Por José Alfredo Liévano
Dios te ofrece hoy otra oportunidad en la que está anulando por completo
las consecuencias de tus acciones pasadas y reorientándolas para bien.
Obviamente que de ninguna manera lo mereces, pero su GRACIA y MISERICORDIA
sobre ti lo mueve a hacerlo.
Dios ha escuchado tu oración y ha mirado tu corazón arrepentido, sabe
que tienes la determinación para hacer las cosas de acuerdo a sus mandatos. Por
lo tanto aplica hoy para ti esta palabra que viene de lo profundo del corazón
de Dios: “No hare caer mi ira sobre ti porque misericordioso soy yo” (Jeremías
3:12). Entiende ahora que tu vida entera ha estado siempre
marcada por la GRACIA incondicional de Dios. Lo estás viendo
ahora...
En esta nueva oportunidad, Dios te está abriendo un nuevo camino en el
que está dispuesto a acompañarte en medio de las adversidades que enfrentes. Tendrás
que atravesar
inevitablemente valles de sombra y de muerte; sin embargo, en esos
momentos podrás decir
con plena certeza: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré
mal alguno, porque tu estarás conmigo” (Salmo 23:4). En medio de toda
circunstancia imposible y difícil tendrás el apoyo total e incondicional de
Dios, así que rechaza las tentaciones que te inviten a detenerte, desviarte y
retroceder.
En esta nueva oportunidad, el poder y la soberanía de Dios esta reintegrándote
en los propósitos
que forjo para ti desde antes de la creación del universo, caso
contrario no tendría sentido en concedértela; de ahí que es necesario que no
pierdas la noción por la que has venido a la tierra. “Vosotros sois la
luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el
candelero, y alumbra a todos los que
están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras,
y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. (Mateo
5:14-16)
Dale gracias a Dios por esta nueva oportunidad inmerecida que desde hace
mucho tiempo comenzó
a forjar en ti sin que te percataras de ello. Ahora comprendes “el por
qué” de muchas circunstancias incomprensibles que te permitió vivir, pero
que eran parte de esa disciplina paternal que lleva a la restauración. “Estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionara hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6) Ahora
entiendes que todo ha sido parte de un proceso largo que aún no finaliza y en
el que has aprendido a creerle, obedecerle, servirle y esperarle.
Estas ante una nueva oportunidad... Pídele a Dios que te de la sabiduría
necesaria para aprovecharla al máximo.
¡No te decepcionara!
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