El Papa Francisco durante su homilía en la Casa Santa Marta. Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, (ACI).- En una Misa matutina
celebrada recientemente en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco advirtió del
peligro que corren los católicos que dan la espalda a la Palabra de Dios.
“Pueden perder el sentido de la fidelidad y convertirse en católicos paganos,
en católicos ateos”.
“Cuando no nos paramos a escuchar la voz del Señor
terminamos por alejarnos, nos alejamos de Él, le damos la espalda. Y si no
escuchamos la voz del Señor, escuchamos otras voces”. “Nos volvemos sordos,
sordos a la Palabra de Dios”, explicó.
Por ello, el Santo Padre invitó a “detenemos un poco y
mirar hacia nuestro corazón. Veremos cuántas veces tenemos cerrados los oídos y
cuántas veces nos volvemos sordos”.
El Pontífice subrayó la importancia de identificar ese
problema en el alma de cada uno, para evitar terminar dando la espalda a Dios y
caer en la idolatría. “Cuando un pueblo, una comunidad, también una comunidad
cristiana, una parroquia, una diócesis, cierra los oídos y se vuelve sorda a la
Palabra del Señor, busca otras voces, otros señores y va a terminar con los
ídolos, los ídolos del mundo, de la mundanidad, que la sociedad ofrece. Se
aleja del Dios vivo”.
En definitiva, “el corazón se vuelve más duro, más
cerrado en sí mismo. Duro e incapaz de recibir nada”.
“Estas dos cosas, no escuchar la Palabra de Dios y
tener el corazón endurecido y cerrado en sí mismo, nos hacen cerrarnos a la
fidelidad. Se pierde el sentido de la fidelidad”.
Como consecuencia, “nos convertimos en católicos infieles,
en católicos paganos o, todavía peor, en católicos ateos, porque no tenemos
como referencia de amor al Dios viviente. No escuchar y dar la espalda a Dios
nos lleva por el camino de la infidelidad”.
“Esa infidelidad, ¿cómo se llena? Se llena de una forma
de confusión, no se sabe dónde está Dios o dónde no está, se confunde a Dios
con el diablo”. Puso como ejemplo de ello el pasaje del Evangelio en el que “a
Jesús, que hace milagros, que hace tantas cosas por la salvación de las
personas, le dicen: ‘Y esto lo hace porque es un hijo del diablo. Lo hace por
el poder de Belzebú”.
“Esa es la blasfemia –continuó Francisco–. La
blasfemia es la palabra final de ese proceso que comienza con no escuchar, que
endurece el corazón, que lleva a la confusión, que te hace olvidar la fidelidad
y, finalmente, lleva a la blasfemia”.
Por ello, el Papa invitó a coger una Biblia y
preguntarse: “¿Me está hablando a mí? ¿Mi corazón se ha endurecido? ¿Me he
alejado del Señor? ¿He perdido la fidelidad al Señor y vivo con los ídolos que
me ofrece la mundanidad de cada día?”.
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