Salomón reconsidera la
sabiduría llegando a admitir su excelencia y utilidad, pero la ve insuficiente para
procurar a un hombre la dicha. Inquiere hasta qué punto podrá la riqueza
proporcionar felicidad y concluye, por su propia experiencia, que quienes ponen
en ella el corazón, hallarán que es también futilidad o vanidad.
Entremos al estudio final de este capítulo.
12 Después volví a considerar la sabiduría, los desvaríos y la necedad;
pues ¿qué podrá hacer el hombre que venga después de este rey? Nada, sino lo
que ya ha sido hecho.
13 He visto que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las
tinieblas.
14 El sabio tiene sus ojos abiertos,
mas el necio anda en tinieblas.
mas el necio anda en tinieblas.
Pero
también comprendí que lo mismo ha de acontecerle al uno como al otro.
15 Entonces dije en mi corazón: «Como sucederá al necio, me sucederá a mí.
¿Para qué, pues, me he esforzado hasta ahora por hacerme más sabio?» Y dije en
mi corazón que también esto era vanidad.
16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los
días venideros todo será olvidado, y lo mismo morirá el sabio que el necio.
17 Por tanto, aborrecí la vida, pues la obra que se hace debajo del sol me
era fastidiosa, por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
18 Asimismo aborrecí todo el trabajo que había hecho debajo del sol, y que
habré de dejar a otro que vendrá después de mí.
19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se adueñe de todo el trabajo
en que me afané y en el que ocupé mi sabiduría debajo del sol? Esto también es
vanidad.
20 Volvió entonces a desilusionarse mi corazón de todo el trabajo en que me
afané, y en el que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.
21 ¡Que el hombre trabaje
con sabiduría, con ciencia y rectitud, y que haya de dar sus bienes a otro que
nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y un gran mal.
22 Porque ¿qué obtiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su
corazón con que se afana debajo del sol?
23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias,
pues ni aun de noche su corazón reposa. Esto también es vanidad.
24 No hay cosa mejor para el hombre que comer y beber, y gozar del fruto de
su trabajo. He visto que esto también procede de la mano de Dios.
25 Porque, ¿quién comerá y quién se gozará sino uno mismo?
26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo;
pero al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para dejárselo al que
agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
El predicador
continúa su discurso sobre objetos de su búsqueda y su cumplimiento en la vida.
El vio que la sabiduría superaba de gran manera la insensatez y la locura pero que la sabiduría le traía el
conocimiento de una verdad deprimente, que la muerte no hace acepción de
personas entre el sabio y el necio. Por lo tanto, parece que aún la búsqueda de
la sabiduría por encima de la necedad es vanidad. Y la verdad que se revela es
como correr tras el viento.
12 Después volví a considerar la sabiduría, los desvaríos y la necedad;
pues ¿qué podrá hacer el hombre que venga después de este rey? Nada, sino lo
que ya ha sido hecho.
“¿Qué podrá el
hombre que venga después de mí?” Tal vez no habrá
hombre que pueda conseguir más satisfacción que este rey. Él se dedicó a investigar todo cuanto
estaba a su alcance, pero está bien seguro que después de él vendrá otra persona y que su trabajo quedaría
en el olvido, pero se volverán a decir las mismas palabras, pues no hay nada nuevo debajo del sol.
13 He visto que la sabiduría aventaja a la necedad,
como la luz a las tinieblas.
Evidentemente, es
mejor ser un sabio que un insensato. Y es mejor ser una persona educada que una
ignorante. Algunas versiones traducen “aventaja” para sobrepasa. La vida sabia es de mucho más
provecho que la insensatez. La sabiduría protege contra los males del mundo, el
dinero también, pero hay que saber emplearlo y para esto es necesaria la
sabiduría. La sabiduría puede existir ya sea en la pobreza o en la riqueza.
14 El sabio tiene sus ojos abiertos, más el necio anda en tinieblas. Pero
también comprendí que lo mismo ha de acontecerle al uno como al otro.
Uno puede recordar la época cuando sus maestros le decían: "Piense,
use su cabeza, use sus ojos". Y eso es lo que Salomón está diciendo Indiferentemente de cuan
inteligente sea usted, usted no se alejará demasiado del insensato, porque
ambos serán sacados de su casa con los pies por delante para ser sepultados de
la misma manera.
15 Entonces dije en mi corazón: «Como sucederá al necio, me sucederá a mí.
¿Para qué, pues, me he esforzado hasta ahora por hacerme más sabio?» Y dije en
mi corazón que también esto era vanidad.
El sabio tiene
la capacidad de poder ver hacia donde van sus pasos, hacia qué sentido está
llevando su vida. Por esta razón es que actúa sabiamente. Cada persona es
responsable delante de Dios de aceptar o rechazar la sabiduría de Jesús para el
hombre. Aceptarla es andar en luz, en conocimiento; mientras que rechazarla es
andar en tinieblas, en ignorancia. Por esto es que el necio anda en tinieblas,
porque sabiendo que es lo mejor para él, lo rechaza y no sabe a dónde va su
camino.
16 Porque
ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros
todo será olvidado, y lo mismo morirá el sabio que el necio.
Se ve
claramente lo vano al no llevar una relación apropiada con Dios. Aunque la
sabiduría protege la vida del sabio, no le protege contra la muerte. Si una
persona se considera sabia, pero carece de fe, esa sabiduría no le sirve de
nada.
Uno pudo haber
recibido una educación, incluso tener títulos universitarios, pero nada de ello
ayudará cuando llegue el momento de morir. Tampoco evitará su muerte. Cuando
llegue la hora de morir, se pasará directamente por esa puerta, saldrá de la
vida y no habrá nada en este mundo que le libere de esa experiencia.
17 Por tanto, aborrecí la vida, pues la obra que se hace debajo del sol me
era fastidiosa, por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
Todas sus
experiencias vividas le llevaron a una sola conclusión, que todo era sin
ganancia. Al ser vana, no se le encuentra una satisfacción eterna, pues está
basada en cosas para satisfacer lo físico.
18 Asimismo aborrecí todo el trabajo que había hecho debajo del sol, y que
habré de dejar a otro que vendrá después de mí.
La vanidad de
todo trabajo humano es también llamada como vanidad. El llegar a ser rico y alcanzar el éxito
humano no proporciona beneficio alguno, pues todo llega al final
Los
maestros tradicionales de sabiduría ponen mucha fe sobre la prosperidad de uno
pero no así el Qohelet. Todos dejen todo. Leamos Salmo 39:6
Ciertamente, como una sombra es el hombre;
ciertamente, en vano se afana;
amontona riquezas y no sabe quién las recogerá.
ciertamente, en vano se afana;
amontona riquezas y no sabe quién las recogerá.
Tendremos que partir
algún día y dejar todo aquí en la tierra. Muchísimas personas han trabajado
duramente toda su vida para acumular algo de los bienes de este mundo, y
después tienen que partir y dejárselo a algún pariente que ni siquiera cree en
Dios. Hay muchas personas que han dejado sus bienes a alguna organización
cristiana para que ella use su dinero para difundir el Evangelio después de que
ellas hayan partido. Pero muchas organizaciones se han apartado de la fe
cristiana con el transcurso de los años, alejándose de la enseñanza y difusión
de la Palabra de Dios.
Salomón tuvo que
enfrentarse con el mismo tipo de problema, 1 de Reyes 12 nos relata lo que
sucedió. Él le dejó el reino a su hijo, y fue la insensata arrogancia de su
hijo, la que dividió al reino de Israel entre el reino del norte (o de Israel)
y el reino del sur (o de Judá). Aquello división constituyó una tragedia
irreversible en la historia de esa nación.
19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se adueñe de todo el trabajo
en que me afané y en el que ocupé mi sabiduría debajo del sol? Esto también es
vanidad.
Con frecuencia lo
que heredamos no es apreciado. Ni tampoco bien aprovechado hasta llegar al
derroche. Salomón no sabía qué clase de persona se iba a hacer
cargo del fruto de todo el trabajo lo que él había realizado. Y consideró una
pérdida de tiempo trabajar por algo y luego entregárselo a una persona
insensata.
20 Volvió entonces a desilusionarse mi corazón de todo el trabajo en que me
afané, y en el que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.
Se presenta la
desesperación por no encontrar el propósito eterno en las cosas materiales y una
vez más lo comprueba al aceptar que las riquezas no le dan significado a la
vida.
El
predicador usa lenguaje fuerte para describir la profundidad de sus emociones
acerca de la ¡futilidad total del esfuerzo humano!
21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, con ciencia y rectitud, y que haya
de dar sus bienes a otro que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y
un gran mal.
22 Porque ¿qué obtiene el hombre de todo su trabajo y de la fatiga de su
corazón con que se afana debajo del sol?
23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias,
pues ni aun de noche su corazón reposa. Esto también es vanidad.
El esfuerzo
por comprender el propósito básico de la vida no terminan, aun durante las
noches no hay tranquilidad en los corazones vanos. En vista de lo incierto del
futuro, todo trabajo que el hombre pueda hacer, por más grande e impresionante que
sea, es vanidad, pues no se puede llevar nada cuando muere.
La expresión debajo del sol. Es una forma de indicar
el punto de vista de un ser humano que vive alejado de Dios. Ésta no es la
persona a quien Cristo, desde un punto de vista espiritual, sentó en las
regiones celestiales, como declaró el apóstol Pablo en Efesios 2:6, el cual lo puede usted leer y estudiar en esta página
de Alpha & Omega.
Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
Esa persona
cristiana, contempla la tierra desde el punto de vista de Dios, desde la
perspectiva de los ciudadanos del cielo que caminan de manera transitoria por
esta tierra. Pero esta otra perspectiva que se define como debajo del sol
conduce al pesimismo, al desaliento.
24 No hay cosa mejor para el hombre que comer y beber, y gozar del fruto de
su trabajo. He visto que esto también procede de la mano de Dios.
Aquí inicia
una serie de consejos y advertencias para llegar a gozar de la vida física de
una buena manera. El trabajo es bueno y es necesario, además se tiene el
derecho de gozar del fruto del trabajo justo. Pero el verdadero gozo se halla
en el reconocer que todo es dado por Dios y por lo tanto ser agradecidos.
25 Porque, ¿quién comerá y quién se gozará sino uno mismo?
Dios es la
única fuente de donde proviene todo sustento para el hombre, de donde se
satisface cada necesidad humana. Es la providencia divina la que está al
cuidado del hombre.
26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo;
pero al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para dejárselo al que
agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Solo Dios conoce lo que hay en el corazón de las
personas y solo él puede llamar a alguien “agradable o pecador”. La persona que
le agrada a Dios es aquella que usa la sabiduría para conocerle y sigue los
caminos de Dios. El pecador es el que ignorando los mandatos divinos se
convierte en un necio, haciendo de su vida un continuo tropezar. El pecador por
su necedad busca siempre amontonar riquezas y posesiones, pues piensa que estas
pueden darle el verdadero significado de la vida.
CONCLUSIÓN
Si usted está viviendo solamente para usted mismo, aun si es una
persona que sirve a Dios, o si usted es un pecador no regenerado viviendo para
sí mismo, no hay una meta, no hay un propósito para su vida, no hay ningún
fruto en su paso por este mundo, entonces su vida se apagará no quedando nada
de ella, ni aquí en este tierra, ni en la eternidad. Al encontrarse en esa
condición, su corazón acabará lleno de amargura, y llegará al final de su vida
con nada de valor.
Hay que reconocer que somos pecadores y que necesitamos apropiarnos por
la fe de la obra de Cristo en la cruz, recibiendo la salvación que Él nos
ofrece. Y después, por la obra del Espíritu Santo, la vida del creyente puede
ser una vida fructífera. El mismo Señor Jesús les dijo a los suyos, en Juan 15:16,
"Yo os elegí a
vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo
de".
AMEN
PASTOR ARMANDO GARCIA ULCM
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