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jueves, 1 de noviembre de 2018

Introducción al Estudio del Evangelio de Lucas





La Iglesia Alpha & Omega tiene el gusto de presentar tanto en su blog como en su revista un estudio del Evangelio de Lucas, preparado por el Reverendo Armando García ULCM.
Debido a la cercanía de celebrar o de recordar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, es apropiado que los lectores empiecen a estudiar este evangelio, porque Lucas al ser médico de profesión, comienza su libro con el nacimiento de Jesús.
Alpha & Omega mantiene una línea de instrucción bíblica de estudiar capitulo por capitulo, versículo por versículo. Leer Isaías 28: 9-11. El tiempo que sea necesario para estudiar cada libro de la Biblia.
El nombre de Lucas es en griego, probablemente del latín Lucanus o Lucius. Compañero del Apóstol Pablo quien lo menciona en varias de sus cartas, en sus saludos a la iglesia, estando Lucas con Pablo y en una en especial (Colosenses 4:14) lo designa como el médico amado y en la carta a Filemón lo cataloga como uno de sus colaboradores.
Es el autor del tercer Evangelio y del libro de los Hechos, nuevamente sobre un nacimiento, pero esta vez de la primera iglesia, el primer servicio cristiano donde todos los participantes fueron llenos del Espíritu Santo (Hechos 2:4)
En Hechos se nos revela que Lucas participó al menos en parte de los últimos viajes de Pablo, por cuanto emplea la segunda persona del plural "nosotros" (Hechos 16:10,17; 20:5-21:18; 27:1-28:16). Estos pasajes muestran que Lucas acompañó a Pablo en su viaje a Troas durante el segundo viaje misionero y que lo acompañó a Filipos. Después de partir para el tercer viaje, Lucas se reunió con Pablo en Filipos y los siguió a Jerusalén. Durante los dos años de encarcelamiento de Pablo en Cesarea, es posible que Lucas se quedara en Palestina, porque se embarcó con Pablo desde Cesarea rumbo a Roma cuando el apóstol fue enviado a presentar su causa ante César. Lucas volvió a estar con Pablo en Roma, cuando escribe la segunda epístola a Timoteo 4:11, en ella Pablo rinde un emocionante testimonio "Solo Lucas está conmigo".
Se ha dicho que este libro es el más maravilloso del mundo. Lucas era gentil; es decir que tiene la característica exclusiva de ser el único escritor del Nuevo Testamento que no era judío. Por ser médico de profesión, tal vez eso era lo que le daba la gran ternura que poseía.

El libro está dedicado a un hombre que se llamaba Teófilo, que también no era judío. No hay nada en su evangelio que no pudiera captar o entender un gentil. Lo llama Excelentísimo Señor, que era el título que se daba normalmente a los altos funcionarios del gobierno romano. No hay duda de que Lucas escribió su libro para hacerle saber más de Jesús a un honrado buscador; Teófilo debe de haber atraído su corazón más cerca del Jesús del que ya tenía noticias.

A diferencia de Mateo, Lucas no tiene, interés especial en presentar la vida de Jesús como el cumplimiento de las profecías judías y rara vez cita el Antiguo Testamento y además tiene la costumbre de dar los nombres hebreos en su equivalente griego para que le puedan entender los de cultura griega.

En la genealogía de Jesús no se remonta sólo hasta Abraham, el patriarca del pueblo de Israel, como hace Mateo, sino hasta Adán, el primer hombre y fundador de la raza humana (Mateo 1:2, con Lucas 3:38).

Por todo lo dicho Lucas es el más fácil de leer de los cuatro evangelios. Repito nuevamente, El Evangelio de Lucas está escrito no para los judíos, sino para personas parecidas a nosotros.






Lucas 1
Reina-Valera 1995
1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos las enseñaron los que desde el principio las vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Anuncio del nacimiento de Juan
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril. Ambos eran ya de edad avanzada.
Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios, según el orden de su clase, le tocó en suerte entrar, conforme a la costumbre del sacerdocio, en el santuario del Señor para ofrecer el incienso. 10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. 11 Entonces se le apareció un ángel del Señor puesto de pie a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se turbó y lo sobrecogió temor.
13 Pero el ángel le dijo:
—Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elisabet dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan. 14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, 15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre. 16 Hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor, su Dios. 17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
18 Zacarías preguntó al ángel:
—¿En qué conoceré esto?, porque yo soy viejo y mi mujer es de edad avanzada.
19 Respondiendo el ángel, le dijo:
—Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas. 20 Ahora, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo, quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda.
21 El pueblo, entretanto, estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que se demorara en el santuario. 22 Cuando salió, no les podía hablar; entonces comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo. 23 Cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.
24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: 25 «Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.»
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Entrando el ángel a donde ella estaba, dijo:
—¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
29 Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta. 30 Entonces el ángel le dijo:
—María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. 32 Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin.
34 Entonces María preguntó al ángel:
—¿Cómo será esto?, pues no conozco varón.
35 Respondiendo el ángel, le dijo:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí también tu parienta Elisabet, la que llamaban estéril, ha concebido hijo en su vejez y éste es el sexto mes para ella, 37 pues nada hay imposible para Dios.
38 Entonces María dijo:
—Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.
Y el ángel se fue de su presencia.
María visita a Elisabet
39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y Elisabet, llena del Espíritu Santo, 42 exclamó a gran voz:
—Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. 43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?, 44 porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45 Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
46 Entonces María dijo:
«Engrandece mi alma al Señor
47 y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
48 porque ha mirado la bajeza de su sierva,
pues desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones,
49 porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso.
¡Santo es su nombre,
50 y su misericordia es de generación en generación
a los que le temen!
51 Hizo proezas con su brazo;
esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los poderosos
y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes
y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
55 —de la cual habló a nuestros padres—
para con Abraham y su descendencia para siempre.»
56 Se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.
Nacimiento de Juan el Bautista
57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 58 Al oír los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.
59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; 60 pero su madre dijo:
—¡No! Se llamará Juan.
61 Le dijeron:
—¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.
62 Entonces preguntaron por señas a su padre cómo lo quería llamar. 63 Él, pidiendo una tablilla, escribió: «Juan es su nombre.» Y todos se maravillaron. 64 En ese momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a bendecir a Dios. 65 Se llenaron de temor todos sus vecinos, y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. 66 Los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: «¿Quién, pues, será este niño?» Y la mano del Señor estaba con él.
Profecía de Zacarías
67 Zacarías, su padre, fue lleno del Espíritu Santo y profetizó, diciendo:
68 «Bendito el Señor Dios de Israel,
que ha visitado y redimido a su pueblo,
69 y nos levantó un poderoso Salvador
en la casa de David, su siervo
70 —como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio—,
71 salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odiaron,
72 para hacer misericordia con nuestros padres
y acordarse de su santo pacto,
73 del juramento que hizo a Abraham, nuestro padre,
que nos había de conceder
74 que, librados de nuestros enemigos,
sin temor lo serviríamos
75 en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días.
76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado,
porque irás delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos,
77 para dar conocimiento de salvación a su pueblo,
para perdón de sus pecados,
78 por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
con que nos visitó desde lo alto la aurora,
79 para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte,
para encaminar nuestros pies por camino de paz».
80 El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

Próximamente el análisis del primer capítulo del Evangelio de Lucas

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