUEVA VIDA y debo andar a la luz de ESTE HECHO. Debemos apropiarnos Su Vida por fe (comparar versículo 11 –considerar”).

6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado,

Nuestro viejo hombre: es decir, Lo que antes éramos: Efesios 4.22; Colosenses 3.9. Gálatas 2.19-20; 5.24-25. No sirvamos más al pecado: Véase Romanos 5.21.

Sabiendo esto” –Esto introduce un hecho clave que debe ser creído. ¿Qué es el “viejo hombre” (Romanos 6:6; Efesios 4:22; Colosenses 3:9) y qué es el “nuevo hombre” (Colosenses 3:10; Efesios 4:24)? El viejo hombre se refiere a todo lo que soy y a todo lo que tengo en Adán; el nuevo hombre se refiere a todo lo que soy y a todo lo que tengo en Cristo. El viejo hombre es mi vieja vida en Adán; el nuevo hombre es mi nueva vida en Cristo. Lo primero se refiere a la VIDA PROPIA; lo segundo a la VIDA EN CRISTO. Lo primero tiene que ver con el HOMBRE CAÍDO; lo segundo con el HOMBRE REDIMIDO o REGENERADO. El viejo hombre es el viejo yo; el nuevo hombre es el nuevo yo, la nueva criatura en Cristo. El viejo hombre se caracteriza por esa naturaleza pecaminosa y caída recibida de Adán; el nuevo hombre se caracteriza por esa naturaleza divina y santa recibida de Dios en el momento del nuevo nacimiento. El viejo hombre es nacido de la carne; el nuevo hombre es nacido de Dios. El viejo hombre vino por nacimiento natural; el nuevo hombre viene por el nuevo nacimiento. El viejo hombre está “VICIADO conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22; y comparar Romanos 7:24); el nuevo hombre es “creado según Dios (de acuerdo a Dios, modelado según Dios, un reflejo de Dios, etc.) en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24). El nuevo hombre es una cosa nueva, que no existía previamente, pero que fue creada (Efesios 4:24; 2 Corintios 5:17). Cinco años antes de que fueras salvo, el nuevo hombre no existía en absoluto, pero existía el viejo hombre.

El viejo hombre no es (simplemente) la vieja naturaleza, aunque incluye la vieja naturaleza; el viejo hombre se caracteriza por tener una naturaleza que se opone a Dios, y esa naturaleza imprime su carácter a las actividades del viejo hombre.

El viejo hombre es descrito por sus obras (sus hechos) en Efesios 4:25-31: es un infame mentiroso (v.25), tiene un genio detestable (v.26), es un malvado ladrón (v.28), tiene una boca corrupta de la cual sale basura (v.29) y se caracteriza por amargura, ira, enojo, gritería, maledicencia y un espíritu vengativo (v.31-32). El nuevo hombre, por el contrario, habla verdad (v.25), se enoja de manera recta, cuando corresponde (v.26), trabaja duro y sabe dar (v.28), habla lo que es bueno y lo que edifica (v.29), y se caracteriza por amabilidad, bondad y un espíritu perdonador. El nuevo hombre es un reflejo de Dios, de Aquel que lo ha creado.

Es importante saber que el viejo hombre es inmutable. No cambiará nunca. Es siempre y perpetuamente CORRUPTO. El viejo hombre nunca mejorará (de hecho, cuando eres salvo, el viejo hombre parece aún peor). El viejo hombre nunca se reforma. Es incorregible. Es totalmente depravado y siempre será así. Cuando una persona es salva, el viejo hombre no es cambiado y el viejo hombre no es transformado.

¿Cómo trata Dios entonces con el viejo hombre? Dios no cambia al viejo hombre. Dios no transforma al viejo hombre. ¿Qué hizo Dios con tu viejo yo? ¿Qué hizo Dios con todo lo que eres y con todo lo que tienes en Adán? Romanos 6:6 responde esto: “TU VIEJO HOMBRE FUE (tiempo pasado) CRUCIFICADO CON ÉL”. Dios condenó al viejo hombre, lo juzgó y derramó Su ira sobre él cuando nuestro bendito Salvador murió en la cruz. Mi viejo hombre fue crucificado.

“Fue crucificado” – Está hecho. Está terminado. Tú no necesitas crucificar al viejo hombre. Esto ya fue hecho hace 2000 años atrás. No es algo que tú haces, es algo que Dios ya ha hecho. No es un mandamiento que deba ser obedecido; es un hecho que debe ser creído. No necesitas tratar con el viejo hombre. Ya ha sido tratado en la cruz. Los que tratan de conquistar al viejo hombre nunca ganan.

En Romanos 6:6 necesitamos hacer una diferencia entre nuestra posición y nuestra experiencia. Este versículo no se refiere a la experiencia de un cristiano, como aseguran muchos hombres Reformados. “Nuestro viejo hombre fue crucificado” es un hecho relacionado con nuestra posición en Cristo. En nuestra experiencia, nuestro viejo hombre parece estar muy bien y muy vivo, pero no debemos guiarnos por nuestra experiencia. Debemos guiarnos por lo que Dios ha dicho (los HECHOS). El hecho de tu posición es que tu viejo hombre fue crucificado con Cristo. Afirma por fe ese hecho, a pesar de que parezca lo contrario. Cuenta con que es así. Mientras más nos apoyamos en este hecho por fe, tanto más se hará realidad en nuestra experiencia. Mientras más consideramos nuestra posición, tanto más Dios el Espíritu Santo la hará realidad en nuestra condición. La clave es la fe.

Considera Colosenses 3:9-10. Observa con cuidado el lenguaje. Dice, “habiéndoos despojado” y “revestido”. Estos no son mandamientos, estos son hechos. ¿Por qué ha sido quitado el viejo hombre? La respuesta se encuentra en Romanos 6:6. El viejo hombre ha sido quitado porque Dios lo puso en la cruz. Mi viejo hombre fue quitado y crucificado en el Calvario. Fui vestido del nuevo hombre en el momento en que fui salvo, porque soy una nueva criatura en Cristo.

Considera ahora el lenguaje de Efesios 4:22, 24. Aquí se nos dice que hagamos algo. Despojaos y vestíos. Estos son mandamientos. Pero, ¿no decía Colosenses capítulo 3 que eso ya había sido hecho? Observa la diferencia:

Colosenses expone el hecho; Efesios apela a la fe. En Efesios se nos instruye que hagamos por fe lo que Colosenses nos dice que Dios ya ha realizado en el hecho. ¿Cómo me despojo del viejo hombre? Tomando en cuenta que Dios ya lo ha hecho. Dándome cuenta que mi viejo hombre fue crucificado con Cristo. ¿Cómo me visto del nuevo hombre? Viéndome y considerándome como una nueva criatura en Jesucristo. Por fe en la obra realizada en la cruz, me despojo del viejo hombre; por fe en mi gloriosa posición en Cristo, me revisto del nuevo hombre.

Otra ilustración de este mismo principio se encuentra en Gálatas 3:27 y Romanos 13:14. El primer pasaje nos dice que estamos revestidos de Cristo. El segundo pasaje nos ordena: “vestíos del Señor Jesucristo”. Gálatas 3:27 es el HECHO (estáis revestidos de Cristo). Romanos 13:14 apela a la FE (se nos dice que hagamos por fe lo que Dios ya ha realizado en el hecho).

Considera Gálatas 2:20—“Con Cristo yo (el viejo hombre en Adán) estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo (el viejo hombre en Adán), mas vive Cristo en mí (la nueva criatura en Cristo); y lo que ahora yo (el nuevo hombre) vivo en la carne, yo (el nuevo hombre) lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.


La fe tiene que creer los hechos de Dios y contar con que son verdad.

“El cuerpo del pecado” (comparar Romanos 7:24) – esta expresión se refiere a mi cuerpo no redimido, que el pecado usa como su instrumento. En el capítulo 8 leeremos que la esperanza futura del creyente es que su cuerpo será redimido (8:23) y entonces nunca más volveremos a pecar. Sin embargo, hoy poseemos un cuerpo no redimido que aún está sujeto al deterioro, a la corrupción, al pecado, a la enfermedad y, finalmente, a la muerte física. El PECADO aún está presente en nuestros miembros (ver Romanos 6:12; 6:16; 6:19; 7:5; 7:13; 7:17; 7:20 – el pecado que mora en mí; 7:23; 7:25).

Destruido” –esto debería traducirse “hacer inefectivo, hacer inactivo, hacer inoperativo, paralizar, poner fuera de uso, frenar, dejar inerte”. Por causa de la obra de Cristo en la cruz y porque por fe tomo en cuenta esa obra, EL PECADO HA PERDIDO SU PODER SOBRE MÍ: “a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6). Ya no necesitamos estar sirviendo como esclavos del pecado. Antes de la salvación, yo era un continuo un esclavo del pecado (Juan 8:34 y Romanos 8:7-8). En Cristo, ahora soy libre (ver Romanos 6:18, 22).

Es importante recordar que, cuando una persona es salva, su naturaleza pecaminosa no es ERRADICADA. Sabemos ésto por tres razones:

  1. Por las simples declaraciones de las Escrituras—1 Juan 1:8, 10; 2:1-2.
  1. Por el hecho obvio de que mientras está en este cuerpo, el creyente puede pecar y de hecho, peca (si mi pecado hubiese sido erradicado, me sería IMPOSIBLE pecar).
  1. Romanos 7:14-24 habla del PROBLEMA y de la PESENCIA y del PODER del PECADO que MORA en la vida del creyente.

Si el pecado hubiese sido erradicado, entonces éste no sería un problema para el creyente, no estaría presente en absoluto y no tendría poder.

Cuídate de dos extremos:




  1. Los que creen en una PERFECCIÓN IMPECABLE.
    “Desde que he sido salvo, nunca he pecado y no puedo pecar”.
    Esta visión equivocada es contestada en 1 Juan 1:8, 10.
  2. Los que creen en una IMPERFECCIÓN PECAMINOSA.
    “No puedo hacer otra cosa sino pecar. Estoy atado al pecado.
    No tengo otra alternativa, sino pecar”, etc.)
    Esta visión equivocada es respondida en 1 Juan 2:1; Romanos
    capítulo 6, etc. Dios ha hecho provisión para que el creyente
    tenga victoria sobre el pecado (Romanos 8).

Las palabras “ya no más” en Romanos 6:6 significan “desde ahora en adelante, en el futuro”. Considera los siguientes pasajes “YA NO”:

  1. Romanos 6:6- ya no más esclavo del pecado
  2. Gálatas 2:20—ya no más yo (ya no es la VIDA PROPIA, sino es la VIDA DE CRISTO –SU vida en mí).
  3. 2 Corintios 5:15 –ya no vivo para mí
  4. Efesios 4:17 – ya no ando como los otros gentiles
  5. Efesios 4:28 – ya no practico las obras del viejo hombre
  6. 1 Pedro 4:2 – ya no vivo conforme a los deseos de los hombres
  7. Efesios 4:14 –ya no soy niño (los creyentes deben crecer, llegar a la madurez, crecer en la gracia y en el conocimiento de Cristo cada día, etc.).

7 porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado.

Ver 1 de Pedro 4:1

Este versículo explica por qué (“porque”) el creyente ya no tiene que ser esclavo del pecado: “el que ha muerto, ha sido justificado (libertado) del pecado”. Ver también Romanos 6:18, 22—“libertado del pecado”. Cuando Abraham Lincoln y el gobierno de los Estados Unidos libertaron a los esclavos, ellos tuvieron que hacer cinco cosas para beneficiarse de su libertad: 1) conocer la proclamación; 2) creer que era verdad (considerar, contar con ella); 3) reclamar su libertad: empacar sus bolsos, etc. 4) negarse a ser un esclavo –vivir como una persona libre; 5) contar con que todo el poder de la legislatura de los Estados Unidos los apoyaban. Del mismo modo, el creyente en Cristo necesita “estar firme en la libertad con que Cristo nos hizo libres (Gálatas 5:1) y necesita contar con todo el poder de Dios el Espíritu Santo (Romanos 8), que es el Único que puede hacer que esta libertad sea una realidad en la experiencia diaria.

8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él,

Si morimos con Cristo (y lo hemos hecho), creemos que también viviremos con ÉL. La clave es la fe. Debemos creer los hechos de Dios. “El método de Dios no es comportarse, sino creer; el comportamiento viene después del creer”. Dios ha revelado los hechos de nuestra identificación con Cristo y nuestra posición EN ÉL. La fe debe descansar sobre estos hechos. No solo CRUCIFICADO JUNTAMENTE, sino también RESUCITADO JUNTAMENTE. Yo participo en SU muerte y también participo en SU vida.

9 y sabemos que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.

¿De qué clase de vida participo? De vida eterna, vida sin fin. La muerte ya no tiene dominio sobre Cristo y ya no tiene dominio sobre mí. Ver Apocalipsis 1:18. La muerte ya no es amo o señor sobre Cristo. ÉL la conquistó. SU muerte ha quedado para siempre en el pasado. La resurrección de Cristo fue muy diferente de la resurrección de Lázaro. Lázaro solo fue resucitado para morir otra vez. Cristo fue resucitado para no morir nunca más. En la vida de Cristo, yo vivo. En Su muerte, yo morí. “Fui crucificado. . . sin embargo, yo vivo” (Gálatas 2:20). Por causa de mi unión con Cristo, yo comparto Su vida interminable. En realidad, ÉL es mi vida (Colosenses 3:3-4).

10 En cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; pero en cuanto vive, para Dios vive.

Cristo sin conocer pecado, se identificó con la humanidad pecadora (2 Corintios 5.21; Hebreos 4.14; 1 Pedro 2.24) y, con su sacrificio, libra del pecado a los que están unidos a él en su muerte (versículo 6). Una vez por todas: Hebreos 7.27; 9.26-28; 1 Pedro 3.18.

Pablo explica ahora (“porque”) que la muerte de Cristo sucedió una vez y que nunca se repetirá. “Una vez” =una vez para siempre. Esta doctrina de Cristo muriendo UNA VEZ es importante y es enfatizada en los siguientes pasajes: Hebreos 9:26, 28; 10:10-14; 1 Pedro 3:18. Si Cristo tuviera que morir otra vez, esto significaría que Su muerte no fue suficiente y que Su obra en la cruz no fue terminada (ver Juan 19:30 y 17:4). Compara la clara enseñanza de la Biblia sobre la obra de Cristo terminada una vez para siempre en la cruz con la falsa enseñanza católica de la MISA. La cita siguiente ha sido sacada del Catecismo Oficial de Baltimore:

La Santa Eucaristía es un sacramento y un sacrificio. . . Cristo instituyó la Eucaristía como una ceremonia por la cual Su sacrificio del día siguiente en el Calvario debía continuar a través de los siglos. . . La Misa continúa el Sacrificio de la Cruz. CADA VEZ QUE ES OFRECIDA LA MISA, SE REPITE EL SACRIFICIO DE CRISTO. . . En la Misa, Cristo continúa ofreciéndose a Sí Mismo al Padre como lo hizo en la cruz (énfasis añadido).

Note que el versículo 10 dice que Cristo “murió al pecado”. No dice que “murió a los pecados”. Romanos 6 trata con “el pecado” (la raíz), no con “los pecados” (el fruto corrupto). Trata con la liberación del poder del pecado, no de la pena (castigo) por los pecados. Éste es el énfasis de los capítulos 6-8.

Es importante también entender que Romanos 6:10 no habla de Cristo muriendo “por nuestros pecados”, es decir, para librarnos de la pena (castigo) por los pecados, para procurar el perdón por nuestros pecados. La muerte de Cristo por nuestros pecados fue el énfasis de los capítulos 3 y 4 de Romanos (y note el plural “iniquidades”, “pecados”, “ofensas” en Romanos 4:7, 25).

En Romanos 6:10 se dice que Cristo murió una vez por todas “al pecado”, no “por los pecados”. Y puesto que los creyentes están identificados con ÉL, yo puedo decir, “Yo morí una vez por todas al pecado (en ÉL)”. En virtud de nuestra posición en y nuestra unión con Cristo por el bautismo del Espíritu (Romanos 6:3-4), lo que sucedió a Cristo en Su muerte, sepultura, resurrección y ascensión, nos sucedió a nosotros también.

Romanos 6:10 debería conectarse a Romanos 8:3, donde se dice que la muerte de Cristo “condenó al pecado en la carne”. “Los pecados”, el fruto, son perdonados (note el plural “pecados” en Hechos 10:43; 2:38; 3:19; Lucas 24:47; etc.), pero la naturaleza “pecaminosa” es condenada (no perdonada). Dios no perdona nuestra naturaleza pecaminosa (la fuente del pecado), sino la condenó en el Calvario (Romanos 8:3).

“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne (la naturaleza pecaminosa)” (Romanos 8:3).

Cristo “murió al pecado una vez” (Romanos 6:10). En la Biblia, la muerte a menudo se refiere a separación. Posicionalmente, yo he sido separado de la fuente del pecado (el viejo hombre, la naturaleza pecaminosa, etc.). Posicionalmente ya no estoy en la vieja carne adánica (ver Romanos 8:9), aunque experimentalmente aún está en mí.

Por causa de nuestra identificación con Cristo, tenemos una posición enteramente nueva en ÉL. Ya no estamos en el primer Adán, la cabeza de la vieja creación a la cual pertenecimos una vez, sino estamos en el Postrer Adán, la Cabeza de la Nueva Creación. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

“Nuestro viejo hombre (adánico)” incluye todo lo que éramos posicionalmente en Adán; de modo que en la crucifixión de nuestro viejo hombre con Cristo (Romanos 6:6), nuestra historia en Adán llegó a su completo fin; hemos sido cortados y separados de nuestra posición y de nuestra condición en el primer/viejo Adán.

El creyente no necesita morir al pecado cada día. Cristo murió al pecado UNA VEZ. El creyente murió al pecado UNA VEZ (hace como 2000 años). Yo no necesito estar muriendo. . .YO MORÍ. Cuando Cristo murió, ¡yo morí! Pero hay algo que debo hacer cada día. Esto nos lleva al versículo 11—CONSIDERAR.

11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Consideraos: El verbo griego es el mismo que aparece en el capítulo 4 con el sentido de tener en cuenta (véase Romanos 4.3). No se trata de una simple opinión, sino de que el creyente reconozca que, por su unión con Cristo, está realmente muerto con respecto al pecado, pero vivo para Dios (versículo 3-8). Pablo usa con frecuencia la expresión en Cristo Jesús. Con ella se refiere a la obra de salvación que Dios ha realizado por medio de Cristo, especialmente en su muerte y resurrección (véase Romanos 3.24 1 Corintios 1.30). Además, con esta expresión caracteriza toda la vida del creyente, quien, por la fe se ha unido a la persona de Cristo, a su muerte y resurrección, y debe seguir viviendo unido a él (Romanos 6.3-11; 1 Corintios 1.9; Gálatas 3.27; Filipenses 1.1; Colosenses 1.4). Esa unión con Cristo crea también la unión entre los creyentes (Romanos 12.5; Gálatas 3.28). La vida eterna es asimismo una vida en unión con él (Romanos 6.23).

“Así también” = a la luz de los hechos recién mencionados en los versículos precedentes. En la muerte de Cristo, yo morí (v.6-8,10) y en la resurrección de Cristo, yo vivo (v.8-10). Lo que es verdad en cuanto a Cristo, es verdad en cuanto a mí. Tal como Cristo murió al pecado y ahora vive para Dios (v.10), así también yo morí al pecado y estoy vivo para Dios (v.11). Estas VERDADES GEMELAS (mi muerte y resurrección en Cristo) se ven en Gálatas 2:20 y en muchos otros pasajes como Colosenses 3:1).

“CONSIDERAOS” – Este es el primer verdadero mandamiento del capítulo. Antes de ésto, Dios había estado exponiendo HECHOS que necesitamos saber. ¿Qué significa esta palabra clave? Es un término matemático: calcula, cuenta, cuenta con ello, cuenta con que algo es verdadero, toma en cuenta estos hechos y créelos, considera estas cosas como verdaderas, contémplate a ti mismo como muerto y contémplate a ti mismo como vivo en Cristo. El verbo está en tiempo presente: debemos seguir considerándonos, día tras día, momento tras momento. Al caminar por fe, nuestro constante deber es considerarnos. La palabra CONSIDERAR es una palabra de fe. Por fe el creyente debe contar con los hechos de Dios y reclamarlos como propios. No es suficiente conocer solamente los hechos. Los hechos deben ser apropiados personalmente por fe.

Veamos otros usos de la palabra “considerar” (logizomai, en griego)

Romanos 3:28—La salvación es por fe y no por obras, y con este hecho debe contar toda persona que realmente es justificada.

Romanos 8:18-necesitamos hacer un cálculo sumando todos los sufrimientos de la vida y sumando todas nuestras futuras glorias y luego compararlas.

2 Corintios 10:10-11 (“tener en cuenta”) —así como somos en la palabra por carta, lo seremos en los hechos, y PUEDEN CONTAR CON ELLO.

Hebreos 11:19—“pensando” (calculando) es una palabra de fe. Abraham tuvo que hacer una evaluación. Tenía estos hechos con los cuales trabajar: 1) El mandamiento de Dios: sacrifica a tu hijo; 2) La promesa de Dios: Tu hijo tendrá descendencia. Por fe él sumó estos hechos y llegó a esta conclusión: UN HIJO MUERTO NO PUEDE TENER HIJOS, DE MODO QUE DIOS TENDRÁ QUE LEVANTARLO DE LOS MUERTOS.

En Romanos 6:11 debemos contar con los hechos gemelos de que 1) yo morí en Cristo; 2) yo estoy vivo en Cristo.

“Muertos al pecado” -- ¿Por qué estoy muerto? Porque morí (v.2). ¡EN CRISTO YO MORÍ y EN CRISTO YO VIVO! Yo estoy EN CRISTO (Romanos 6:3) de modo que estoy IDENTIFICADO con ÉL en SU muerte y resurrección. Había un tiempo en que yo estaba FUERA DE CRISTO (ver Colosenses 4:5; 1 Timoteo 3:7; etc.) y en ese tiempo yo estaba VIVO AL PECADO (el pecado tenía poder y derechos sobre mi vida) y MUERTO PARA DIOS (por causa del pecado yo estaba separado de Dios y no tenía una relación vital con ÉL—Efesios 2:1; 4:18). Pero ahora, las demandas que el pecado tenía sobre mí han sido canceladas en la cruz y ahora estoy unido a un Salvador vivo (Romanos 7:4). Nuestro gloriamos es en Cristo y en Su cruz (1 Corintios 1:29-31; Gálatas 6:14).

12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus apetitos;

Aquí tenemos otro mandamiento: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal”. Es posible que un creyente permita que esto suceda (de otro modo el mandamiento no tendría sentido). Cuando los creyentes fallan en andar por fe y fallan en contar con los hechos de Dios (v.11), entonces reinará el pecado. No permitas que el pecado sea el soberano en tu vida.

No permitas que el pecado te controle y gobierne. Necesito considerar y creer que el pecado es un monarca destronado. El pecado ya no reina sobre mí. El pecado ya no es mi amo y no necesito obedecerlo como hacía anteriormente (última parte del versículo). Dios es ahora Mi Rey y Señor, no el pecado.

Cuerpo mortal” = mi cuerpo no redimido, el cuerpo que está expuesto al pecado y a la muerte. Cuando tenga lugar la redención de nuestro cuerpo (ver Romanos 8:23), entonces nuestro cuerpo será “INMORTAL” (1 Corintios 15:51-54) y el pecado nunca reinará en nuestros cuerpos. En ese entonces un mandamiento como el que se ha dado en este versículo, será totalmente innecesario. Nota: el hecho de que el pecado aún puede expresarse en nuestros cuerpos mortales y que puede aún “reinar”, es prueba de que el pecado no ha sido erradicado.

13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Romanos 12.1. En el texto griego, las expresiones tampoco presentéis y sino presentaos, tienen matices diferentes; el sentido es, en efecto: ya no viváis entregados al pecado... sino entregaos de una vez por todas a Dios.

Aquí tenemos otro mandamiento. “No presentéis. ¡Dejen de someterse!” La palabra “presentarse” significa “someterse, estar a disposición de alguien”. No pongan sus miembros a disposición del pecado (para que el pecado los utilice). Esta palabra se usa en los siguientes pasajes: Lucas 2:22; Hechos 1:3; 9:41 (como alguien que está vivo de entre los muertos); Romanos 12:1. En el contexto de Romanos 6:13 lleva la idea de un esclavo que está de pie al lado de su amo, listo para hacer cualquier cosa que le ordene (literalmente, la palabra significa “estar al lado”); a su disposición, listo para cumplir la orden. ¡Señor, mis miembros están a TU servicio!

“Instrumentos” = herramientas, armas, utensilios. Dios quiere tener nuestros miembros como Sus herramientas. Nuestros miembros han de ser herramientas justas para la gloria de Dios.

En este versículo tenemos la tercera palabra clave en este versículo que se relaciona con la responsabilidad del creyente: 1) SABER (v. 3, 6, 9); 2) CONSIDERAR (v.11); 3) PRESENTAR o

SOMETER (v.13). Debemos conocer los hechos de Dios en cuanto a nuestra identificación con Cristo en Su muerte y resurrección. Debemos contar con esos hechos por fe y apropiarnos de ellos. Debemos presentarnos a Dios a la LUZ DE ESTOS HECHOS.

La frase clave en el versículo 13 es ésta: “sino presentaos vosotros mismos a Dios COMO VIVOS DE ENTRE LOS MUERTOS” (esto nos hace volver a los grandes hechos que consideramos en el versículo 11). Aquí es donde yerran muchas personas cuando se trata de la consagración. Ellos presentan a Dios su viejo yo. Dios no puede utilizar y no utilizará al “viejo hombre”.

14 El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.

El pecado... de vosotros: El futuro del verbo tiene valor de imperativo, así que esta oración puede traducirse como el pecado no tenga ya poder sobre vosotros. Ver Colosenses 3.1-10.

“Se enseñoreará” viene de la palabra griega “kurios” que significa “Señor” o “Amo”. El pecado no debe ser nuestro amo o señor. Si el pecado fuese tu amo y señor, entonces serías un ESCLAVO del pecado. De modo que Pablo está diciendo, “No serás un esclavo del pecado. El pecado no será tu amo”. ¿Por qué no se enseñoreará el pecado sobre nosotros? “Porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia”. No estamos bajo un sistema legal; estamos bajo el sistema de la gracia. No estamos bajo el régimen de la ley, estamos en el reino de la gracia. La ley no tiene soberanía sobre nosotros. La gracia es soberana sobre nosotros (ver Romanos 5:21—la gracia reina). No estoy bajo la ley como regla de vida, sino bajo la gracia.

La Biblia establece muy claramente que una persona no está bajo la ley como camino de salvación. La ley (tratar de guardar la ley) nunca puede justificar (ver Romanos 3:20; Gálatas 2:16; Hechos 15:7-11; Hechos 13:38-39, Romanos 3:27-28). Un hombre es salvo por gracia mediante la fe sin las obras de la ley.

La Biblia también establece claramente que una persona no está bajo la ley como regla de vida. La ley (tratar de guardar la ley) nunca puede santificar (producir santidad). La ley es santa (Romanos 7:12), pero no nos puede hacer santos. Romanos capítulo 6 pone en claro que la santificación no es por las obras de la ley. Esto también es la enseñanza del libro de Gálatas (ver especialmente Gálatas 3:2-3). En realidad, Romanos 7 (como veremos más adelante) nos muestra la tremenda frustración de un hombre que trata de ser santo cumpliendo la ley.

Cuando Pablo dice en Romanos 6:14 que el creyente no está “bajo la ley sino bajo la gracia”, se está refiriendo a la santificación (el progreso en santidad del creyente) no a la justificación (la justa posición del creyente ante Dios en Cristo). Anteriormente en esta epístola, Pablo había puesto en claro que ninguna persona es justificada por las obras de la ley (Romanos 3:20, 3:28). El tema del capítulo 6 es la santificación (santidad—v. 19, 22), no la justificación (con la cual se trató en los capítulos 3-5). Romanos 6:14 deja en claro que Pablo está hablando de ser libre del dominio y del poder y de la autoridad del pecado, y de ésto se trata la santificación.

Estar “bajo la ley” es estar bajo el dominio de la ley (Romanos 7:1) y estar sujeto a ella (Romanos 7:6). Cuando una persona está “bajo la ley”, está “bajo el dominio del pecado” (ver Romanos 6:14). Ambos van juntos. Estar bajo la ley es estar bajo la esclavitud y el dominio del pecado. Esto es así porque la LEY DEMANDA, pero no da poder para hacer (comparar Romanos 7:18).

La ley solo lleva a la persona a la esclavitud (como veremos en Romanos 7). Sólo la gracia de Dios y el Dios de toda gracia trae liberación. El problema no está en la ley (Romanos 7:12); el problema está en el hombre que es un pecador (Romanos 7:14). La ley confronta al hombre con los impresionantes y santos requerimientos de Dios. El hombre está desvalido y sin esperanza y es incapaz de cumplir las demandas de Dios (Romanos 7:15-24).
Siervos de la justicia

15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!

Juan 8.31-36; 2 Pedro 2.19. Pablo ilustra su idea con un ejemplo tomado de la vida diaria de su tiempo. La esclavitud u obediencia forzada al pecado (Romanos 5.21) se contrapone a la libertad que permite vivir la obediencia para justicia (versículo 16).

El hombre natural falla totalmente en entender la gracia de Dios. Cree que estar bajo la gracia es una licencia para pecar. La gracia no es LICENCIA (libertad para pecar) sino es LIBERACIÓN (libertad para no pecar). ¿Enseña la gracia de Dios al creyente a vivir inicuamente y a continuar en el pecado (ver Tito 2:11-12)? Piensa en una persona que lleva una terrible y pesada carga de pecados en su espalda. Cuando viene al Monte Sinaí, ¿qué sucede? Siente que su carga se vuelve más y más pesada (Romanos 7:13). Cuando viene al Monte Calvario, ¿qué sucede? La carga cae a los pies de la cruz. El Monte Sinaí nunca puede quebrantar el poder del pecado, sólo la gracia puede hacer eso. El Monte Sinaí nunca puede libertar a un alma cargada de pecado, pero el Monte Calvario puede hacerlo. La ley nunca puede romper el poder del pecado. La Biblia nos dice lo que la ley hace con el pecado -- ¡LE DA PODER! (1 Corintios 15:56) y por la ley el pecado llega a ser SOBREMANERA PECAMINOSO (Romanos 7:13).

16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerlo, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte o sea de la obediencia para justicia?

En este versículo Pablo recuerda a sus lectores un principio muy sencillo. ERES UN ESCLAVO DE QUIENQUIERA TU OBEDEZCAS. Eres un siervo de quienquiera tu sirvas. Si tú sirvieras a Hank, entonces serías un siervo de Hank. Si sirves a Dios, eres un siervo de Dios. Si sirves al pecado, entonces eres un siervo del pecado. Hay otro principio obvio implicado en este versículo: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mateo 6:24). No puedes servir a Dios y al pecado. Tienes que servir a uno o al otro (ver también Juan 8:34).

17 Pero gracias a Dios que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina que os transmitieron;

18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

Los creyentes siempre necesitan recordar lo que ERAN (v.17) y lo que SON ahora (v.18), por causa de la gracia de Dios.

Ustedes eran
ESCLAVOS DEL PECADO
(v.17)

Ustedes llegaron a ser
ESCLAVOS DE LA JUSTICIA
(v.18)

¿Cómo sucedió este cambio? “Habéis obedecido de corazón (Romanos 10:9-10) a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados” (v.17). Pablo se está refiriendo, por supuesto, al mensaje del evangelio acera del Salvador crucificado y resucitado que estas personas habían recibido y habían creído (ellos obedecieron el evangelio al creer en el Señor Jesucristo). El versículo 18 dice literalmente, “habéis sido esclavizados por la justicia”. ¡Qué esclavitud tan maravillosa!

Pablo comienza estos versículos con GRATITUD a Dios. Dar gracias es en realidad un acto de fe y un acto de consideración (comparar v.11). Pablo estaba diciendo, “Gracias Señor, que aunque antes yo era un esclavo del pecado, ahora soy un siervo de la justicia”. En otras palabras, él estaba diciendo, “Señor, yo creo que antes era un esclavo del pecado, pero ahora soy un siervo de la justicia”. La acción de gracias es un excelente medio ordenado por Dios por el cual el creyente puede expresar su fe en los hechos que Dios ha realizado. Verdadera gratitud es consideración en acción: “Gracias Señor que yo morí al pecado y que estoy vivo para Dios en Cristo Jesús, mi Señor” (ver Romanos 6:11).

¿De qué se trata la libertad? ¿Es una licencia para hacer lo que yo quiera? ¿Es libertad para pecar? ¡Dios no lo permita! Estos versículos nos muestran que la verdadera libertad cristiana es libertad para servir a Dios. El creyente sigue siendo un esclavo. La diferencia está en que ha cambiado a de amo.

19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

Aquí Pablo está hablando en términos humanos usando una ilustración común de las relaciones humanas, la relación de esclavo-amo.

“Debilidad” = flaqueza

“Iniquidad” = ilegalidad

“Siervos = esclavos

Antes de venir a Cristo, servíamos al pecado; ahora servimos a la justicia.

Presentad” = sométanse, pónganse a disposición de Dios, para el uso de Dios (ver v.13).

Como creyentes comprados con sangre, debemos dejar muy en claro que ahora tenemos un nuevo Amo.

20 Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia.

Esto es una descripción de mi vida cuando no era salvo. Yo estaba libre respecto a la justicia. Yo estaba libre de vivir justamente y de pensar rectamente. Era un esclavo de la injusticia. No podía hacer nada para agradar a Dios (Romanos 8:8). Era un esclavo del pecado. Pero, gracias sean a Dios, he sido redimido.

21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.

Cuando miramos hacia atrás, hacia nuestra vida cuando no éramos salvos, no hay cosa alguna que podamos reclamar como fruto. Yo era libre (de la justicia) y sin fruto. Ver Mateo 7:17-18 (un árbol malo no puede llevar buen fruto). Al mirar mi vida anterior desde el punto de vista de Dios, me siento avergonzado. No puedo estar orgulloso de la vida que viví en la carne, separado de Dios y separado de SU vida. El fin de una vida no salva es la MUERTE. Una vida no salva puede describirse como sigue: sin fruto, sin fruto, sin fruto. . . MUERTE.

22 Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna,

Ver Proverbios 12:28

¡Qué contraste! ¡Qué diferencia ha hecho la gracia de Dios! La vida de una persona salva puede describirse de esta manera: fruto, fruto, fruto. . . ¡VIDA ETERNA! El creyente está libre del pecado, un siervo de Dios, viviendo una vida que está separada del pecado y separada PARA DIOS (santificación) y el fin es la vida eterna (una relación eterna con Dios – ver Juan 17:3).

Como hijos del Dios vivo, que nuestras vidas estén marcadas por Su fruto (Gálatas 5:22-23). Que llevemos mucho fruto (Juan 15) para la alabanza de la gloria de Su gracia.

23 porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Ver Romanos 5:21.

Este versículo está dividido en dos partes. La primera parte muestra lo que el hombre merece; la segunda parte muestra lo que Dios da. El versículo 23 es, en realidad, un resumen de los versículos 21 y 22. La primera parte del versículo 23 resume el versículo 21 y la segunda parte del versículo 23 resume el versículo 22.

“¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. . . Porque la paga del pecado es muerte” (v. 21, 23)

“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. . . Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (v. 22, 23).

“La paga” = salario, lo que nos hemos ganado, lo que merecemos, porque hemos trabajado por ello. ¡Qué sueldo tan infernal! El pecado es un pagador terrible. ¡Qué empleador tan repugnante! Por una vida de malas obras me he ganado la muerte. Eso es lo que mi vida de pecado me ha ganado. Yo no estaría esperanzado por recibir el sueldo que me he ganado por la manera en que he vivido.

“Dádiva” = don gratuito (griego = charisma). Una dádiva es totalmente diferente al salario. El uno se gana; el otro no puede ganarse, sólo puede recibirse con gratitud. El uno es merecido; el otro no se merece en absoluto. Podemos estar agradecidos que Dios trata con nosotros de acuerdo a la gracia y no de acuerdo a la ley. Todo sistema legal es un sistema de obras e incluye recibir exactamente lo que la persona ha ganado. La dádiva de Dios de vida eterna se encuentra “EN” (no por medio) de Jesucristo nuestro Señor (comparar 1 Juan 5:11 “esta vida está EN Su Hijo” y Romanos 6:11).

La pregunta inicial de Romanos 6:1 es respondida en el versículo 23. Si una persona vive continuamente en pecado, está demostrando que ignora lo que es la gracia de Dios. Recibirá exactamente lo que merece por su vida pecaminosa: MUERTE. Esta MUERTE incluye fundamentalmente dos cosas: 1) separación de Dios; y 2) castigo por parte de Dios. Ver 2 Tesalonicenses 1:8-9; Mateo 25:41, 46; Apocalipsis 20:15; etc. El Señor Jesucristo pagó esta pena de muerte por mí. ÉL fue separado de Dios (Salmo 22:1; Mateo 27:46) y ÉL fue castigado por Dios (Isaías 53; 1 Pedro 3:18). Dios está totalmente SATISFECHO con la obra terminada del Señor Jesucristo a mi favor.

Mi Vida no Salva

Ningún fruto (v.21)
Iniquidad a iniquidad (v.19)

Avergonzado (v.21)
Libre de justicia (v.20)
Siervo del pecado (v.20)
Muerte (v. 21, 23)

Mi Vida Salva

Mucho fruto (v.22)
Justicia para santificación (v.19)

Agradecido (v.17)
Libre del pecado (v.22)
Siervo de Dios (v.22)
Vida eterna (v. 22, 23)

UN RESUMEN DE LA VIDA CRISTIANA

EN UN VERSÍCULO

GÁLATAS 2:20

“NO YA YO, MAS CRISTO”


NO YA YO

¿PORQUÉ YA NO SOY YO?
Porque


MAS CRISTO

¿PORQUÉ ES CRISTO VIVIENDO EN MÍ?
Porque


En mí (esto es en mi carne) no mora el bien…

¡Miserable de mí! (Romanos 7:18,24).


La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte

(Romanos 8:2).


Todas mis justicias son como trapo de inmundicias (Isaías 64:6).


Estoy en Cristo Jesús quien me ha sido hecho sabiduría y justificación (1 Corintios 1:30).


El pecado mora en mí (Romanos 7:20).


Cristo vive en mí (Gálatas 2:20).


Yo vivo para mí (2 Corintios 5:15).


Vivo para Aquel que murió y resucitó por mí (2 Corintios 5:15).


Las obras de la carne son adulterio, fornicación, inmundicia…. (Gálatas 5:19).


El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz….
(Gálatas 5:22-23).


Los que viven según la carne, no pueden agradar a Dios (Romanos 8:8).


No estoy en la carne, sino en el Espíritu. El Espíritu de Dios mora en mí (Romanos 8:9).


Me he despojado del viejo hombre con sus hechos (Colosenses 3:9).


Me he revestido del nuevo hombre, que es renovado a la imagen del que lo creó (Colosenses 3:10).


Mi viejo hombre está viciado conforme a los deseos engañosos (Efesios 4:22).


Mi nuevo hombre ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24).


Mi viejo hombre fue crucificado con Él (Romanos 6:6).


Mi vida está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3).


He muerto con Cristo (Colosenses 2:20).


He resucitado con Cristo (Colosenses 3:1).


He sido bautizado en Su muerte (Romanos 6:3; Gálatas 2:20).


He sido plantado juntamente en la semejanza de Su resurrección (Romanos 6:5).


He sido crucificado con Cristo (Gálatas 2:20)


Sin embargo vivo…y la vida que ahora vivo, la vivo en la fe del Hijo de Dios (Gálatas 2:20).


Las cosas viejas pasaron (2 Corintios 5:17)


Todas las cosas han llegado a ser nuevas. Soy una nueva criatura en Cristo (2 Corintios 5:17).


Estoy muerto al pecado (Romanos 6:11).


Estoy vivo para Dios (Romanos 6:11).


He muerto en Adán (1 Corintios 15:22).


He sido vivificado en Cristo (1 Corintios 15:22).


Antes era un esclavo del pecado (Romanos 6:17, 20).


He sido libertado del pecado y soy siervo de Dios (Romanos 6:18, 22).

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