Por Francisco Álvarez Collado
Algunas formas de racionalidad, en vez de tender a
la contemplación de la verdad y a la búsqueda del FIN ÚLTIMO y del sentido de
la vida, están orientadas o al menos pueden orientarse, como razón instrumental
al servicio de fines utilitaristas, de placer o de poder.
Desde mi primera Encíclica he señalado el peligro
de absolutizar este camino, al afirmar: el hombre actual parece estar siempre
amenazado por lo que produce, es decir, por el resultado del trabajo de sus
manos y más aún, por el trabajo de su entendimiento, de las tendencias de su
voluntad. En esto parece consistir el capítulo principal del drama de la
existencia humana contemporánea en su dimensión más amplia y universal. El
hombre por tanto vive cada vez más en el miedo. Teme que algunos de sus
productos y precisamente los que contienen una parte especial de su genialidad
y de su iniciativa, puedan ser dirigidos de manera radical contra él mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario