Por Edwin Beleño
"Así que, todos nosotros, a
quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del
Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a el a
medida que somos transformados a su gloriosa imagen"
2 Corintios 3:18 NTV
Dios empieza en esta palabra con
algo que transformo mi vida al recibirlo como mi Señor y Salvador y fue con
haberme quitado el velo que me impedía verlo claramente a Él, es este mismo
velo que fue rasgado cuando nuestro señor Jesús fue crucificado y muerto por
nuestros pecados, así como dice Dios:
"Mas Jesús, habiendo otra vez
clamado a gran voz, entrego el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó
en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron" Mateo 27:50-51 RVR1960
Antes para poder entrar al lugar santísimo,
solo lo podía hacer el sumo sacerdote y este debía entrar como dice en Éxodo
28, pero hoy cuando nos comprometemos a llevar la vida que Dios dice en su
palabra, podemos ya entrar al lugar santísimo y hablar directamente con nuestro
Padre celestial en el nombre de su amado hijo Jesús.
Es fácil llevar esta vida que Dios
nos dice en su Palabra, pues la repuesta es NO, porque el mismo Señor
Jesucristo, nos dice:
"Les he dicho todo lo anterior para que en mi
tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense,
porque yo he vencido al mundo" Juan 16:33 NTV
Es por esto que al final del versículo
que Dios nos regala hoy, nos dice: El Señor, quien es el Espíritu, nos
hace más y más parecidos a Él a medida que somos transformados a su gloriosa
imagen.
Pero para que tú y yo podamos ser
parecidos cada vez más a Él, debemos dejarnos TRANSFORMAR por Dios y esto
muchas veces va a ir en contra de lo que a nuestra carne, a este cuerpo en que
vivimos le gusta.
No permitas que si ya decidiste que
Dios te convirtiera en su hijo, ser dominado por los deseos de la carne, pon
toda resistencia a ser dominado por la ira, el enojo, la fornicación, el
adulterio, la mentira y muchas más situaciones que vienen del deseo de la
carne, porque con la ayuda del Espíritu Santo, podrás atravesar toda prueba y
toda aflicción y serás transformado a lo que Dios quiere para tu vida, lo cual
es lo mejor que te puede pasar.
Deja que Dios te quite el velo y
puedas vivir una vida que será de bendición para ti y los que te rodean.
Dios te bendiga y haga resplandecer
su rostro sobre ti.
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