ORACION
INICIAL
Gracias Padre por las palabras de sabiduría y por
haber dejado constancia de ellas para que nosotros podamos leer, estudiar,
razonar y aplicar en nuestras vidas este antiguo libro, de modo que nuestro
profundo anhelo pueda ser satisfecho y podamos nosotros mismos seguir estos
caminos. Creemos que esta palabra es verdadera y exacta y edificamos nuestras
vidas sobre ella. Te pedimos en oración que tengamos el valor de creer en esta palabra y actuar
conforme a ella. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesús, amen.
ECLESIASTÉS 2
1Dije yo en mi corazón: «Vamos ahora, te probaré con el placer: gozarás
de lo bueno.» Pero he aquí, esto también era vanidad.
2 A la risa dije: «Enloqueces»; y al placer: « ¿De qué sirve esto?»
3 Decidí en mi corazón agasajar mi carne con vino y, sin renunciar mi
corazón a la sabiduría, entregarme a la necedad, hasta ver cuál es el bien en
el que los hijos de los hombres se ocupan debajo del cielo todos los días de su
vida.
4 Acometí grandes obras, me edifiqué casas, planté viñas para mí;
5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles
frutales.
6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían
los árboles.
7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa. Tuve muchas
más vacas y ovejas que cuantos fueron antes de mí en Jerusalén.
8 Amontoné también plata y oro, y preciados tesoros dignos de reyes y de
provincias. Me hice de cantores y cantoras, y de toda clase de instrumentos
musicales, y gocé de los placeres de los hijos de los hombres.
9 Fui engrandecido y prosperé más que todos cuantos fueron antes de mí en
Jerusalén. Además de esto, conservé conmigo mi sabiduría.
10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni privé a mi corazón de
placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo lo que hacía. Ésta fue la
recompensa de todas mis fatigas.
11 Miré luego todas las obras de mis manos y el trabajo que me tomé para
hacerlas; y he aquí, todo es vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho
debajo del sol.
Salomón examina en este
capítulo la filosofía del griego [ἡδονή] hedonismo,
que es la doctrina que proclama el placer como fin
supremo de la vida.
Salomón reconsidera la sabiduría y llega a admitir su excelencia y
utilidad, pero la ve insuficiente para procurar a un hombre la dicha.
Salomón probó todo lo conocido en lo relacionado al placer. Él tuvo mil mujeres
entre esposas y concubinas. Salomón probó el camino del sexo para obtener
satisfacción. También se inclinó hacia la bebida y otras formas de
entretenimiento.
Empecemos con el estudio:
1Dije yo en mi corazón: «Vamos ahora, te probaré con el placer: gozarás
de lo bueno.» Pero he aquí, esto también era vanidad.
Después de expresar su desilusión
por no haber hallado en la búsqueda de la sabiduría la satisfacción que
buscaba, Salomón ahora se dedica a los placeres del
mundo, siendo el rey tiene acceso a todo lo que el deseara y nada se le
rehusaría. Resuelve probar lo que pueden dar de sí la alegría y el regocijo.
2 A la risa dije: «Enloqueces»; y al placer: « ¿De qué sirve esto?»
El probar o
experimentar en carne propia era sumamente importante para Salomón, llevando a
la práctica sus teorías para comprobar cuál era la que funcionaba mejor en la
humanidad. El rey estaba interesado en saber que se conseguía al realizar una
acción determinada.
3 Decidí en mi corazón agasajar mi carne con vino y, sin renunciar mi
corazón a la sabiduría, entregarme a la necedad, hasta ver cuál es el bien en
el que los hijos de los hombres se ocupan debajo del cielo todos los días de su
vida.
Al verse incapaz de
hallar la dicha mediante lo que place al ingenio, resolvió probar luego lo que
puede satisfacer al paladar como el de la bebida, manteniendo la mente clara a
fin de experimentar en sí mismo esa, al parecer, felicidad que alcanzan los
bebedores al ponerse alegres.
Salomón consideró en
su corazón las cosas que eran de importancia para saber el verdadero
significado de la vida. Sentía que su mente lo guiaba con sabiduría para
encontrar lo que él consideraba de gran valor que duraran toda la vida.
Al leer la frase debajo del cielo o debajo del Sol recordamos que
Salomón era un hombre probando y haciendo experimentos aparte de Dios.
4 Acometí grandes obras, me edifiqué casas, planté viñas para mí;
5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles
frutales.
6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían
los árboles
7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa. Tuve muchas
más vacas y ovejas que cuantos fueron antes de mí en Jerusalén.
Todas las
obras mencionadas las había construido para su propio provecho. Algo importante
a notar es que repite constantemente que todo fue para él, “me edifique, me hice, engrandecí, compre, tuve” todos estos términos
nos indican que no hubo nada que lo detuviera.
8 Amontoné también plata y oro, y preciados tesoros dignos de reyes y de
provincias. Me hice de cantores y cantoras, y de toda clase de instrumentos
musicales, y gocé de los placeres de los hijos de los hombres.
La riqueza de
este hombre era inmensa. Hombres y
mujeres eran reclutados para estar al servicio del rey y agradarle con su
voces, a él y a sus invitados.
Los cantores referidos en el versículo podían ser de
su mismo país o esclavos de naciones sojuzgadas. Tuvo a su disposición los mejores actores, actrices y músicos
de la época. Salomón tuvo setecientas mujeres
reinas y trescientas concubinas, y con ellas experimentó
todo placer sexual.
9 Fui engrandecido y prosperé más que todos cuantos fueron antes de mí en
Jerusalén. Además de esto, conservé conmigo mi sabiduría.
10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni privé a mi corazón de
placer alguno, porque mi corazón se gozaba de todo lo que hacía. Ésta fue la
recompensa de todas mis fatigas.
El trabajo es
el afán con el que el hombre lucha para alcanzar el gozo de esta vida; pero a
fin de cuentas todo esto es temporal. Si buscamos cosas terrenales, solo
encontraremos recompensa terrenal.
Salomón pudo satisfacer cualquier cosa que deseaba su corazón, lo compraba, lo
obtenía. Y cuando él observaba todo lo que había en este mundo, era consciente
de que no había nada que se le pudiera negar.
11 Miré luego todas las obras de mis manos y el trabajo que me tomé para
hacerlas; y he aquí, todo es vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho
debajo del sol.
Salomón
considera el trabajo de sus manos, el costo y cuidado para llegar a obtener
como resultado el gozo y felicidad, no encontró nada que valiera la pena. No
había nada de valor en todo lo que había hecho, todo era vacío. Ninguna ventaja
se halló en las cosas materiales, por más placenteras que sean.
CONCLUSION
El pecado de Salomón fue caer en la vanidad en la
soberbia, los excesos y cuando se arrepiente fue que escribe este fabuloso
libro de Eclesiastés para aconsejar
a otros a que no siguieran su ejemplo de seguir una vida inicua. Salomón escribe este libro como
un testimonio y ejemplo de que las cosas de este mundo no son duraderas.
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