Romanos capítulo 6 trata con la SANTIFICACIÓN. La palabra “santificación” significa “consagración” (ser apartado para el servicio de Dios). Esta palabra se encuentra en Romanos 6:19, 22.
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De manera que Romanos 6 trata con estas preguntas importantes: ¿Cómo debo vivir la vida cristiana? ¿Cómo puedo tener victoria y dominio sobre el pecado? ¿Cómo puedo vivir una vida consagrada al servicio del Señor Jesucristo? ¿Cómo puedo ser libre de la esclavitud del pecado? ¿Qué tengo que hacer para vivir una vida que agrade a Dios?
Si alguien preguntara, “¿Qué debo hacer para ser salvo?” o “¿Qué debo hacer para ser justificado?” ciertamente querríamos dar a esa persona la respuesta que Dios tiene en la Biblia (comparar Hechos 16:30-31). De igual manera, si un creyente preguntara, “¿Qué tengo que hacer para vivir la vida cristiana?” deberíamos poder dar claras respuestas de la Palabra de Dios. Las respuestas se encuentran en Romanos capítulo 6. La tragedia es que demasiados cristianos no entienden los principios de Dios de victoria y santidad. En vez de seguir los principios de Dios, ellos siguen varios programas carnales y métodos carnales. Ellos intentan técnicas de auto perfeccionamiento. Ellos intentan con técnicas de auto disciplina. Ellos intentan con la confesión de pecados (lo que está bien y es correcto, ver 1 Juan 1:8-10), pero la confesión no parece impedir el pecar y caen en un ciclo de pecar-confesar-pecar-confesar-pecar-confesar (confesando constantemente sus pecados, sin ser capaces de abandonar sus pecados). Se esfuerzan, trabajan, luchan para hacerlo mejor, etc. pero siempre es la misma vieja historia – DERROTA. Pablo lo describe bien en Romanos 7:14-18: Las cosas que quiero hacer, no las hago y las cosas que detesto, esas cosas hago. Deseo hacer la voluntad de Dios, pero no puedo hacer lo que es recto. Mientras más asiduamente trato, tanto más parezco fracasar.
Hagamos un breve examen para ver de qué trata Romanos 6:
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Sí, estos versículos hablan de la vida cristiana, de nuestra relación con el pecado, de cómo tener victoria, etc.
¿Qué debo hacer para vivir una vida santa? Escudriñemos Romanos 6 para buscar mandamientos. Es interesante que el primer verdadero mandamiento no se encuentra sino hasta el versículo 11 – “CONSIDERAOS”. En estos versículos el énfasis no está sobre HACER, sino sobre SABER (ver Romanos 6:3, 6, 9, 16; 7:1). Para tener victoria, debo SABER ciertas cosas. No es que yo necesite HACER ALGO, sino que yo necesito SABER ALGO.
Las tres palabras clave de Romanos 6 son éstas: 1) SABER (v. 3, 6, 9); 2) CONSIDERAR (v.11); 3) PRESENTAR (v.13). Primero, el creyente tiene que SABER LOS HECHOS. Estos hechos están centralizados en la muerte y resurrección de Cristo (los hechos de la justificación también se centralizaban en los mismos hechos del evangelio – Romanos 4:25). Estos hechos se centran en lo que Cristo ya ha realizado por Su muerte y resurrección (SU OBRA TERMINADA). El énfasis no está en lo que yo hago, sino en lo que Cristo ya ha hecho. Segundo, el creyente tiene que CONSIDERAR o CONTAR CON ESOS HECHOS (considerar que son verdad). Le fe es la clave. La fe fija la mirada en los hechos de la Palabra de Dios y los considera ser la verdad. La fe dice “Amén” a los hechos de la Palabra de Dios. La fe dice, “Sí, es cierto. Yo estoy muerto al pecado y vivo para Dios. Me gozo en ese hecho” (comparar versículo 11). Tercero, el creyente en Cristo debe PRESENTAR o someter sus miembros a Dios como alguien que está VIVO DE ENTRE LOS MUERTOS (versículo 13). Como una nueva criatura en Cristo, él se da cuenta de que debe presentar para el servicio del Rey de Reyes todo lo que tiene.
Es necesario observar los tiempos de los verbos en Romanos 6:1-14. No dice que somos (presente) o que seremos (futuro) o que deberíamos (indicando que es algo que debemos hacer nosotros), sino que hemos muerto (pasado) al pecado.
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
“Pues” = por lo tanto. Esta palabra nos enlaza con el final del capítulo 5 (ver especialmente 5:20, que habla de la gracia que sobreabunda al pecado).
“¿Perseveraremos en el pecado?” - ¿Continuaré abundando en el pecado, para que abunde la gracia? Los que no entienden la gracia de Dios pueden razonar de la siguiente manera: Si la gracia de Dios es magnificada por el pecado, entonces yo realmente pecaré, para que yo pueda mostrar más abundantemente la asombrosa gracia de Dios. Si la gracia de Dios es magnificada por un pecador desdichado como yo, entonces me haré aún más malvado, para que la gracia de Dios sea aún más asombrosa.
Así es como el hombre natural (1 Corintios 2:14) vuelve la gracia de Dios en lascivia (una conducta vergonzosa, un desenfrenado libertinaje (Judas 1:4): “Si, como ustedes los cristianos dicen, una persona es salva por gracia y no por alguna obra (no por lo bueno que pueda ser) y si la persona salva es salva para siempre, entonces me parece que una vez que la persona es salva, puede vivir como quiera. Si una persona no es salva por cuán buena sea, y una persona salva no se pierde por cuán mala sea, ¿qué le impedirá ser mala? ¿Por qué no puede continuar en pecado para mostrar a todos cuán benevolente y perdonador Dios puede ser con Su malvado hijo?”
Todo verdadero creyente que conoce la gracia de Dios, debería responder a ésto de una sola manera: ¡QUE ESTO NUNCA SEA ASÍ! ¡DIOS NO LO PERMITA! ¡PEREZCA ESE PENSAMIENTO!
Los que conocen verdaderamente la gracia de Dios, no la usan como licencia para pecar. La gracia de Dios nos enseña lo contrario (ver Tito 2:11-12). Las profundidades que ya han alcanzado nuestra maldad y miseria son ciertamente lo suficiente como para magnificar a nuestro bondadoso Dios y no hay necesidad de agregar pecado sobre pecado. Ya hemos pecado lo suficiente (ver 1 Pedro 4:3). Ya hemos explorado las profundidades de la depravación y no necesitamos penetrar más profundamente en la inmundicia y en el fango del pecado. Por lo demás, el libro de 1 Juan enseña que aquellos que continuamente practican el pecado, nunca han nacido de Dios (ver 1 Juan 3:6, 8, 9; 5:18). El verdadero hijo de Dios odia el pecado y desea ser libre de su terrible esclavitud. Ciertamente no desea continuar en ello.
2 ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Pablo recurre a la figura de la muerte para simbolizar la separación total respecto del pecado, desarrollada en los versículos 3-5 en relación con el bautismo. También ver Romanos 3:8.
“Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”
Note que este versículo no es un mandamiento. Pablo no está diciendo, “Tienes que morir al pecado”. Este versículo es la declaración de UN HECHO: El hecho es éste: Yo, (coloca tu propio nombre si eres un creyente), MORÍ AL PECADO”. Nota también que esto no es algo que sucederá, sino es algo que ya sucedió (tiempo pasado). Ya está hecho. Ya se ha efectuado. Yo morí al pecado. Ten cuidado de andar por el HECHO y no por la EXPERIENCIA. Nuestra experiencia personal a menudo parece contradecir este hecho. Mi experiencia (la manera en que vivo) muchas veces me dice que estoy muy vivo al pecado, pero Dios dice que yo morí a él. La persona no salva está muerta para Dios (Efesios 2:1—no hay vínculo, no hay contacto vital) y vive para el pecado. La persona salva está muerta al pecado y vive para Dios (comparar versículo 11). El pecado ya no tiene derechos sobre su vida. Dios tiene todos los derechos sobre su vida, de hecho, DIOS ES SU VIDA. (Ver Colosenses 3:3-4).
No debemos confundir nuestra relación al pecado con su presencia. Distíngase el hecho revelado de que morimos, de nuestra experiencia de liberación. Porque no estamos muriendo al pecado por nuestras experiencias: ya morimos a él en la muerte de Cristo. Porque el hecho de que morimos al pecado es una palabra revelada divinamente acerca de nosotros y no podemos negarla. La presencia del pecado “en nuestros miembros” hará que el hecho de que morimos a él sea difícil de percibir y retener: pero Dios lo dice. Y a Su tiempo lo explicará todo a nuestra fe.
La muerte del creyente al pecado incluye nuestra UNIÓN con Jesucristo, como se explicará en los versículos siguientes. Hemos sido identificados de tal manera con Jesucristo, que SU muerte al pecado (versículo 10) ha llegado a ser nuestra muerte al pecado. Nosotros morimos al pecado en ÉL.
3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?,
El bautismo representa el hecho por el cual el creyente se incorpora a Cristo y se une a su muerte, a su resurrección y a su vida nueva. Colosenses 2.12 y Gálatas 3:27.
Note la palabra clava “SABER”. Pablo está comunicando un hecho que el creyente necesita saber y que debe tomar en cuenta. No ignores este hecho. Créelo.
“Todos los” = todos nosotros. Esto ha sucedido a todo aquel que es un verdadero creyente en Cristo. Los únicos que no han sido bautizados en Jesucristo son aquellos que no son salvos.
“Bautizados en Cristo Jesús”. Esto no es bautismo en agua, sino bautismo en Cristo Jesús. Alguien ha dicho bien que en Romanos 6 no hay una gota de agua. El bautismo del cual está hablando Pablo en Romanos 6, es un BAUTISMO REAL y no un BAUTISMO RITUAL. Este bautismo real ocurre en el momento en que una persona es salva y es una obra que solo Dios puede realizar. El bautismo ritual (bautismo en agua) tiene lugar después de que una persona es salva y su propósito es ser un símbolo del bautismo real (una ilustración de lo que me sucedió en el momento en que fui salvo). El “bautismo en Jesucristo” es mencionado también en Gálatas 3:26-27. El resultado de este bautismo es que el creyente está “EN CRISTO” (ver Gálatas 3:28; 2 Corintios 5:17; Romanos 8:1; etc.) La palabra bautismo viene de un verbo que significa “sumergir, bañar, zambullir, poner algo dentro de algo y así identificarlo totalmente con algo”. El creyente ha sido sumergido en Jesucristo y ha sido puesto en el Hijo de Dios con el resultado de que él está “EN CRISTO”. Allí es donde ha sido puesto (colocado, instalado). Por ello a menudo nos referimos a la POSICIÓN EN CRISTO del creyente.
Hay dos grandes verdades que se repiten una y otra vez en el Nuevo Testamento: 1) BAUTISMO 2) MORADOR. El bautismo me pone en Dios y el morar pone a Dios en mí. El Señor predijo esta relación en Juan 14:20 – “vosotros en MÍ” (BAUTISMO) y “YO en vosotros” (MORAR)” y ver también Juan 17:21, 23, 26.
BAUTISMO EN CRISTO JESÚS:
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Si yo he sido BAUTIZADO EN JESUCRISTO, ésto significa que yo he sido. . .
- bautizado en SU muerte (Romanos 6:3)
- bautizado en SU sepultura (Romanos 6:4)
- bautizado en SU resurrección (Romanos 6:4-5)
- bautizado en SU cuerpo, la Iglesia (1 Corintios 12:13)
La HISTORIA de Cristo ha llegado a ser mi historia, porque yo estoy EN CRISTO. De modo que Su muerte, es mi muerte; Su sepultura, es mi sepultura; Su resurrección, es mi resurrección y Su ascensión, es mi ascensión (ver Efesios 1:20-21; 2:6 – En Cristo estoy sentado en lugares celestiales). El cristiano está tan estrechamente identificado en y con Cristo, que el Señor Jesús pudo decir a Saulo de Tarso, “¿POR QUÉ ME PERSIGUES?” (Hechos 9:4). Cuando el CUERPO (la iglesia) es herida, la CABEZA lo siente.
El bautismo en agua es una FIGURA de esta gloriosa relación y posición que el creyente tiene EN CRISTO. Considera lo siguiente:
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4 porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Se alude a la forma generalmente usada entonces de celebrar el bautismo, sumergiendo a la persona en el agua.
“Somos sepultados juntamente con Él”. ¿Cuál es el significado de la sepultura de Cristo? Considera estos dos hechos:
1) LA SEPULTURA DE CRISTO MIRA HACIA SU MUERTE EN LA CRUZ. La sepultura de Cristo está relacionada con Su muerte, tal como lo indica Romanos 6:3-4. Decir que alguien ha sido sepultado, es decir que alguien murió. “Mi padre fue sepultado la semana pasada” (esto significa que “mi padre murió”). Normalmente, las únicas personas que son sepultadas son personas muertas. Lázaro fue sepultado (Juan 11), porque él había muerto. La sepultura de Cristo fue la gran demostración de que Cristo había muerto realmente. Compare el argumento de 1 Corintios 15:3-5 que primero presenta un informe y luego lo confirma con la prueba: Cristo murió por nuestros pecados. La prueba: Él fue sepultado. Cristo resucitó de los muertos. La prueba: ÉL fue visto.
2) LA SEPULTURA DE CRISTO MIRA HACIA SU RESURRECCIÓN. Cristo fue sepultado realmente y Su cuerpo muerto fue puesto realmente en la tumba. El glorioso hecho de Su resurrección quedó demostrado a todos cuando Su cuerpo, que había sido sepultado, DE REPENTE HABÍA DESAPARECIDO. Se había ido. “”No está aquí…ved el lugar donde fue puesto el Señor” (Mateo 28:6). Ven, mira el lugar donde fue sepultado.
De modo que, cuando pienses en la sepultura de Cristo, recuerda siempre ésto: 1) que ese cuerpo en el sepulcro estaba realmente muerto; 2) tres días después, ese cuerpo en el sepulcro se había ido realmente. Cristo había resucitado y estaba vivo para siempre.
5 Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
No hemos sido identificados con Cristo solamente en Su muerte, sino también en Su resurrección. Cristo murió y, en ÉL, yo también morí. Cristo fue resucitado de los muertos (Romanos 6:4) y en Cristo yo también fui resucitado. Esta idea se repite en el versículo 5: “plantados juntamente” = unidos. Mi andar debe corresponder a mi posición en Cristo (Romanos 6:5). En Cristo tengo una NUEVA VIDA y debo andar a la luz de ESTE HECHO. Debemos apropiarnos Su Vida por fe (comparar versículo 11 –considerar”).
6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado,
Nuestro viejo hombre: es decir, Lo que antes éramos: Efesios 4.22; Colosenses 3.9. Gálatas 2.19-20; 5.24-25. No sirvamos más al pecado: Véase Romanos 5.21.
“Sabiendo esto” –Esto introduce un hecho clave que debe ser creído. ¿Qué es el “viejo hombre” (Romanos 6:6; Efesios 4:22; Colosenses 3:9) y qué es el “nuevo hombre” (Colosenses 3:10; Efesios 4:24)? El viejo hombre se refiere a todo lo que soy y a todo lo que tengo en Adán; el nuevo hombre se refiere a todo lo que soy y a todo lo que tengo en Cristo. El viejo hombre es mi vieja vida en Adán; el nuevo hombre es mi nueva vida en Cristo. Lo primero se refiere a la VIDA PROPIA; lo segundo a la VIDA EN CRISTO. Lo primero tiene que ver con el HOMBRE CAÍDO; lo segundo con el HOMBRE REDIMIDO o REGENERADO. El viejo hombre es el viejo yo; el nuevo hombre es el nuevo yo, la nueva criatura en Cristo. El viejo hombre se caracteriza por esa naturaleza pecaminosa y caída recibida de Adán; el nuevo hombre se caracteriza por esa naturaleza divina y santa recibida de Dios en el momento del nuevo nacimiento. El viejo hombre es nacido de la carne; el nuevo hombre es nacido de Dios. El viejo hombre vino por nacimiento natural; el nuevo hombre viene por el nuevo nacimiento. El viejo hombre está “VICIADO conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22; y comparar Romanos 7:24); el nuevo hombre es “creado según Dios (de acuerdo a Dios, modelado según Dios, un reflejo de Dios, etc.) en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24). El nuevo hombre es una cosa nueva, que no existía previamente, pero que fue creada (Efesios 4:24; 2 Corintios 5:17). Cinco años antes de que fueras salvo, el nuevo hombre no existía en absoluto, pero existía el viejo hombre.
El viejo hombre no es (simplemente) la vieja naturaleza, aunque incluye la vieja naturaleza; el viejo hombre se caracteriza por tener una naturaleza que se opone a Dios, y esa naturaleza imprime su carácter a las actividades del viejo hombre.
El viejo hombre es descrito por sus obras (sus hechos) en Efesios 4:25-31: es un infame mentiroso (v.25), tiene un genio detestable (v.26), es un malvado ladrón (v.28), tiene una boca corrupta de la cual sale basura (v.29) y se caracteriza por amargura, ira, enojo, gritería, maledicencia y un espíritu vengativo (v.31-32). El nuevo hombre, por el contrario, habla verdad (v.25), se enoja de manera recta, cuando corresponde (v.26), trabaja duro y sabe dar (v.28), habla lo que es bueno y lo que edifica (v.29), y se caracteriza por amabilidad, bondad y un espíritu perdonador. El nuevo hombre es un reflejo de Dios, de Aquel que lo ha creado.
Es importante saber que el viejo hombre es inmutable. No cambiará nunca. Es siempre y perpetuamente CORRUPTO. El viejo hombre nunca mejorará (de hecho, cuando eres salvo, el viejo hombre parece aún peor). El viejo hombre nunca se reforma. Es incorregible. Es totalmente depravado y siempre será así. Cuando una persona es salva, el viejo hombre no es cambiado y el viejo hombre no es transformado.
¿Cómo trata Dios entonces con el viejo hombre? Dios no cambia al viejo hombre. Dios no transforma al viejo hombre. ¿Qué hizo Dios con tu viejo yo? ¿Qué hizo Dios con todo lo que eres y con todo lo que tienes en Adán? Romanos 6:6 responde esto: “TU VIEJO HOMBRE FUE (tiempo pasado) CRUCIFICADO CON ÉL”. Dios condenó al viejo hombre, lo juzgó y derramó Su ira sobre él cuando nuestro bendito Salvador murió en la cruz. Mi viejo hombre fue crucificado.
“Fue crucificado” – Está hecho. Está terminado. Tú no necesitas crucificar al viejo hombre. Esto ya fue hecho hace 2000 años atrás. No es algo que tú haces, es algo que Dios ya ha hecho. No es un mandamiento que deba ser obedecido; es un hecho que debe ser creído. No necesitas tratar con el viejo hombre. Ya ha sido tratado en la cruz. Los que tratan de conquistar al viejo hombre nunca ganan.
En Romanos 6:6 necesitamos hacer una diferencia entre nuestra posición y nuestra experiencia. Este versículo no se refiere a la experiencia de un cristiano, como aseguran muchos hombres Reformados. “Nuestro viejo hombre fue crucificado” es un hecho relacionado con nuestra posición en Cristo. En nuestra experiencia, nuestro viejo hombre parece estar muy bien y muy vivo, pero no debemos guiarnos por nuestra experiencia. Debemos guiarnos por lo que Dios ha dicho (los HECHOS). El hecho de tu posición es que tu viejo hombre fue crucificado con Cristo. Afirma por fe ese hecho, a pesar de que parezca lo contrario. Cuenta con que es así. Mientras más nos apoyamos en este hecho por fe, tanto más se hará realidad en nuestra experiencia. Mientras más consideramos nuestra posición, tanto más Dios el Espíritu Santo la hará realidad en nuestra condición. La clave es la fe.
Considera Colosenses 3:9-10. Observa con cuidado el lenguaje. Dice, “habiéndoos despojado” y “revestido”. Estos no son mandamientos, estos son hechos. ¿Por qué ha sido quitado el viejo hombre? La respuesta se encuentra en Romanos 6:6. El viejo hombre ha sido quitado porque Dios lo puso en la cruz. Mi viejo hombre fue quitado y crucificado en el Calvario. Fui vestido del nuevo hombre en el momento en que fui salvo, porque soy una nueva criatura en Cristo.
Considera ahora el lenguaje de Efesios 4:22, 24. Aquí se nos dice que hagamos algo. Despojaos y vestíos. Estos son mandamientos. Pero, ¿no decía Colosenses capítulo 3 que eso ya había sido hecho? Observa la diferencia:
Colosenses expone el hecho; Efesios apela a la fe. En Efesios se nos instruye que hagamos por fe lo que Colosenses nos dice que Dios ya ha realizado en el hecho. ¿Cómo me despojo del viejo hombre? Tomando en cuenta que Dios ya lo ha hecho. Dándome cuenta que mi viejo hombre fue crucificado con Cristo. ¿Cómo me visto del nuevo hombre? Viéndome y considerándome como una nueva criatura en Jesucristo. Por fe en la obra realizada en la cruz, me despojo del viejo hombre; por fe en mi gloriosa posición en Cristo, me revisto del nuevo hombre.
Otra ilustración de este mismo principio se encuentra en Gálatas 3:27 y Romanos 13:14. El primer pasaje nos dice que estamos revestidos de Cristo. El segundo pasaje nos ordena: “vestíos del Señor Jesucristo”. Gálatas 3:27 es el HECHO (estáis revestidos de Cristo). Romanos 13:14 apela a la FE (se nos dice que hagamos por fe lo que Dios ya ha realizado en el hecho).
Considera Gálatas 2:20—“Con Cristo yo (el viejo hombre en Adán) estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo (el viejo hombre en Adán), mas vive Cristo en mí (la nueva criatura en Cristo); y lo que ahora yo (el nuevo hombre) vivo en la carne, yo (el nuevo hombre) lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
La fe tiene que creer los hechos de Dios y contar con que son verdad.
“El cuerpo del pecado” (comparar Romanos 7:24) – esta expresión se refiere a mi cuerpo no redimido, que el pecado usa como su instrumento. En el capítulo 8 leeremos que la esperanza futura del creyente es que su cuerpo será redimido (8:23) y entonces nunca más volveremos a pecar. Sin embargo, hoy poseemos un cuerpo no redimido que aún está sujeto al deterioro, a la corrupción, al pecado, a la enfermedad y, finalmente, a la muerte física. El PECADO aún está presente en nuestros miembros (ver Romanos 6:12; 6:16; 6:19; 7:5; 7:13; 7:17; 7:20 – el pecado que mora en mí; 7:23; 7:25).
“Destruido” –esto debería traducirse “hacer inefectivo, hacer inactivo, hacer inoperativo, paralizar, poner fuera de uso, frenar, dejar inerte”. Por causa de la obra de Cristo en la cruz y porque por fe tomo en cuenta esa obra, EL PECADO HA PERDIDO SU PODER SOBRE MÍ: “a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6). Ya no necesitamos estar sirviendo como esclavos del pecado. Antes de la salvación, yo era un continuo un esclavo del pecado (Juan 8:34 y Romanos 8:7-8). En Cristo, ahora soy libre (ver Romanos 6:18, 22).
Es importante recordar que, cuando una persona es salva, su naturaleza pecaminosa no es ERRADICADA. Sabemos ésto por tres razones:
- Por las simples declaraciones de las Escrituras—1 Juan 1:8, 10; 2:1-2.
- Por el hecho obvio de que mientras está en este cuerpo, el creyente puede pecar y de hecho, peca (si mi pecado hubiese sido erradicado, me sería IMPOSIBLE pecar).
- Romanos 7:14-24 habla del PROBLEMA y de la PESENCIA y del PODER del PECADO que MORA en la vida del creyente.
Si el pecado hubiese sido erradicado, entonces éste no sería un problema para el creyente, no estaría presente en absoluto y no tendría poder.
Cuídate de dos extremos:
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Las palabras “ya no más” en Romanos 6:6 significan “desde ahora en adelante, en el futuro”. Considera los siguientes pasajes “YA NO”:
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7 porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado.
Ver 1 de Pedro 4:1
Este versículo explica por qué (“porque”) el creyente ya no tiene que ser esclavo del pecado: “el que ha muerto, ha sido justificado (libertado) del pecado”. Ver también Romanos 6:18, 22—“libertado del pecado”. Cuando Abraham Lincoln y el gobierno de los Estados Unidos libertaron a los esclavos, ellos tuvieron que hacer cinco cosas para beneficiarse de su libertad: 1) conocer la proclamación; 2) creer que era verdad (considerar, contar con ella); 3) reclamar su libertad: empacar sus bolsos, etc. 4) negarse a ser un esclavo –vivir como una persona libre; 5) contar con que todo el poder de la legislatura de los Estados Unidos los apoyaban. Del mismo modo, el creyente en Cristo necesita “estar firme en la libertad con que Cristo nos hizo libres (Gálatas 5:1) y necesita contar con todo el poder de Dios el Espíritu Santo (Romanos 8), que es el Único que puede hacer que esta libertad sea una realidad en la experiencia diaria.
8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él,
Si morimos con Cristo (y lo hemos hecho), creemos que también viviremos con ÉL. La clave es la fe. Debemos creer los hechos de Dios. “El método de Dios no es comportarse, sino creer; el comportamiento viene después del creer”. Dios ha revelado los hechos de nuestra identificación con Cristo y nuestra posición EN ÉL. La fe debe descansar sobre estos hechos. No solo CRUCIFICADO JUNTAMENTE, sino también RESUCITADO JUNTAMENTE. Yo participo en SU muerte y también participo en SU vida.
9 y sabemos que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.
¿De qué clase de vida participo? De vida eterna, vida sin fin. La muerte ya no tiene dominio sobre Cristo y ya no tiene dominio sobre mí. Ver Apocalipsis 1:18. La muerte ya no es amo o señor sobre Cristo. ÉL la conquistó. SU muerte ha quedado para siempre en el pasado. La resurrección de Cristo fue muy diferente de la resurrección de Lázaro. Lázaro solo fue resucitado para morir otra vez. Cristo fue resucitado para no morir nunca más. En la vida de Cristo, yo vivo. En Su muerte, yo morí. “Fui crucificado. . . sin embargo, yo vivo” (Gálatas 2:20). Por causa de mi unión con Cristo, yo comparto Su vida interminable. En realidad, ÉL es mi vida (Colosenses 3:3-4).
10 En cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; pero en cuanto vive, para Dios vive.
Cristo sin conocer pecado, se identificó con la humanidad pecadora (2 Corintios 5.21; Hebreos 4.14; 1 Pedro 2.24) y, con su sacrificio, libra del pecado a los que están unidos a él en su muerte (versículo 6). Una vez por todas: Hebreos 7.27; 9.26-28; 1 Pedro 3.18.
Pablo explica ahora (“porque”) que la muerte de Cristo sucedió una vez y que nunca se repetirá. “Una vez” =una vez para siempre. Esta doctrina de Cristo muriendo UNA VEZ es importante y es enfatizada en los siguientes pasajes: Hebreos 9:26, 28; 10:10-14; 1 Pedro 3:18. Si Cristo tuviera que morir otra vez, esto significaría que Su muerte no fue suficiente y que Su obra en la cruz no fue terminada (ver Juan 19:30 y 17:4). Compara la clara enseñanza de la Biblia sobre la obra de Cristo terminada una vez para siempre en la cruz con la falsa enseñanza católica de la MISA. La cita siguiente ha sido sacada del Catecismo Oficial de Baltimore:
La Santa Eucaristía es un sacramento y un sacrificio. . . Cristo instituyó la Eucaristía como una ceremonia por la cual Su sacrificio del día siguiente en el Calvario debía continuar a través de los siglos. . . La Misa continúa el Sacrificio de la Cruz. CADA VEZ QUE ES OFRECIDA LA MISA, SE REPITE EL SACRIFICIO DE CRISTO. . . En la Misa, Cristo continúa ofreciéndose a Sí Mismo al Padre como lo hizo en la cruz (énfasis añadido).
Note que el versículo 10 dice que Cristo “murió al pecado”. No dice que “murió a los pecados”. Romanos 6 trata con “el pecado” (la raíz), no con “los pecados” (el fruto corrupto). Trata con la liberación del poder del pecado, no de la pena (castigo) por los pecados. Éste es el énfasis de los capítulos 6-8.
Es importante también entender que Romanos 6:10 no habla de Cristo muriendo “por nuestros pecados”, es decir, para librarnos de la pena (castigo) por los pecados, para procurar el perdón por nuestros pecados. La muerte de Cristo por nuestros pecados fue el énfasis de los capítulos 3 y 4 de Romanos (y note el plural “iniquidades”, “pecados”, “ofensas” en Romanos 4:7, 25).
En Romanos 6:10 se dice que Cristo murió una vez por todas “al pecado”, no “por los pecados”. Y puesto que los creyentes están identificados con ÉL, yo puedo decir, “Yo morí una vez por todas al pecado (en ÉL)”. En virtud de nuestra posición en y nuestra unión con Cristo por el bautismo del Espíritu (Romanos 6:3-4), lo que sucedió a Cristo en Su muerte, sepultura, resurrección y ascensión, nos sucedió a nosotros también.
Romanos 6:10 debería conectarse a Romanos 8:3, donde se dice que la muerte de Cristo “condenó al pecado en la carne”. “Los pecados”, el fruto, son perdonados (note el plural “pecados” en Hechos 10:43; 2:38; 3:19; Lucas 24:47; etc.), pero la naturaleza “pecaminosa” es condenada (no perdonada). Dios no perdona nuestra naturaleza pecaminosa (la fuente del pecado), sino la condenó en el Calvario (Romanos 8:3).
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne (la naturaleza pecaminosa)” (Romanos 8:3).
Cristo “murió al pecado una vez” (Romanos 6:10). En la Biblia, la muerte a menudo se refiere a separación. Posicionalmente, yo he sido separado de la fuente del pecado (el viejo hombre, la naturaleza pecaminosa, etc.). Posicionalmente ya no estoy en la vieja carne adánica (ver Romanos 8:9), aunque experimentalmente aún está en mí.
Por causa de nuestra identificación con Cristo, tenemos una posición enteramente nueva en ÉL. Ya no estamos en el primer Adán, la cabeza de la vieja creación a la cual pertenecimos una vez, sino estamos en el Postrer Adán, la Cabeza de la Nueva Creación. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
“Nuestro viejo hombre (adánico)” incluye todo lo que éramos posicionalmente en Adán; de modo que en la crucifixión de nuestro viejo hombre con Cristo (Romanos 6:6), nuestra historia en Adán llegó a su completo fin; hemos sido cortados y separados de nuestra posición y de nuestra condición en el primer/viejo Adán.
El creyente no necesita morir al pecado cada día. Cristo murió al pecado UNA VEZ. El creyente murió al pecado UNA VEZ (hace como 2000 años). Yo no necesito estar muriendo. . .YO MORÍ. Cuando Cristo murió, ¡yo morí! Pero hay algo que debo hacer cada día. Esto nos lleva al versículo 11—CONSIDERAR.
11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Consideraos: El verbo griego es el mismo que aparece en el capítulo 4 con el sentido de tener en cuenta (véase Romanos 4.3). No se trata de una simple opinión, sino de que el creyente reconozca que, por su unión con Cristo, está realmente muerto con respecto al pecado, pero vivo para Dios (versículo 3-8). Pablo usa con frecuencia la expresión en Cristo Jesús. Con ella se refiere a la obra de salvación que Dios ha realizado por medio de Cristo, especialmente en su muerte y resurrección (véase Romanos 3.24 1 Corintios 1.30). Además, con esta expresión caracteriza toda la vida del creyente, quien, por la fe se ha unido a la persona de Cristo, a su muerte y resurrección, y debe seguir viviendo unido a él (Romanos 6.3-11; 1 Corintios 1.9; Gálatas 3.27; Filipenses 1.1; Colosenses 1.4). Esa unión con Cristo crea también la unión entre los creyentes (Romanos 12.5; Gálatas 3.28). La vida eterna es asimismo una vida en unión con él (Romanos 6.23).
“Así también” = a la luz de los hechos recién mencionados en los versículos precedentes. En la muerte de Cristo, yo morí (v.6-8,10) y en la resurrección de Cristo, yo vivo (v.8-10). Lo que es verdad en cuanto a Cristo, es verdad en cuanto a mí. Tal como Cristo murió al pecado y ahora vive para Dios (v.10), así también yo morí al pecado y estoy vivo para Dios (v.11). Estas VERDADES GEMELAS (mi muerte y resurrección en Cristo) se ven en Gálatas 2:20 y en muchos otros pasajes como Colosenses 3:1).
“CONSIDERAOS” – Este es el primer verdadero mandamiento del capítulo. Antes de ésto, Dios había estado exponiendo HECHOS que necesitamos saber. ¿Qué significa esta palabra clave? Es un término matemático: calcula, cuenta, cuenta con ello, cuenta con que algo es verdadero, toma en cuenta estos hechos y créelos, considera estas cosas como verdaderas, contémplate a ti mismo como muerto y contémplate a ti mismo como vivo en Cristo. El verbo está en tiempo presente: debemos seguir considerándonos, día tras día, momento tras momento. Al caminar por fe, nuestro constante deber es considerarnos. La palabra CONSIDERAR es una palabra de fe. Por fe el creyente debe contar con los hechos de Dios y reclamarlos como propios. No es suficiente conocer solamente los hechos. Los hechos deben ser apropiados personalmente por fe.
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En Romanos 6:11 debemos contar con los hechos gemelos de que 1) yo morí en Cristo; 2) yo estoy vivo en Cristo.
“Muertos al pecado” -- ¿Por qué estoy muerto? Porque morí (v.2). ¡EN CRISTO YO MORÍ y EN CRISTO YO VIVO! Yo estoy EN CRISTO (Romanos 6:3) de modo que estoy IDENTIFICADO con ÉL en SU muerte y resurrección. Había un tiempo en que yo estaba FUERA DE CRISTO (ver Colosenses 4:5; 1 Timoteo 3:7; etc.) y en ese tiempo yo estaba VIVO AL PECADO (el pecado tenía poder y derechos sobre mi vida) y MUERTO PARA DIOS (por causa del pecado yo estaba separado de Dios y no tenía una relación vital con ÉL—Efesios 2:1; 4:18). Pero ahora, las demandas que el pecado tenía sobre mí han sido canceladas en la cruz y ahora estoy unido a un Salvador vivo (Romanos 7:4). Nuestro gloriamos es en Cristo y en Su cruz (1 Corintios 1:29-31; Gálatas 6:14).
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus apetitos;
Aquí tenemos otro mandamiento: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal”. Es posible que un creyente permita que esto suceda (de otro modo el mandamiento no tendría sentido). Cuando los creyentes fallan en andar por fe y fallan en contar con los hechos de Dios (v.11), entonces reinará el pecado. No permitas que el pecado sea el soberano en tu vida.
No permitas que el pecado te controle y gobierne. Necesito considerar y creer que el pecado es un monarca destronado. El pecado ya no reina sobre mí. El pecado ya no es mi amo y no necesito obedecerlo como hacía anteriormente (última parte del versículo). Dios es ahora Mi Rey y Señor, no el pecado.
“Cuerpo mortal” = mi cuerpo no redimido, el cuerpo que está expuesto al pecado y a la muerte. Cuando tenga lugar la redención de nuestro cuerpo (ver Romanos 8:23), entonces nuestro cuerpo será “INMORTAL” (1 Corintios 15:51-54) y el pecado nunca reinará en nuestros cuerpos. En ese entonces un mandamiento como el que se ha dado en este versículo, será totalmente innecesario. Nota: el hecho de que el pecado aún puede expresarse en nuestros cuerpos mortales y que puede aún “reinar”, es prueba de que el pecado no ha sido erradicado.
13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Romanos 12.1. En el texto griego, las expresiones tampoco presentéis y sino presentaos, tienen matices diferentes; el sentido es, en efecto: ya no viváis entregados al pecado... sino entregaos de una vez por todas a Dios.
Aquí tenemos otro mandamiento. “No presentéis. ¡Dejen de someterse!” La palabra “presentarse” significa “someterse, estar a disposición de alguien”. No pongan sus miembros a disposición del pecado (para que el pecado los utilice). Esta palabra se usa en los siguientes pasajes: Lucas 2:22; Hechos 1:3; 9:41 (como alguien que está vivo de entre los muertos); Romanos 12:1. En el contexto de Romanos 6:13 lleva la idea de un esclavo que está de pie al lado de su amo, listo para hacer cualquier cosa que le ordene (literalmente, la palabra significa “estar al lado”); a su disposición, listo para cumplir la orden. ¡Señor, mis miembros están a TU servicio!
“Instrumentos” = herramientas, armas, utensilios. Dios quiere tener nuestros miembros como Sus herramientas. Nuestros miembros han de ser herramientas justas para la gloria de Dios.
En este versículo tenemos la tercera palabra clave en este versículo que se relaciona con la responsabilidad del creyente: 1) SABER (v. 3, 6, 9); 2) CONSIDERAR (v.11); 3) PRESENTAR o
SOMETER (v.13). Debemos conocer los hechos de Dios en cuanto a nuestra identificación con Cristo en Su muerte y resurrección. Debemos contar con esos hechos por fe y apropiarnos de ellos. Debemos presentarnos a Dios a la LUZ DE ESTOS HECHOS.
La frase clave en el versículo 13 es ésta: “sino presentaos vosotros mismos a Dios COMO VIVOS DE ENTRE LOS MUERTOS” (esto nos hace volver a los grandes hechos que consideramos en el versículo 11). Aquí es donde yerran muchas personas cuando se trata de la consagración. Ellos presentan a Dios su viejo yo. Dios no puede utilizar y no utilizará al “viejo hombre”.
14 El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.
El pecado... de vosotros: El futuro del verbo tiene valor de imperativo, así que esta oración puede traducirse como el pecado no tenga ya poder sobre vosotros. Ver Colosenses 3.1-10.
“Se enseñoreará” viene de la palabra griega “kurios” que significa “Señor” o “Amo”. El pecado no debe ser nuestro amo o señor. Si el pecado fuese tu amo y señor, entonces serías un ESCLAVO del pecado. De modo que Pablo está diciendo, “No serás un esclavo del pecado. El pecado no será tu amo”. ¿Por qué no se enseñoreará el pecado sobre nosotros? “Porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia”. No estamos bajo un sistema legal; estamos bajo el sistema de la gracia. No estamos bajo el régimen de la ley, estamos en el reino de la gracia. La ley no tiene soberanía sobre nosotros. La gracia es soberana sobre nosotros (ver Romanos 5:21—la gracia reina). No estoy bajo la ley como regla de vida, sino bajo la gracia.
La Biblia establece muy claramente que una persona no está bajo la ley como camino de salvación. La ley (tratar de guardar la ley) nunca puede justificar (ver Romanos 3:20; Gálatas 2:16; Hechos 15:7-11; Hechos 13:38-39, Romanos 3:27-28). Un hombre es salvo por gracia mediante la fe sin las obras de la ley.
La Biblia también establece claramente que una persona no está bajo la ley como regla de vida. La ley (tratar de guardar la ley) nunca puede santificar (producir santidad). La ley es santa (Romanos 7:12), pero no nos puede hacer santos. Romanos capítulo 6 pone en claro que la santificación no es por las obras de la ley. Esto también es la enseñanza del libro de Gálatas (ver especialmente Gálatas 3:2-3). En realidad, Romanos 7 (como veremos más adelante) nos muestra la tremenda frustración de un hombre que trata de ser santo cumpliendo la ley.
Cuando Pablo dice en Romanos 6:14 que el creyente no está “bajo la ley sino bajo la gracia”, se está refiriendo a la santificación (el progreso en santidad del creyente) no a la justificación (la justa posición del creyente ante Dios en Cristo). Anteriormente en esta epístola, Pablo había puesto en claro que ninguna persona es justificada por las obras de la ley (Romanos 3:20, 3:28). El tema del capítulo 6 es la santificación (santidad—v. 19, 22), no la justificación (con la cual se trató en los capítulos 3-5). Romanos 6:14 deja en claro que Pablo está hablando de ser libre del dominio y del poder y de la autoridad del pecado, y de ésto se trata la santificación.
Estar “bajo la ley” es estar bajo el dominio de la ley (Romanos 7:1) y estar sujeto a ella (Romanos 7:6). Cuando una persona está “bajo la ley”, está “bajo el dominio del pecado” (ver Romanos 6:14). Ambos van juntos. Estar bajo la ley es estar bajo la esclavitud y el dominio del pecado. Esto es así porque la LEY DEMANDA, pero no da poder para hacer (comparar Romanos 7:18).
La ley solo lleva a la persona a la esclavitud (como veremos en Romanos 7). Sólo la gracia de Dios y el Dios de toda gracia trae liberación. El problema no está en la ley (Romanos 7:12); el problema está en el hombre que es un pecador (Romanos 7:14). La ley confronta al hombre con los impresionantes y santos requerimientos de Dios. El hombre está desvalido y sin esperanza y es incapaz de cumplir las demandas de Dios (Romanos 7:15-24).
Siervos de la justicia
15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!
Juan 8.31-36; 2 Pedro 2.19. Pablo ilustra su idea con un ejemplo tomado de la vida diaria de su tiempo. La esclavitud u obediencia forzada al pecado (Romanos 5.21) se contrapone a la libertad que permite vivir la obediencia para justicia (versículo 16).
El hombre natural falla totalmente en entender la gracia de Dios. Cree que estar bajo la gracia es una licencia para pecar. La gracia no es LICENCIA (libertad para pecar) sino es LIBERACIÓN (libertad para no pecar). ¿Enseña la gracia de Dios al creyente a vivir inicuamente y a continuar en el pecado (ver Tito 2:11-12)? Piensa en una persona que lleva una terrible y pesada carga de pecados en su espalda. Cuando viene al Monte Sinaí, ¿qué sucede? Siente que su carga se vuelve más y más pesada (Romanos 7:13). Cuando viene al Monte Calvario, ¿qué sucede? La carga cae a los pies de la cruz. El Monte Sinaí nunca puede quebrantar el poder del pecado, sólo la gracia puede hacer eso. El Monte Sinaí nunca puede libertar a un alma cargada de pecado, pero el Monte Calvario puede hacerlo. La ley nunca puede romper el poder del pecado. La Biblia nos dice lo que la ley hace con el pecado -- ¡LE DA PODER! (1 Corintios 15:56) y por la ley el pecado llega a ser SOBREMANERA PECAMINOSO (Romanos 7:13).
16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerlo, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte o sea de la obediencia para justicia?
En este versículo Pablo recuerda a sus lectores un principio muy sencillo. ERES UN ESCLAVO DE QUIENQUIERA TU OBEDEZCAS. Eres un siervo de quienquiera tu sirvas. Si tú sirvieras a Hank, entonces serías un siervo de Hank. Si sirves a Dios, eres un siervo de Dios. Si sirves al pecado, entonces eres un siervo del pecado. Hay otro principio obvio implicado en este versículo: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mateo 6:24). No puedes servir a Dios y al pecado. Tienes que servir a uno o al otro (ver también Juan 8:34).
17 Pero gracias a Dios que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina que os transmitieron;
18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
Los creyentes siempre necesitan recordar lo que ERAN (v.17) y lo que SON ahora (v.18), por causa de la gracia de Dios.
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¿Cómo sucedió este cambio? “Habéis obedecido de corazón (Romanos 10:9-10) a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados” (v.17). Pablo se está refiriendo, por supuesto, al mensaje del evangelio acera del Salvador crucificado y resucitado que estas personas habían recibido y habían creído (ellos obedecieron el evangelio al creer en el Señor Jesucristo). El versículo 18 dice literalmente, “habéis sido esclavizados por la justicia”. ¡Qué esclavitud tan maravillosa!
Pablo comienza estos versículos con GRATITUD a Dios. Dar gracias es en realidad un acto de fe y un acto de consideración (comparar v.11). Pablo estaba diciendo, “Gracias Señor, que aunque antes yo era un esclavo del pecado, ahora soy un siervo de la justicia”. En otras palabras, él estaba diciendo, “Señor, yo creo que antes era un esclavo del pecado, pero ahora soy un siervo de la justicia”. La acción de gracias es un excelente medio ordenado por Dios por el cual el creyente puede expresar su fe en los hechos que Dios ha realizado. Verdadera gratitud es consideración en acción: “Gracias Señor que yo morí al pecado y que estoy vivo para Dios en Cristo Jesús, mi Señor” (ver Romanos 6:11).
¿De qué se trata la libertad? ¿Es una licencia para hacer lo que yo quiera? ¿Es libertad para pecar? ¡Dios no lo permita! Estos versículos nos muestran que la verdadera libertad cristiana es libertad para servir a Dios. El creyente sigue siendo un esclavo. La diferencia está en que ha cambiado a de amo.
19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Aquí Pablo está hablando en términos humanos usando una ilustración común de las relaciones humanas, la relación de esclavo-amo.
“Debilidad” = flaqueza
“Iniquidad” = ilegalidad
“Siervos = esclavos
Antes de venir a Cristo, servíamos al pecado; ahora servimos a la justicia.
“Presentad” = sométanse, pónganse a disposición de Dios, para el uso de Dios (ver v.13).
Como creyentes comprados con sangre, debemos dejar muy en claro que ahora tenemos un nuevo Amo.
20 Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia.
Esto es una descripción de mi vida cuando no era salvo. Yo estaba libre respecto a la justicia. Yo estaba libre de vivir justamente y de pensar rectamente. Era un esclavo de la injusticia. No podía hacer nada para agradar a Dios (Romanos 8:8). Era un esclavo del pecado. Pero, gracias sean a Dios, he sido redimido.
21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
Cuando miramos hacia atrás, hacia nuestra vida cuando no éramos salvos, no hay cosa alguna que podamos reclamar como fruto. Yo era libre (de la justicia) y sin fruto. Ver Mateo 7:17-18 (un árbol malo no puede llevar buen fruto). Al mirar mi vida anterior desde el punto de vista de Dios, me siento avergonzado. No puedo estar orgulloso de la vida que viví en la carne, separado de Dios y separado de SU vida. El fin de una vida no salva es la MUERTE. Una vida no salva puede describirse como sigue: sin fruto, sin fruto, sin fruto. . . MUERTE.
22 Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna,
Ver Proverbios 12:28
¡Qué contraste! ¡Qué diferencia ha hecho la gracia de Dios! La vida de una persona salva puede describirse de esta manera: fruto, fruto, fruto. . . ¡VIDA ETERNA! El creyente está libre del pecado, un siervo de Dios, viviendo una vida que está separada del pecado y separada PARA DIOS (santificación) y el fin es la vida eterna (una relación eterna con Dios – ver Juan 17:3).
Como hijos del Dios vivo, que nuestras vidas estén marcadas por Su fruto (Gálatas 5:22-23). Que llevemos mucho fruto (Juan 15) para la alabanza de la gloria de Su gracia.
23 porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Ver Romanos 5:21.
Este versículo está dividido en dos partes. La primera parte muestra lo que el hombre merece; la segunda parte muestra lo que Dios da. El versículo 23 es, en realidad, un resumen de los versículos 21 y 22. La primera parte del versículo 23 resume el versículo 21 y la segunda parte del versículo 23 resume el versículo 22.
“¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. . . Porque la paga del pecado es muerte” (v. 21, 23)
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. . . Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (v. 22, 23).
“La paga” = salario, lo que nos hemos ganado, lo que merecemos, porque hemos trabajado por ello. ¡Qué sueldo tan infernal! El pecado es un pagador terrible. ¡Qué empleador tan repugnante! Por una vida de malas obras me he ganado la muerte. Eso es lo que mi vida de pecado me ha ganado. Yo no estaría esperanzado por recibir el sueldo que me he ganado por la manera en que he vivido.
“Dádiva” = don gratuito (griego = charisma). Una dádiva es totalmente diferente al salario. El uno se gana; el otro no puede ganarse, sólo puede recibirse con gratitud. El uno es merecido; el otro no se merece en absoluto. Podemos estar agradecidos que Dios trata con nosotros de acuerdo a la gracia y no de acuerdo a la ley. Todo sistema legal es un sistema de obras e incluye recibir exactamente lo que la persona ha ganado. La dádiva de Dios de vida eterna se encuentra “EN” (no por medio) de Jesucristo nuestro Señor (comparar 1 Juan 5:11 “esta vida está EN Su Hijo” y Romanos 6:11).
La pregunta inicial de Romanos 6:1 es respondida en el versículo 23. Si una persona vive continuamente en pecado, está demostrando que ignora lo que es la gracia de Dios. Recibirá exactamente lo que merece por su vida pecaminosa: MUERTE. Esta MUERTE incluye fundamentalmente dos cosas: 1) separación de Dios; y 2) castigo por parte de Dios. Ver 2 Tesalonicenses 1:8-9; Mateo 25:41, 46; Apocalipsis 20:15; etc. El Señor Jesucristo pagó esta pena de muerte por mí. ÉL fue separado de Dios (Salmo 22:1; Mateo 27:46) y ÉL fue castigado por Dios (Isaías 53; 1 Pedro 3:18). Dios está totalmente SATISFECHO con la obra terminada del Señor Jesucristo a mi favor.
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UN RESUMEN DE LA VIDA CRISTIANA
EN UN VERSÍCULO
GÁLATAS 2:20
“NO YA YO, MAS CRISTO”
¿PORQUÉ YA NO SOY YO?
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¿PORQUÉ ES CRISTO VIVIENDO EN MÍ?
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¡Miserable de mí! (Romanos 7:18,24). |
(Romanos 8:2). |
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