Por Sergio
Meza Padilla
Algo que caracteriza a los seres humanos es que somos impacientes, todo
lo queremos rápido y no queremos esperar, por ejemplo: si estamos buscando
pareja queremos que llegue enseguida y si no llega, salimos a su encuentro.
Cuando estamos en el banco en la fila queremos que el cajero atienda
rápidamente a las personas que están adelante para que nos atiendan a nosotros
de la misma manera, ¿no es así? La impaciencia nos lleva a cometer
errores y a hacer cosas que no están dentro de los planes que Dios tiene para
nosotros. Y buscando la definición de la palabra impaciencia en el DRAE, encontré una definición
que se ajusta perfectamente a este devocional: intranquilidad
producida por algo que no acaba de llegar. Es decir, la
impaciencia trae consigo intranquilidad, la cual no es de Dios. Como hijos no
podemos permitir que algo nos robe la tranquilidad, la paz, el gozo que sólo
encontramos en el Señor, así que debemos aprender a ser pacientes y
esperar TODO en el tiempo de Jehová, que se caracteriza por seres perfecto.
La Palabra de hoy se encuentra en:
“Mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores” (Salmos 31: 14 – 15 RVR1960).
“Mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores” (Salmos 31: 14 – 15 RVR1960).
El síntoma número uno que desata la impaciencia se llama falta
de confianza. Y justamente en la palabra de hoy el salmista nos
enseña una gran lección: confiar, ¿en quién? No en el hombre, o en el amigo,
sino en Jehová Dios. Cuando depositamos nuestra confianza en Él, todo está bajo
control y es cuando podemos estar tranquilos porque que Él hará todo en Su
tiempo. ¿Qué te llevó a desconfiar del Padre Celestial? ¿Crees que en tus manos
está la salida a tus problemas, aflicciones? Recuerda que cuando
las cosas no se dan como esperas es porque Dios desea que aprendas algo o
porque sencillamente aún no es Su tiempo. Abraham no esperó el
tiempo de Dios y se dejó convencer de Sara para tener el hijo de la promesa,
mas ese no era el plan del Señor.
Esperando en el tiempo de Jehová es lo más seguro que tenemos. No te
desesperes, ora en todo tiempo, busca de Él, clama de día y de noche, pero no
te intranquilices por causa de aquello que no llega, a su debido tiempo llegará. Sé que
para muchos que leen hoy se preguntarán hasta cuándo Dios permitirás que
siga en esta prueba, pero el salmista nos recuerda en este verso más
yo en ti confío. Hay que saber esperar en el Señor, y no en
alguien o en algo. Espera en el tiempo de Jehová, que es perfecto. Cuando las
cosas llegan en Su tiempo producen gozo, alegría, y dicha. No te intranquilices
por aquello que aún no llega, pídele a Dios que te dé ese gozo y esa paz
para estar tranquilo y vuelvas a confiar en Él. La lección para hoy es confiar
en el Señor y no desesperarse. Dios te bendiga sobreabundantemente
hoy y siempre. No olvides ser de bendición para alguien más, comparte en este
día.
Bajo la guía del Espíritu Santo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario