La alegría del EVANGELIO, del PAPA FRANCISCO
Por Francisco Javier Álvarez
Collado
El gran riesgo del
mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza
individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza
de placeres superficiales, de la conciencia aislada.
Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de DIOS, ya no se goza la dulce alegría de su AMOR, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena, ese no es el deseo de DIOS para nosotros, esa no es la vida en el ESPÍRITU que brota de CRISTO resucitado.
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su ENCUENTRO PERSONAL con JESUCRISTO o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por ÉL, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por EL SEÑOR. Al que arriesga, EL SEÑOR no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia JESUS, descubre que ÉL ya esperaba su llegada.
Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de DIOS, ya no se goza la dulce alegría de su AMOR, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena, ese no es el deseo de DIOS para nosotros, esa no es la vida en el ESPÍRITU que brota de CRISTO resucitado.
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su ENCUENTRO PERSONAL con JESUCRISTO o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por ÉL, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por EL SEÑOR. Al que arriesga, EL SEÑOR no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia JESUS, descubre que ÉL ya esperaba su llegada.
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