Estudio preparado por el Pastor Armando
García ULCM
El libro o
carta o epístola de Romanos escrita el Apóstol Pablo es considerado como uno de
los libros más profundo de la Biblia. Es el verdadero Tratado de Teología y
hasta lo han llamado la Constitución del Cristianismo. Si las personas a
quienes fue escrito pudieron entenderlo, también el cristiano de hoy en día
puede entenderlo. La dificultad de la Carta a Los Romanos consiste en que
muchos tratan de interpretarlo en vista de centenares de doctrinas sectarias
que han surgido a través del tiempo. Muchos tratan de encontrarle errores y
contradicciones, al igual que al resto de la Biblia, la cual no puede tener
errores, porque Dios nunca se equivoca. Si estudiamos esta carta, aceptando las
condiciones y circunstancias según eran cuando Pablo la escribió, antes de
haber doctrinas denominacionales, y bajo nuestro propio criterio podremos
aplicar su contenido a nuestro tiempo. entonces no tendremos problema. De otra
manera, se tuercen las Sagradas Escrituras.
Al apóstol Pablo le
gustaba escribir cartas a las iglesias cristianas de su tiempo. Tal vez la más
famosa sea esta carta, escrita y dirigida a sus «queridos hermanos de la
iglesia de Roma» (1.1).
Esta frase y otras
parecidas parecen indicar que, cuando Pablo escribía, tal vez no pensaba en
escribir libros de teología sino sólo en mantenerse en contacto con sus
hermanos cristianos. Sin embargo, su amor por Dios y por ellos, y su amplio
conocimiento de la Biblia, hicieron que sus cartas resultaran profundos
documentos de enseñanza cristiana.
La mejor muestra de
ello es esta carta a los Romanos. En ella la iglesia cristiana de todos los
tiempos ha encontrado sabias y claras enseñanzas acerca de la fe en Jesucristo.
La más notable de ellas es que «la buena noticia nos enseña que Dios acepta a
los que creen en Jesús», y que «aquellos a quienes Dios ha aceptado y confían
en él, vivirán para siempre» (1.17).
Pablo era judío, y
por lo tanto habla como judío, pero se dirige a una comunidad compuesta por
cristianos judíos y de otras naciones. Pero les habla como un judío cristiano.
Con la Biblia en la mano les enseña que el amor de Dios alcanza también a los
que no son judíos, pero aclara que esto es posible por medio de la fe en
Jesucristo, y no sólo por cumplir con la ley de Moisés (2.17—3.31). Tomando a
Abraham como ejemplo de fe, Pablo enseña que el pecado de Adán nos trajo la
muerte (5.12-14), pero que la fe en Jesucristo nos da nueva vida (5.15—6.14).
Partiendo de esta
enseñanza de la nueva vida en Cristo, el apóstol Pablo pasa a enseñar a los
cristianos cómo deben vivir esta nueva vida (12.1—15.6). Cada línea, cada
frase, cada palabra en la carta es importante; pero el capítulo 12 merece ser
destacado por la sencillez de su vocabulario y por lo práctico de sus
enseñanzas.
Termina Pablo esta
carta saludando por nombre a varios hermanos cristianos, y despidiéndose de
ellos con esta oración: «Y ahora, por medio de Jesucristo, alabemos por siempre
al único y sabio Dios. Amen» (16.27)
Tomado BIBLIA PARA
TODOS Traducción en Lenguaje Actual
Análisis del Capítulo 9 de Romanos
La elección soberana de Dios
1 Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi
conciencia me lo confirma en el Espíritu Santo. 2 Me
invade una gran tristeza y me embarga un continuo dolor. 3 Desearía
yo mismo ser maldecido y separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los de
mi propia raza, 4 el pueblo de Israel. De ellos son
la adopción como hijos, la gloria divina, los pactos, la ley, el privilegio de
adorar a Dios y el de contar con sus promesas. 5 De
ellos son los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo,
quien es Dios sobre todas las cosas. ¡Alabado sea por siempre! Amén.
6 Ahora bien, no digamos que la Palabra de
Dios ha fracasado. Lo que sucede es que no todos los que descienden de Israel
son Israel.7 Tampoco por ser descendientes de Abraham
son todos hijos suyos. Al contrario: «Tu descendencia se establecerá por medio
de Isaac». 8 En otras palabras, los hijos de Dios no son
los descendientes naturales; más bien, se considera descendencia de Abraham a
los hijos de la promesa. 9 Y la promesa es esta:
«Dentro de un año vendré, y para entonces Sara tendrá un hijo».
10 No solo eso. También sucedió que los hijos
de Rebeca tuvieron un mismo padre, que fue nuestro antepasado Isaac. 11 Sin
embargo, antes de que los mellizos nacieran, o hicieran algo bueno o malo, y
para confirmar el propósito de la elección divina, 12 no
en base a las obras, sino al llamado de Dios, se le dijo a ella: «El mayor
servirá al menor».13 Y así está escrito: «Amé a Jacob,
pero aborrecí a Esaú».
14 ¿Qué concluiremos? ¿Acaso es Dios injusto?
¡De ninguna manera! 15 Es un hecho que a Moisés le
dice:
«Tendré clemencia de quien yo quiera
tenerla,
y seré compasivo con quien yo quiera serlo».
16 Por lo tanto, la elección no depende del
deseo ni del esfuerzo humano, sino de la misericordia de Dios. 17 Porque
la Escritura le dice al faraón: «Te he levantado precisamente para mostrar en
ti mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra». 18 Así
que Dios tiene misericordia de quien él quiere tenerla, y endurece a quien él
quiere endurecer.
19 Pero tú me dirás: «Entonces, ¿por qué
todavía nos echa la culpa Dios? ¿Quién puede oponerse a su voluntad?» 20 Respondo:
¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? « ¿Acaso le dirá la olla de barro
al que la modeló: “¿Por qué me hiciste así?”» 21 ¿No
tiene derecho el alfarero de hacer del mismo barro unas vasijas para usos
especiales y otras para fines ordinarios?
22 ¿Y qué si Dios, queriendo mostrar su ira y
dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los que eran objeto de su
castigo y estaban destinados a la destrucción? 23 ¿Qué
si lo hizo para dar a conocer sus gloriosas riquezas a los que eran objeto de
su misericordia, y a quienes de antemano preparó para esa gloria? 24 Esos
somos nosotros, a quienes Dios llamó no solo de entre los judíos, sino también
de entre los gentiles. 25 Así lo dice Dios en el
libro de Oseas:
«Llamaré “mi pueblo” a los que no son mi
pueblo;
y llamaré “mi amada” a la que no es mi amada»,
26 «Y sucederá que en el mismo lugar donde se les dijo:
“Ustedes no son mi pueblo”,
serán llamados “hijos del Dios viviente”»
27 Isaías, por su parte, proclama respecto de
Israel:
«Aunque los israelitas sean tan numerosos
como la arena del mar,
solo el remanente será salvo;
28 porque plenamente y sin demora
el Señor cumplirá su sentencia en la tierra».
29 Así había dicho Isaías:
«Si el Señor Todopoderoso
no nos hubiera dejado descendientes,
seríamos ya como Sodoma,
nos pareceríamos a Gomorra».
Incredulidad de Israel
30 ¿Qué concluiremos? Pues que los gentiles,
que no buscaban la justicia, la han alcanzado. Me refiero a la justicia que es
por la fe. 31 En cambio Israel, que iba en busca de
una ley que le diera justicia, no ha alcanzado esa justicia. 32 ¿Por
qué no? Porque no la buscaron mediante la fe, sino mediante las obras, como si
fuera posible alcanzarla así. Por eso tropezaron con la «piedra de tropiezo», 33 como
está escrito:
«Miren que pongo en Sión una piedra de
tropiezo
y una roca que hace caer;
pero el que confíe en él no será defraudado».
Pablo comienza
expresando un gran dolor en su ser acerca de su pueblo, los judíos según la
carne (1-3).
Romanos 9:1-3 Verdad digo en Cristo, no
miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, 2 que
tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque
deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los
que son mis parientes según la carne
¿Qué significan esas
palabras? Hay dos formas de verlo:
A. Declara su deseo de que
todos los Israelitas fuesen salvados hasta el punto de ser el mismo rechazado
para que ellos lo fueran.
B. Declara hasta qué punto
ama los de su nación. Ama tanto a su pueblo judío, del cual está
separado por ser seguidor de Cristo, ya que ellos, en su mayoría no creen en
Cristo que Pablo dice que desearía no ser cristiano para poder ser aceptado por
su pueblo y que pudiesen compartir juntos lo que ellos comparten entre sí: la
adopción, la ley, el culto, las promesas, los patriarcas, etc.
Consideramos que la
opción B se ajusta más al contexto. Sin embargo, sabiendo que el
cumplimiento de la profecía, los pactos y la verdadera unión a los patriarcas
es por medio de la fe en Cristo (Gálatas 3:7) y por lo tanto pertenece a
aquellos que son cristianos, surge una interrogante: ¿Significa esto
que las promesas de Dios han fallado? Pablo reconoce que las cosas no
son como el hombre quisiera sino como Dios mismo lo ha dispuesto. En
respuesta a la pregunta retórica sobre el fallo de la palabra de Dios Pablo
ofrece una respuesta problemática y difícil de comprender: Pablo deja claro que
el ser Israelita no es por descendencia carnal pues “no todos los que
descienden de Israel son Israelitas.” Las promesas en realidad no fueron hechas
a “todos” los Israelitas sino a “algunos” Israelitas. Esa es, sin embargo, una
respuesta enigmática que necesita explicación. ¿Qué es eso de que no todos son
Israelitas? La respuesta de Pablo va más allá aun: “ni por ser
descendientes de Abraham, son todos hijos suyos” Ahora
sí hay un problema serio. Los israelitas se consideraban así mismos legítimos
Israelitas y los verdaderos hijos de Abraham (Juan 8:38). Pablo,
como Cristo anteriormente lo hizo, elimina por completo esa idea. La
respuesta es que los hijos de Abraham y los verdaderos Israelitas no lo son por
descendencia carnal sino que “sino que son contados como
descendencia los hijos según la promesa” es decir, esto es por
elección divina.
Ejemplos de Elección
Divina
Otra vez, esto crea
problemas en la mente del judío y por eso necesita una explicación. Pablo pasa
a demostrar que siempre ha sido así y les trae ejemplos históricos donde se
demuestra que Dios fue soberano en escoger a quienes son según la promesa en el
pasado y aun en el presente cuando los judíos todavía estaban rechazando a
Cristo. Dos ejemplos históricos son presentados por Pablo para
demostrar la elección soberana de Dios:
- Isaac (el menor y menos indicado) elegido e
Ismael es rechazado. Leer Capítulos 16 y 17 del libro de Génesis. Aquí el estudiante
podrá entender el origen del conflicto Israel-Palestino que la humanidad
trae arrastrando desde hace siglos y continúa hasta nuestros días.
- Jacob (el menor y menos indicado) elegido y Esaú
rechazado. Leer los Capítulos 25,26,27 y 28 del libro de Génesis.
El estudiante podría
llegar a concluir que Dios había basado su elección en su pre-conocimiento de
lo que cada uno iba a hacer, se podría llegar a pensar que la diferencia estaba
en el hombre. Después de todo Esaú probó ser ingrato e infiel en su vida despreciando
su primogenitura (Hebreos12:16.) Sin embargo, Pablo aclara rápidamente que no
es así y dice:
No había aún
nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal (para que el propósito de
Dios conforme a la elección permaneciera, no por las obras sino por
el que llama.
Si la diferencia no está
en los hombres, ¿en quién está? Pablo, de nuevo va más allá con su
explicación trayendo otro ejemplo: “cuando Dios le dijo a Rebeca:
"El mayor servirá al menor". Como está escrito:
"A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí".”
De nuevo vemos que hay
un problema y es grande. ¿Significa que Dios odia a unos y ama a otros
sin razón ni motivo alguno en el hombre? ¿Significa que es Dios quien determina
desde el principio el destino final de cada uno? Eso mismo es lo que Pablo está
diciendo. Si usted entendió bien lo que el Apóstol quiso decir, entenderá que
Dios escoge (ama) a unos y rechaza (odia) a otros de antemano y sin que nada
que los hombres vayan a hacer, sea bueno o sea malo. Si usted entendió
otra cosa, no ha comprendido a Pablo correctamente.
Siendo que lo que Pablo
dice no es fácil de aceptar, Pablo continúa escribiendo. El
reconoce que eso que ha escrito, a los ojos de los hombres, no es justo.
Cualquiera que entienda bien lo que el apóstol dice podría rápidamente
protestar diciendo “¡Dios es injusto!”.
Objeciones contestadas
Pablo reconociendo el
peso y la dificultad que sus palabras presentan para el estudiante hace ciertas
preguntas retóricas como respuestas a esas objeciones que el anticipa serán
levantadas. La primera serie de preguntas: ¿Qué, pues, diremos? ¿Qué
hay injusticia en Dios? La respuesta de Pablo es “¡De ninguna
manera!” y sigue con una explicación que en realidad no satisface al estudiante
y él lo sabe, pero su respuesta es bíblica. Pablo dice:
Pues a Moisés dice:
"Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadeceré del
que yo me compadezca". Así que no depende del que
quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia.
Pablo está dando una
explicación a su declaración o tesis presentada a partir del versículo 6 de
este capítulo cuando dijo lo siguiente ante la realidad de que muchos
Israelitas no creen en Cristo para ser salvados:
No
que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que
descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser
descendientes de Abraham, son todos hijos suyos… Esto
es: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que son
contados como descendencia los hijos según la promesa
La respuesta de Pablo en
los versos 15 y 16 no nos ayuda si todavía seguimos pensando que Dios no puede
escoger a quien Él quiera ni tener misericordia de quien él decida sin contar
con el permiso de los hombres. Pablo una vez más resalta lo dicho
anteriormente cuando dijo “antes que nacieran… no habían hecho ni bien
ni mal para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciera” (versículo
11). Ahora escribe “no depende del que quiere ni del que
corre” (versículo 16). Estas palabras apuntan a dos áreas importantes
del ser humano, “querer” tiene que ver con la voluntad, la
disposición del corazón o el deseo del alma. Pablo dice que en la
elección de Dios, la voluntad (albedrío) del hombre nada tiene ver para recibir
o dejar de recibir misericordia de Dios. También dice que “no
depende del que corre”. El “correr” tiene que ver con las
acciones, las obras o los méritos alcanzados. Estos tampoco tienen nada
que ver como condición a la elección divina. Este pasaje descarta
tanto “la fe” como “las obras” como condiciones previas a la elección. La fe
misma es una expresión de la voluntad del hombre; tanto la fe como las obras
son productos del querer o el deseo del corazón del hombre (Palabras de Jesús
en Juan 5:37-40.)
Para fortalecer su caso,
Pablo sigue trayendo ejemplos de la soberanía de Dios sobre los hombres. No
solamente escogió a Isaac sobre Ismael y a Jacob sobre Esaú, sino que también
hizo lo que quiso con Faraón levantándolo para mostrar su gloria por medio de
él:
Porque
la Escritura dice al faraón: "Para esto mismo te he
levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea
anunciado por toda la tierra".
Si recordamos la
historia cuando Dios envía a Moisés al Faraón para que deje ir al pueblo, Dios
le dice por lo menos en cuatro ocasiones que él (Dios mismo) endurecería el
corazón de Faraón para que no deje ir al pueblo (Éxodo 4:21; 7:3; 14:4; 14:17).
Así que si Faraón endureció su corazón fue porque Dios mismo lo
endureció. Con eso en mente, Pablo sella su discurso diciendo: “De
manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que
quiere endurecer, endurece.” (Romanos 9:18).
El Apóstol percibe que
sus palabras no son fáciles de aceptar y procede a dar respuestas a preguntas
retóricas que el anticipa han de ser levantadas como objeción a su doctrina:
Romanos 9:19-21 Pero me
dirás: "¿Por qué, pues, inculpa? ¿Quién
ha resistido a su voluntad?"20 Pero tú, hombre, ¿quién
eres, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al
que lo formó: "Por qué me has hecho así"?21 ¿Acaso no
tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso
para honra y otro para deshonra?
La primera pregunta
cuestiona el carácter de Dios. ¿Por qué inculpa? ¿Por qué culpa Dios
a alguien de no hacer lo que Él manda si El mismo lo ha endurecido para que no
lo haga? En la mente de todo hombre eso no tiene sentido. Pablo lo
sabe. La segunda pregunta reconoce el poder de los decretos divinos. Si
Dios ha establecido que algo es de cierta forma, ¿Quién lo puede cambiar? La
voluntad de Dios aquí no es la voluntad preceptiva que puede ser violada por
los hombres sino la voluntad decretada, la cual es inquebrantable. Cuando
Dios decreta algo, eso ha de pasar tal y como ha sido decretado. Si Dios ha
decretado el endurecimiento de alguien, ese se ha de endurecer pero si ha
decretado lo contrario, así también ha de ser. Nadie puede resistir su
voluntad. Eso es exactamente lo que Pablo está diciendo y lo que
estas preguntas declaran. Sin embargo, el apóstol no explica ni niega tales
conclusiones. Pablo simplemente contesta las preguntas con otras preguntas:
En otras palabras, ¿Y qué si Dios, queriendo mostrar su ira
y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los que eran objeto de
su castigo y estaban destinados a la destrucción? (Versículo 22)
Aplicación de su
Doctrina
Muchos teólogos afirman
que este pasaje no tiene nada que ver con elección individual para salvación de
algunos y no de otros. Ellos afirman que se trata solamente de una elección
nacional de un pueblo sobre otro. Es decir, para ellos, este pasaje trata sobre
como Dios escogió al hijo de Isaac y no los descendientes de Ismael (raíz del conflicto actual Israel-palestina).
Así como al pueblo de Israel (los hijos
de Jacob) y no a los Edomitas (los hijos de Esaú) para ser el pueblo de donde
vendría el Mesías. Esa conclusión puede ser cierta en este pasaje.
Podemos ver claramente que en la historia, fue el pueblo de Israel el que Dios
usó y guardó para mantener el linaje del que vendría el Mesías. Pero
¿es eso todo lo que Pablo está diciendo? Si Pablo dejara su escrito hasta el
versículo 22 probablemente pudiéramos concluir que solo se trata de eso y nada
más, pero no es así.
Pablo sigue escribiendo
y llevando sus ejemplos a una conclusión final. De ser esto
solamente un problema de naciones y nada más, que Dios simplemente estaba
escogiendo gente para su servicio en ciertas áreas y no es asunto de salvación
o perdición eternas, las preguntas y objeciones que Pablo levanta, aunque
válidas hasta cierto punto, en realidad no tuvieran la misma fuerza y quizás
fuesen hasta innecesarias. Sin embargo, la aplicación que hace Pablo
de sus ejemplos nos lleva mucho más allá de una elección nacional o para el
servicio. Vemos que la razón por la que Pablo trae estos ejemplos es
para poner el fundamento bíblico a su doctrina de la salvación eterna de los
hombres por causa de la elección incondicional conforme a los planes y
propósitos de Dios. Otra vez, recordemos que Pablo está explicando su tesis
del principio que tiene que ver con la salvación individual de los Israelitas
que no creen el evangelio: Lean nuevamente los versículo 6 al 8 de este
capítulo.
6
No que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que
descienden de Israel son israelitas, 7 ni por ser
descendientes de Abraham, son todos hijos suyos… Esto
es: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que
son contados como descendencia los hijos según la promesa.
Ya Pablo ha dejado claro
que la incredulidad del pueblo de Israel se debe a que no todos los Israelitas
son hijos según la promesa. Por eso no creen en Cristo. Él ha dado
ejemplos claros y conocidos de la Escritura para demostrar que Dios escoge a
quien quiere escoger sin condiciones humanas de ningún tipo (Isaac y
Jacob). Además demuestra que el no solamente levanta los
escogidos para Sus propósitos y para que reciban Sus promesas sino que también
levanta los impíos para glorificarse en y sobre ellos (Faraón). En
resumen, no depende de los hombres, “no depende del que quiere ni del
que corre sino de Dios” y “Dios tiene misericordia de quien Él
quiere tener misericordia y se compadece de quien se quiere compadecer.”
¿Vasos de Ira y
vasos de Misericordia?
Pablo explica en el
versículo 22 que hay vasos de ira preparados para destrucción los cuales Dios
ha levantado y soportado con paciencia hasta que llegue el momento para mostrar
su ira y su poder sobre ellos. Seguidamente el Apóstol dice que también
hay vasos de misericordia los cuales el mismo Dios ha preparado de antemano
para gloria, leamos los versículos 23 y 24.
23 Él, para
hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los
vasos de misericordia que había preparado de antemano para gloria. 24 A
estos también ha llamado, es decir, a nosotros, no
solo de los judíos, sino también de los gentiles.
El contexto nos habla de
“ira” y “destrucción” para algunos y también nos habla de “misericordia” y
“gloria” para otros. Obviamente esto es mucho más que un llamado al
servicio ministerial o un llamado nacional. Pablo dice que los vasos
para gloria y misericordia son aquellos a quienes Dios está llamando a la fe
por medio del evangelio y el arrepentimiento tanto de entre los judíos como de
entre los gentiles. Esto es lo mismo que dijo a los Corintios:
1 Co 1:23-24 pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad
para los gentiles; 24 mas para los llamados, tanto judíos como
griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios.
Los gentiles son todos
los que no son judíos. En Romanos, Pablo se considera el Apóstol de los
Gentiles ante la dureza del corazón de los israelitas de reconocer u aceptar a
Jesucristo. Es decir, hay escogidos para gloria (vasos de misericordia) entre
los judíos y hay escogidos para gloria entre los gentiles. Estos vasos de
misericordias son llamados por medio de la predicación de la cruz. Note
que tanto en Romanos como en Corintios Pablo nos da a entender que no todos son
llamados a la fe sino solamente los vasos de misericordia. Por
tanto, el llamado en vista no es el llamado externo del predicador sino el
interno del Espíritu que solo Dios puede hacer y que siempre resulta en la
salvación de los escogidos.
Pablo nos recuerda las
palabras proféticas del Antiguo Testamento cuando el profeta Oseas habla de un
pueblo que no es pueblo el cual será llamado pueblo de Dios. Esto,
según Pablo es una referencia a los vasos de misericordia entre los gentiles,
escogidos para gloria (versículos 25-26). También nos recuerda las
palabras de Isaías cuando dice que aunque el número de los israelitas fuese
como la arena de la mar, solamente un remanente, un grupo pequeño en
comparación sería salvado.
En el verso 30 y 32
Pablo, a manera de conclusión, hace otro par de preguntas:
30 ¿Qué, pues, diremos? Que
los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado
la justicia, es decir, la justicia que es por fe;
31 mientras Israel, que iba tras una ley de
justicia, no la alcanzó.32 ¿Por qué? Porque
iban tras ella no por fe, sino dependiendo de las obras de la
Ley, de modo que tropezaron en la piedra de tropiezo.
Pablo nos muestra la
soberanía de Dios al salvar los gentiles. Ellos no iban buscando
justicia y la hallaron porque Dios los llamó, mientras que Israel (según la
carne) iba tras la justicia y no la alcanzó. Pablo indica también
porque no lo alcanzó: Porque no iban por fe sino por las obras de la
Ley y por eso no pudieron recibir a Cristo y por eso tropezaron en él. Ahora,
sabemos que no todos los Israelitas rechazaron al Mesías, un remanente sí lo
aceptó y no tropezó (versículo 33). Recordamos una vez más que el evangelio de
la cruz es “tropezadero” para los judíos pero no para los judíos que
son llamados (1 Corintios 1:23-24). Eso entonces nos indica que
"Dios que tiene misericordia de quien quiere". Tanto
los gentiles como los judíos son salvados por la misericordia incondicional de
Dios. Es más que servicio o elección de naciones; es la salvación o la
perdición eterna de los hombres individuales lo que está en vista en este
capítulo.
Aquí termina el estudio
del Capítulo 9 de Romanos. Quizá se hayan quedado interrogantes, las cuales
pueden contestarse en un estudio frente a frente del Libro de Romanos que la
Iglesia Universal de la Visa-Ministerio Alpha & Omega ofrece en Laredo,
Texas.
Continuaremos pronto con
el estudio de Romanos, Capítulo 10.
Pastor Armando García
ULCM